Cuando toda Cuba es un hervidero en pos de la recuperación debido a los destrozos del huracán Irma, decenas de especialistas todavía evalúan resultados de su único lado positivo: que llovió donde hacía más falta.
¿Quiere decir esto que desapareció la tan padecida y mencionada sequía? ¿Qué papel desempeña y qué estrategias sigue el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en el sistema de alerta temprana? Estas y otras interrogantes responde a Trabajadores el máster ingeniero Argelio Fernández Richelme, especialista principal en la Dirección de Uso Racional del Agua en aquel organismo.
“La información hidrológica de septiembre es halagüeña —afirma—, si bien la disponibilidad de agua en las cuencas hidrográficas, donde están los ríos y las presas, no es uniforme; y por eso unas fueron más beneficiadas que otras con los acumulados dejados por el meteoro.
“Muestra de ello es que el llenado de los embalses aumentó en más de 2 mil 200 millones de metros cúbicos (m³) solo del 1º al 13 de ese mes, que cerró con el mayor incremento del volumen acopiado en los últimos 25 años”.
¿Es un alivio o la solución ante la severa sequía?
Los números evidencian que quizás esté empezando a acabarse, aunque no en todo el país. Existen lugares donde se va a demorar un poco más. Por provincias, Sancti Spíritus y Villa Clara resultaron las más beneficiadas.
En Ciego de Ávila, uno de los territorios más deprimidos tanto en sus fuentes superficiales como subterráneas, ya supera el 60 % de la capacidad en las primeras, mientras en las otras la disponibilidad ha crecido más de 250 millones de m³.
¿Con qué disponibilidad de agua cerró septiembre?
Con 6 mil 446 millones de m³ represados a nivel nacional, el 71 % del potencial del país. Pinar del Río, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Holguín exhiben la mejor situación, con llenados entre el 80 y el 95 % de las posibilidades pero aún en La Habana, Las Tunas, Granma y Guantánamo el llenado es inferior al 50 por ciento.
¿Y qué pasará ahora?
Los ciclones pueden considerarse un mal necesario en el sentido de que las intensas lluvias son la única forma de llenar los embalses para, en dos o tres años, disponer del agua requerida con vistas al desarrollo económico y social. Llevamos un trienio con sequía en ascenso y muchos no imaginan cuánto trabajo conlleva gestionar un recurso tan escaso. Ahora que lo tenemos es el momento de ahorrar y evitar el déficit del líquido por malas decisiones.
Los colegas de balance de agua, que cooperaron con el servicio hidrológico durante el paso del huracán como parte de una misma dirección que somos, comentaban que es la oportunidad de desplegar toda la política de gestión eficiente, amparada en el instrumento legal que constituye la recién aprobada Ley de las aguas terrestres.
¿Qué funciones tiene el INRH ante la sequía, intensas lluvias y ciclones?
Normalmente monitoreamos las variables del ciclo hidrológico para conocer la disponibilidad de agua y ante un evento de los mencionados evaluamos los datos enfocados en la alerta temprana. Dicha información sirve a los decisores, partiendo de la orientación del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil.
El INRH interviene en los componentes de vigilancia, la adopción de medidas y diseminación de información.
Siempre se parte del llenado de las presas, su disposición técnica en función de si pueden llegar a plena capacidad o quedar en el nivel de prevención, ya sea por su estado técnico o incluso por posibles vertimientos y sus consecuencias aguas abajo, para la población y los recursos económicos y ambientales.
¿Ocurrió algo diferente antes del azote de Irma?
Con Irma hicimos un análisis minucioso de la cuenca tributaria de los 242 embalses que administra el organismo, para saber con qué lámina de lluvia se podían colmar y en cuánto sobrepasarían su capacidad. Un segundo ejercicio consistió en evaluar los posibles volúmenes a ser vertidos, a partir de los acumulados de pluviosidad resultantes de los modelos de pronóstico numérico, tanto del Instituto de Meteorología (Insmet) como de otras entidades internacionales homólogas.
Esos pormenores los pusimos en manos de la Defensa Civil y se adoptaron previsiones. Por ejemplo, en Sancti Spíritus conocen las posibilidades de rápido drenaje de la cuenca del río Zaza y que no puede haber confianza aunque el embalse homónimo esté casi vacío. Antes del 8 de septiembre ya Tunas de Zaza estaba evacuado.
Las tres últimas veces que se ha llenado la Zaza ha sido con solo un evento hidrometeorológico: en el 2010 bastaron 48 horas para ir de menos de 200 millones de m³ a casi 600; en junio del 2012 retenía cerca de 200 millones de m³ y tanto recibió que tuvo que aliviar unos 300, y con Irma se encontraba en 168 millones de m³ y en solo cinco días superó los 700.
¿Es primera vez que hacen ese estudio?
Siempre hemos realizado predicciones hidrológicas, lo que resultó novedoso para los ciclones Matthew e Irma es que el Servicio Hidrológico del INRH empezó a utilizar la predicción numérica de la lluvia que prepara el Centro de Física de la Atmósfera del Insmet. Consideramos que el error al emplear un dato que no está ciento por ciento validado siempre va a ser mucho menor que si no se trabaja con dato alguno. Como herramienta preliminar es muy valiosa, y nosotros necesitamos y valoramos muchos pronósticos, incluso elementos que aportan otros servicios fuera de Cuba, como el sitio web Windy, aunque al final la información oficial es el parte del Centro de Pronósticos del Insmet.
¿Varió mucho lo previsto?
Calculamos superiores acumulados de precipitaciones y por ende de llenado de los embalses, ya que se preveían intensas lluvias en todo el país, pero en realidad se concentraron en parte de Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila —puntuales entre 700 y 900 milímetros (mm), afortunadamente donde hacían falta.
En momentos como esos se piensa mucho en el estado técnico de las presas
Cierto. Si bien debemos reiterar que nuestras presas son muy seguras, además, el sistema de inspección sistemática garantiza detectar cualquier anomalía, lo mismo en esos reservorios que en los sistemas de bombeo y conductoras.
La población asocia la inundación con los embalses y el vertimiento por los aliviaderos y no es así. Sin aquellos nada retendría el agua. Por eso se enfatiza que tienen función de almacenamiento y de regulación. La complicación aparece cuando en esas zonas pasa algún tiempo sin llover lo suficiente y por ende sin evacuar el reservorio, y se empiezan a ocupar espacios conservados para los vertimientos, con sembradíos y la construcción de casas y obras de diverso tipo. Todos nuestros embalses tienen definidas —ahora en actualización—, las llanuras de inundación aguas abajo. Las autoridades de cada provincia disponen de los mapas con la identificación de cuál es la franja que se debe respetar.
No hay que olvidar al tristemente célebre ciclón Flora.
Un fenómeno como ese y la fuerte sequía de los dos años anteriores aceleraron las decisiones del Gobierno para llevar a cabo un enorme programa, principalmente en la zona oriental, que se denominó Voluntad hidráulica. Nació y se desarrolló a instancias de Fidel y ha demostrado su valía, para paliar defectos y excesos de la naturaleza.
Solo en la provincia de Granma significó construir 10 embalses, con capacidad para almacenar 935 millones de metros cúbicos de agua, una verdadera barrera contra las inundaciones.
¿Enseñanzas con Irma?
Por mucha experiencia que tengas trabajando estos eventos te emocionas y entregas al último como si fuese el primero. Lo que no cambia es el concepto de labor en equipo, dentro y fuera del organismo, con la idea fija de restar pérdidas y a la vez, ganarle al meteoro lo único que nos favorece: el agua.