El Himno de Bayamo, o Himno Nacional, tiene una hermosa historia que va más allá de la leyenda que nos contaron en la escuela primaria, aquella que nos ubicaba a Perucho Figueredo en la montura de su caballo escribiendo los conocidos versos “Al combate corred bayameses…”, como si escribir poesía sobre un caballo fuera algo posible.
Pero lo cierto es que la historia del Himno está cargada de épica: el encargo «masónico» a Perucho de escribir «nuestra Marsellesa»; el primer arreglo orquestal realizado por el también bayamés Mario Muñoz Cedeño y que hace unos años fuera reconstruido por Carlos Puig, director de la Banda de Conciertos de Bayamo; la complicidad de Diego José Batista, vicario de la Parroquial Mayor de esa ciudad, nonagenario sacerdote que permitió su estreno ante el gobernador Julián Udaeta durante las festividades del Corpus Christie, en junio de 1867.
Luego vino la polémica de principios del siglo XX motivada por los arreglos musicales que le hicieran (Emilio Agramonte primero y Antonio Rodríguez Ferrer después). Ellos al parecer nunca escucharon la versión original de la cual no se conservaron documentos, apenas un manuscrito de Perucho con los versos y la melodía para piano que le fueran obsequiados a una joven camagüeyana que recibió a la tropa mambisa en 1869. Ese documento es el único acervo tangible que se conserva del Himno hoy, y cuya custodia está encargada al Museo Nacional de la Música.
En aquel debate participaron figuras como Hubert de Blanck, Fernando Figueredo, Flora Mora y otros historiadores, pedagogos y músicos. Los argumentos de cada parte fueron publicados en los principales periódicos y revistas de la época.
Estas historias dentro de la Historia permiten entender cómo se construyó el símbolo que ha llegado a nuestros días y explican además que no es un ente inamovible sino permeable a la época. En la nuestra quizás el signo de vitalidad más alto lo podemos encontrar en el solo de trompeta de Alexander D Primera Abreu en su tema Me dicen Cuba. No hay mejor prueba que esa para recordar que el Himno de Bayamo está vivo y es nuestro.