Aunque muchos la daban como favorita, la selección germana tenía conciencia de que solo mediante un juego compacto podría superar a la escuadra de Chile, en la final de la Copa Confederaciones de Fútbol que concluyó este domingo en Rusia.
El conjunto teutón cumplió al pie de la letra las indicaciones de su cuerpo técnico y despejó sobre la grama del estadio de San Petersburgo, ante más de 57 mil espectadores, cualquier duda en torno al equipo que mejor se desempeñó en el torneo. En este deporte no se trata de los goles que potencialmente pudieron realizarse, sino de los que se concretan.
Bajo esa óptica el 1-0 en la pizarra final se ajustó a los hechos, si bien hay que reconocer que ambos contendientes contaron con más oportunidades reales de perforar la cabaña rival. La diana de Lars Stindl sobrevino cuando Tino Werner le arrebató el balón al experimentado zaguero Marcelo Díaz (lo que a su vez provocó la salida obligada del guardameta Claudio Bravo) y luego lo cedió a su compañero, quien apenas lo empujó a las redes.
Un valor añadido es que Joachim Loew condujo esta vez a una escuadra con promedio de edad de solo 24 años, lo que la convierte en la más joven en imponerse en estos certámenes. «Es una gran alegría. Nuestro rendimiento ha sido increíble a lo largo de estas tres semanas. Los chicos han hecho un trabajo fantástico, me siento muy orgulloso de ellos», confesó el laureado entrenador.
Claudio Bravo, capitán de la Furia Roja y quien fue distinguido con el Guante de Oro al mejor cancerbero de la justa, dijo por su parte: “Hemos aprendido mucho. Lo hemos dado todo. Hemos perdido contra una selección de clase mundial. Estamos muy tristes, pero también podemos estar muy orgullosos de nosotros mismos. No hemos bajado los brazos en ningún momento”. En la discusión del bronce Portugal superó a México 2-1 in extremis en el estadio Spartak de Moscú.