En el alba del 15 de agosto de 1947, al proclamar la independencia de la India tras casi dos siglos de dominio colonial británico, Jawaharlal Nehru, su primer ministro, anunció al mundo el despertar a la vida y a la libertad de la milenaria nación asiática.
Ese histórico acontecimiento simbolizó el mejor homenaje a las luchas de desobediencia civil realizadas por el pueblo indio contra el ocupante extranjero, y al entrañable líder, Mahatma Ghandi, padre de su emancipación.
La magna obra de reconstruir el gigantesco país —empobrecido, expoliado, oprimido y subdesarrollado por el régimen impuesto por los colonizadores a sangre y fuego— resultó un enorme reto y un esfuerzo titánico.
Siete décadas después la India es una potencia emergente que muestra admirables avances políticos, económicos, sociales, culturales y científicos. Es la segunda nación más poblada del orbe con más de mil 240 millones de habitantes, quienes conviven en una sociedad diversa en lenguas, etnias y creencias religiosas.
Ejemplos de las extraordinarias transformaciones que han tenido lugar en la vida nacional, particularmente luego de la apertura económica y política iniciada a principios de los años 90, son el desarrollo científico, industrial y agrícola, el dominio de la energía nuclear con fines pacíficos, los notables progresos en su programa espacial, y el alto nivel de especialización alcanzado en la tecnología digital y de software.
En la actualidad, su economía es considerada una de las de más rápido desarrollo a nivel mundial, la tercera mayor en Asia y la sexta en términos de producto interno bruto, el cual ha tenido un crecimiento promedio anual del 9 % en los últimos años.
No obstante estos avances, el Gobierno ha continuado luchando por erradicar la pobreza, el analfabetismo, la insuficiencia alimentaria, la desnutrición, así como otras desigualdades y desavenencias sociales que subsisten en los sectores más desposeídos de tan vasto país.
La India moderna ocupa un relevante lugar en el concierto de los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas, allí los principios de su política exterior reafirman la vocación de paz de sus próceres, también fundadores del Movimiento de Países No Alineados y defensores del multilateralismo, de la relación Sur-Sur, del mantenimiento de una política de buena vecindad entre naciones y de la preservación del medio ambiente.
Además de miembro prominente de la Asociación de Países del Sudeste de Asia (Asean), de la Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional (Saarc), de la Organización Mundial del Comercio (OMC), esta nación forma parte junto a Brasil, Rusia, China y Sudáfrica, del pujante grupo Brics y de diversas agencias especializadas de la ONU.
India presta gran atención a sus vínculos económicos y comerciales con América Latina, que se amplían y fortalecen teniendo en cuenta el mutuo beneficio.
Las relaciones con Cuba han sido calificadas por los diplomáticos de ambos países como excelentes, mientras que la cooperación económica y el intercambio bilateral encuentran amplios espacios en las esferas de la biotecnología, tecnología, nanotecnología, energética, informática, agricultura e industria.
Los planes y proyectos con Cuba en el campo de la energía abarcan varios miles de millones de dólares y buscan ampliarse hacia la telefonía móvil, pues en estos momentos la India produce y exporta millones de celulares a distintos países del mundo.
Por todas estas razones, y más, La Habana acogerá la jubilosa celebración del 70 aniversario de la independencia de la India con actividades culturales y artísticas organizadas por la misión diplomática de esa nación asiática acreditada en Cuba.