Este lunes se cumplen exactamente 158 días desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos el pasado 20 de enero. En términos porcentuales, todavía falta por ver alrededor de un 90 % de su mandato.
La arrancada del magnate en la Casa Blanca le ha servido, según indica BBC, para que su apellido se convierta en la “palabra del año de los niños” en Reino Unido, y para llegar a los 32,7 millones de seguidores en Twitter. Sin embargo, no le ha valido para muchos asuntos administrativos. De acuerdo con el periodista Jan Martínez Ahrens, corresponsal de El País en Washington, en igual período, George W. Bush había nombrado a 130 funcionarios para ocupar diferentes cargos intermedios; Barack Obama, a 150; mientras que Trump solo tiene a 43. Los números se explican por sí mismos.
Hace apenas unos días, ante un reducido auditorio en el teatro Manuel Artime, de Miami, el showman realizó el pronunciamiento oficial acerca de la política que emprenderá su Gobierno contra Cuba. Con la firma de un Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el tema, el republicano anunció que pondría fin al camino iniciado por su predecesor demócrata, cuya administración negoció 22 acuerdos y memorandos de entendimiento con la isla en sectores de interés común.
Aunque se deben esperar las regulaciones que emitan los Departamentos del Tesoro y de Comercio para precisar las verdaderas afectaciones del nuevo ordenamiento, los cambios clave fueron expuestos: se prohíben los viajes individuales de estadounidenses a la nación caribeña, se impiden los negocios con empresas estatales vinculadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y a los servicios de inteligencia y seguridad, se reafirma el bloqueo, y se condiciona cualquier mejoramiento futuro con relación a concesiones que deberían hacer las autoridades cubanas.
Según la organización Engage Cuba, integrada por economistas, grupos empresariales y expertos, un viraje de la política hacia la isla podría costarle al país norteamericano más de 6 mil millones de dólares y más de 12 mil empleos en los próximos cuatro años, hecho que atentaría contra las promesas realizadas por el Jefe de Estado y de Gobierno durante su campaña electoral.
Varios legisladores de ambos partidos, republicano y demócrata, han reclamado al presidente una revisión de su postura. La senadora Amy Klobuchar, por ejemplo, del estado norteño de Minnesota, le recordó al mandatario lo que podrían perder en materia económica.
En un texto publicado la pasada semana en CNN bajo el título “Trump, Estados Unidos necesita de los negocios con Cuba”, la demócrata advirtió que la “mano dura” privaría a las empresas estadounidenses del mercado cubano, y también a los agricultores de todo el medio oeste de Estados Unidos, así como a los criadores de pavos de su estado natal, quienes veían con entusiasmo el futuro nexo con la Mayor de las Antillas.
Rick Crawford y Tom Emmer, representantes de Arkansas y Minnesota, respectivamente; así como Jeff Flake, senador de Arizona, todos miembros del Grand Old Party abrazado por Trump, han mostrado su disgusto.
La Organización Mundial del Turismo expresó que este retroceso representa un fuerte ataque a la libertad de viaje y aclaró que si bien la decisión tendrá un impacto limitado en el desarrollo de ese ámbito en el archipiélago, sí afectará sustancialmente la economía y los empleos de quienes en Estados Unidos habían apostado al sector o pensaban hacerlo.
Vinculados a esta área, turoperadoras, aerolíneas y compañías de cruceros que se aventuraban al país de más rápido crecimiento en Airbnb —según datos de la corporación de reservas online—, podrían sentir los efectos negativos luego de haber facilitado que en los primeros cinco meses de este año la recepción de estadounidenses en la isla aumentara en un 145 % con respecto a igual etapa del 2016.
Tal situación, a su vez, pone en riesgo a los cuentapropistas que Trump pretendía favorecer: arrendadores de casas, paladares, agencias no estatales de transporte, entre otros negocios particulares que ampliaban su demanda.
Las restricciones podrían amenazar asimismo a la investigación conjunta sobre enfermedades y a los acuerdos bilaterales para mitigar desastres naturales, proteger ecosistemas compartidos, combatir el narcotráfico y detener nuevas epidemias, denuncia Medic, una organización sin fines de lucro con sede en Oakland, California, que trabaja para promover la colaboración en salud entre ambas partes.
Hasta el momento solo se ha “arañado la superficie de lo que es posible” avanzar, afirmó Klobuchar en el artículo citado, pero no se debe dar marcha atrás, “podemos y debemos hacer más”, reclama la senadora demócrata al actual mandatario. No obstante, el hombre ¿de negocios? parece estar más preocupado por otras cuestiones, como ha demostrado en estos 158 días.