Desde hace unos 44 años sus pensamientos son, en su mayoría, para su trabajo. Su familia no le critica, mas bien le acompaña en lo que él quiera y cuando una idea le anda rondando la cabeza nadie le contradice.
Manuel Zamora Calistre es ingeniero mecánico y trabaja en la unidad empresarial de base Talleres Ferroviarios de Camagüey, entidad que tiene a su cargo la revisión técnica de gran parte de los trenes que circulan en el país. Para él no existe nada mejor en el mundo que ver reparado totalmente un equipo que llegó en muy mal estado. Es innovador y aunque lleva unas tres décadas generando alternativas, no se aburre de inventar ni se le acaban las ideas.
“Cuando veo un problema no paro hasta que le busco una solución. A veces me paso días pensando qué puedo hacer, cómo sería más fácil o simplemente sacando cuentas. Pero esto es lo que me gusta, trabajar e inventar, no se hacer otra cosa”, confiesa.
Entre necesidad e ingenio
“Muchas de las locomotoras y vagones que pasan por nuestras manos llegan destruidas. Por eso, y por la carencia de materiales de repuesto, nuestro trabajo, a veces se torna un tanto complejo. Y no nos queda otra alternativa que encontrar soluciones sobre la marcha porque lo que hacemos es necesario para garantizar la vitalidad de nuestro sistema ferroviario”, detalla Pedro Luis García Basulto, director de la unidad empresarial.
Esas vicisitudes que viven a diario los trabajadores de la entidad provocaron que se organizara el Comité de Innovadores y Racionalizadores para agrupar las inventivas que iban apareciendo y fomentar el interés. Hoy más de 95 hombres sobresalen como innovadores con soluciones que sobrecumplen el aporte al presupuesto del estado (la cuenta del 2%) con más de 32 mil pesos y entregas a la cuenta de asociados que rondan los 500 mil.
“Lo que se ve en esta unidad es muestra de buen funcionamiento, por eso sobresalen a nivel nacional y fueron escogidos para clausurar la jornada del innovador. Es un ejemplo que se debe seguir sobre todo en estos tiempos tan duros, en los que el Bloqueo arrecia”, aseveró Alberto Moré Gutiérrez, miembro del secretariado nacional del Sindicato de Trabajadores de Transporte y Puerto durante el cierre, en esta unidad, de la jornada de los aniristas .
Innovar se les ha convertido en casi una necesidad. Y a Manuel en una constante. Cuenta que los años en los que se desempeñó como especialista principal en el departamento de calidad fueron los culpables de que le guste tanto buscar soluciones. “Allí tenía que revisar los proyectos de otros especialistas y estaba siempre al tanto de los problemas que surgían. Fue de esa forma que me acerqué a la Anir.
“La ultima innovación que hice fue producto de un desabastecimiento. Desde hacía rato, a la entidad no entraban las vigas lateral de las casillas rusas y muchas ya se estaban averiando. Así fue hasta que hace poco recibimos unas vigas ‘doble T’, que podían servirnos a pesar de que eran muy diferentes a las que en principio necesitábamos. ¡Casi me muero de tanto sacar cálculos buscando la mayor resistencia! Se trataba de una pieza muy importante en esos equipos, pues de ella dependía toda su estabilidad garantizando la resistencia del mismo. Pero al final logramos que fuera mejor y con el doble de resistencia y de durabilidad. Ahora las más de 40 que han sido reparadas ‘vivirán’ más de lo que les correspondía, cerca de 40 años”.
La juventud también innovando
En los Talleres Ferroviarios abundan las canas. El promedio de edad de sus más de 620 trabajadores ronda los 45 años. ¿Por qué? Muchos se han quedado por tradición familiar y por amor al lugar, mientras que los más jóvenes prefieren buscar en otros lares un espacio donde se les pague mejor por tanto esfuerzo.
“Este año recibimos una inyección considerable de técnicos e ingenieros jóvenes. Pero ahora nos toca enamorarlos porque esto es un problema y nuestro trabajo es muy importante y sin gente, qué pasaría”, se pregunta García Basulto.
Uno de esos nuevos ingresos es el ingeniero eléctrico, el único con que cuenta la entidad, Luis Alberto Trujillo Fernández. Él lleva apenas un año y ya se incorporó a las filas de la Anir. Su debut fue con la reparación de dos carretillas eléctricas industriales (montarcargas) de procedencia alemana que le validaron la presencia en la ExpoAnir a nivel nacional.
“Esas máquinas llevaban unos ocho meses paradas, pero al ser muy necesarias para alzar elementos de hasta tres toneladas me encargaron la misión de repararlas. Lo primero que hice fue estudiar mucho y hablar con mis antiguos profesores.
“Pero me topé con la falta de muchas piezas, lo que provocó que me demorara más y tuviera que reutilizar elementos ya en uso o viejos. Por ejemplo, para el conmutador que provoca el arranque del motor empleé un interruptor ya viejo que tuve que adaptar y para la placa electrónica que es como el cerebro del equipo, que por un mal manejo se averió, tuve que inventar con cables de equipos rotos y cosas de piezas que estaban guardadas.
“Al final el resultado me alegró porque las dos están funcionando y ahorré miles de pesos porque no tuvieron que importar nada, ni comprar una nueva que cuesta unos 55 mil euros”.
Razones
Manuel y Luis Alberto tienen en común además del trabajo la pasión del que innova. El primero se enamoró de su trabajo desde el primer día y no se ve fuera de allí a tal punto que aunque necesitaba mejorar salario escogió cambiarse a ayudante y quedarse.
Al segundo el amor le llega poco a poco, sobre todo cuando ve lo útil de lo que sabe hacer. Pero sin dudas son de esos hombres de inventos que tanto se necesita.