La tarde de este domingo se ha entristecido con la partida de Armando Hart Dávalos (La Habana, 13 de junio de 1930), un gran hombre, un buen hombre, un extraordinario revolucionario e intelectual cubano que, como dijera Miguel Barnet, “lleva un nombre que ya está en los museos y en la leyenda, que no se puede separar de la Revolución Cubana, de la cultura cubana, de la vida de los escritores y artistas con los cuales ha mantenido un vínculo vivo y fértil, un vínculo entrañable”.
Hart se destacó en la lucha por la soberanía nacional desde sus años de juventud cuando estudiaba derecho en la Universidad de La Habana y se integró a la Juventud Ortodoxa. Su actividad en la clandestinidad y su participación en la organización de acciones trascendentales para la historia de la Revolución, lo destacaron como uno de los imprescindibles del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, organización de la que fue miembro de su Dirección Nacional.También formó parte del Movimiento Nacional Revolucionario de proyecciones democráticas, patrióticas y antiimperialistas.
El expediente revolucionario de Armando Hart es muy extenso. De sus páginas resaltan, ente otros muchos acontecimientos, sus vínculos con Frank País y su participación activa en el alzamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, en apoyo al desembarco del yate Granma.
Cuando las acciones de la guerrilla dirigida por Fidel se hicieron engorrosas (1957), decididamente marchó, junto con Frank País y Faustino Pérez, a apoyarla. De esa época se recuerdan sus acciones en las ciudades y su coordinación y guía del periodista Herbert Matthews, del New York Times, para su entrevista con el máximo líder de la Revolución, cuya publicación en ese órgano de prensa estadounidense echó por tierra la propagada batistiana basada en la supuesta muerte del Comandante en Jefe.
Luego, Hart fue detenido y condenado a varios años de prisión, de donde logró fugarse para reincorporarse a la lucha clandestina. En enero de 1958 fue nuevamente arrestado y encarcelado en las prisiones de Oriente y luego trasladado a Isla de Pinos, donde permaneció hasta el final de la Guerra de Liberación.
Tras el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista fue designado ministro de Educación del gobierno revolucionario cubano, cargo durante el cual organizó, junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, uno de los acontecimientos culturales más grandes en la historia de la humanidad: la Campaña de alfabetización. Por esos años formó parte de la dirección nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC); y al crearse el Partido Comunista de Cuba, en 1965, fue electo miembro del Comité Central y del Buró Político del Partido Comunista de Cuba.
Posteriormente, en el año 1976, cuando ocupó la responsabilidad de titular de Cultura, al fundarse ese Ministerio, puso a prueba una vez más su notable capacidad de organización y espíritu creativo, así como su entrañable respeto y amor por los valores históricos y culturales del pueblo cubano, del legado de sus antepasados, de sus héroes, y sobre todo del Apóstol José Martí, del cual fue un profundo estudioso de su vida y de su obra.
Recuerdo la infatigable batalla del querido Ministro, a inicio de la década de los años 80 del pasado siglo porque cada municipio del país pudiera contar con instituciones básicas, tales como casas de cultura, cines, teatro, bibliotecas, coros, grupos de danza y de música, entre otros, para propiciar el desarrollo de la cultura local y que esta fuera asequible a todos, en los más apartados rincones del archipiélago. Los festivales del Nuevo Cine Latinoamericano, de ballet y de otras muchas expresiones del arte, entre ellas las prestigiosas ferias del Libro, encontraron en Hart a su más fiel defensor. Y supo hacerlo tras su remodelación del espíritu directivo del Ministerio de Cultura, al cual le adjudicó modernidad y sentido práctico, en el que prevaleció la defensa del programa cultural de la Revolución, impregnándolo de sentido de pertenencia, de justicia y nobleza.
“En la silla de ministro se sentó la cultura”, como ciertamente expresó del narrador y poeta Omar González Jiménez, durante un homenaje a la vida y la obra Armando Hart Dávalos, con motivo de su cumpleaños 87, en la sala Rubén Martínez Villena de la Uneac.
La impronta de Hart en el Ministerio de Cultura tuvo trascendencia internacional. Nunca antes el prestigio de nuestra cultura alcanzó niveles de reconocimiento tan altos en todos los confines del mundo; en tanto se convertía en un profundo estudioso de la espiritualidad nacional, dejándonos, como relevantes obras, sus libros Del trabajo cultural, Cambiar las reglas del juego, Cultura en Revolución, Cubanía, cultura y política, Hacia una dimensión cultural del desarrollo, Cultura para el desarrollo, El desafío del siglo XXI y Ética, cultura y política, entre otros, amén de la publicación de muchas de sus magistrales conferencias y discursos, como Marx, Engels, y la condición humana: una visión desde Latinoamérica (2005); José Julián Martí y Pérez: apóstol de nuestra América (2008); y Con la honda martiana (2009); además de las recopilaciones que sobre su vida y su proyección de intelectual revolucionario, martiano y antiimperialista, en el año 2008 publicó la doctora Eloísa Carreras Varona —su compañera de vida—, bajo el título de Armando Hart Dávalos, un revolucionario cubano: apuntes para un esbozo biográfico, y Hart, pasión por Cuba, que vio la luz en el 2014.
En la última Feria del Libro de La Habana, fue presentada la colección de 16 tomos Cuba, una cultura en revolución, que contiene valiosa información aparecida en los artículos, discursos e intervenciones de Hart. Algunos de esos textos eran inéditos o parcialmente publicados.
En el año 1997 comenzaron sus memorables años al frente de Oficina del Programa Martiano, adscripta al Consejo de Estado; y como presidente de la Sociedad Cultural José Martí, a través de las cuales estimuló el estudio y promoción del ideario del Héroe Nacional de Cuba y su proyección internacional, tarea en la que se destacaron sus encuentros con la comunidad, centros escolares y otras instituciones.
Los periodistas cubanos sentimos gran regocijo cuando el pasado mes de febrero, a los 86 años de edad, Hart recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí; título que se une a sus elecciones como Doctor Honoris Causa por prestigiosas universidades cubanas y extranjeras; la Orden José Martí, que se otorga a jefes de Estado o Gobierno por grandes hazañas en favor de la paz y la humanidad; la Medalla Raúl Roa García, otorgada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba; la Orden Félix Varela de Primer Grado, máxima condecoración que se otorga intelectuales cubanos y extranjeros; además de la Medalla Haydeé Santamaría y el ser Miembro de honor de la Unión Nacional de Juristas de Cuba y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, entre otros muchos reconocimientos.
El pensamiento de Hart, su fidelidad a la Revolución y a Fidel, perdurarán en la historia de Cuba y en el recuerdo de todos los cubanos que hoy lamentan su irreparable pérdida.
Lleguen hasta sus familiares y a la dirección del Partido Comunista de Cuba y del Gobierno, que se nutrieron de sus ejemplares y valiosos aportes, las más sentidas muestras de pesar en nombre de los trabajadores cubanos que también sabrán hacer perdurable su legado.
es muy triste esta noticia,sera que el cielo esta se esta llenando de gloria.,