Cuando la Revolución apenas comenzaba, el comandante Ernesto Che Guevara pronunció un discurso en una asamblea de trabajadores calificado de memorable. Fue un día muy significativo: el 14 de junio de 1960, cuando él cumplía 32 años de edad.
Algunos analistas de asuntos políticos refieren que temas de hondo contenido teórico y duro debate político (…) fueron abordados por el destacado combatiente con rigor científico, firmeza revolucionaria y claridad militante. Y sus palabras devinieron en documento que todos los trabajadores y dirigentes sindicales deben analizar y tener presente (aparece en Ernesto Che Guevara, escritos y discursos. Obras Completas, Tomo 4. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1985).
Lo más valioso resulta el significado de cada una de las ideas contenidas en sus palabras. Por razones de espacio, solo reseñaremos algunas con el ánimo de despertar el interés de quienes lean estas líneas.
En aquella ocasión, hace hoy 57 años, el Che expresó: “Una Revolución como la nuestra, una Revolución popular, hecha por voluntad del pueblo y para el pueblo, no puede avanzar si no es que cada conquista y cada paso es dado por toda la masa del público, por toda la masa del pueblo. Y para dar esos pasos, y dados entusiastamente, es necesario conocer el proceso revolucionario, es necesario saber de la necesidad de dar esos pasos y darlos alegremente. Y es necesario también que en cada momento de sacrificio, se sepa por qué se va al sacrificio, porque el camino de la industrialización, que es el camino del bienestar colectivo, en definitiva, en esta era de imperios económicos, no es un camino fácil. Todo lo contrario, es un camino sumamente difícil”.
Sobre la agresión permanente del imperio del norte, que lejos de cesar se ha recrudecido, apuntó con reflexiones visionarias: “Y todavía quisiera decirles más. A medida que todas las contradicciones y los movimientos populares en todas las zonas subdesarrolladas del mundo, van desplazando al exponente más agresivo del imperialismo económico, que son los Estados Unidos de América, esa agresividad se vuelca con más fuerza todavía sobre su territorio más cercano y más rígidamente dominado, que es, precisamente, la América: y de toda la América, ese mare nostrum para ellos, que es el Caribe”.
En otra parte de su discurso advirtió: “Nuestro camino es difícil, y nuestra fuerza es la unión de los trabajadores, de los campesinos, de todas nuestras clases necesitadas, que tienen necesidad de marchar hacia el futuro.
“(…) En muchas industrias, sobre todo en las industrias nuevas que se hacen, además, emparentadas con el capital monopolista, el obrero resultó, a veces, un individuo privilegiado. Cuando un obrero azucarero tenía que sudar durante todas las horas de sol, tres meses al año y después pasar hambre nueve meses, había algunos tipos de obreros que podían trabajar todo el año y cobrar cinco o seis o más que los obreros azucareros. Esto marca una gran diferencia y establece entonces un principio de división, que es lo que constantemente los poderes coloniales tratan de crear y mantener: el principio de división de la clase obrera, para que traten los privilegiados de mantener sus privilegios, y los que están debajo de subir por medios no de aglutinación, sino por medios individuales, destruyendo así la solidaridad de la clase obrera”.
También subrayó: “Lo que debe estar claro en todos es lo que decía Fidel el otro día: no es mejor dirigente obrero el que está buscando el pan de hoy para sus compañeros; mejor dirigente obrero es el que busca el pan de todos los días para todos, el que comprende perfectamente el proceso revolucionario y, analizándolo y comprendiéndolo a fondo, va a apoyar al gobierno y a convencer a sus compañeros o explicarles el por qué de las medidas revolucionarias. Y esto no quiere decir que el dirigente obrero deba transformarse en una cotorra, que repita simplemente lo que le diga el Gobierno a través del Ministerio del Trabajo, o a través de cualquier otro departamento”.
Abundando sobre el papel de quienes asumen la responsabilidad de dirigir entre los trabajadores, señaló: “Evidentemente que también habrá errores de parte del Gobierno, y el dirigente obrero tendrá que señalar esos errores, y tendrá que señalarlos con energía si los errores son repetidos y si no se corrigen”.
Dueños de nuestro destino
En aquella asamblea, el comandante Ernesto Guevara también expresó: “Es decir, que la actual división de poderes en el mundo es lo que ha permitido que Cuba diera el paso que marca la barrera entre el país colonial y el no colonial, el dominio de sus recursos naturales y el dominio de sus industrias básicas.
“De nada nos valía a nosotros tener el subsuelo, si todavía no sabemos si hay petróleo, y el petróleo hay que buscarlo, y eso es muy caro.
“(…) Ahora lo primero que tenemos es que fijarnos algún tipo de meta, algún tipo de límite a nuestras ambiciones, si ustedes quieren. ¿Cuáles son nuestras metas primordiales, nuestras metas más grandes, las grandes líneas por donde debemos marchar? Desde el punto de vista político, lo primero que queremos es ser dueños de nuestro destino, ser un país independiente, libre de injerencias extranjeras, que busque su sistema de desarrollo sin interferencias y que pueda comerciar libremente con todo el mundo.
Y después, o tal vez antes, mucho antes, es mejorar el nivel de vida del pueblo, mejorarlo hasta el grado mayor posible, con todas las ambiciones, pero calculando bien cuáles son nuestros problemas, y ahí es donde nosotros tenemos que ‘hilar muy fino’.
“(…) Está el sistema en que nosotros nos planteamos y nos decimos: ‘Nosotros somos revolucionarios, Gobierno Revolucionario representante del pueblo’. ¿Y para quién tenemos entonces que hacer esas industrias y a quién tenemos que beneficiar, sino al pueblo? Y si al pueblo hay que beneficiar, y nosotros somos representantes del pueblo, nosotros Gobierno, pues señor, que la dirección de la industrialización y el peso de la misma la tenga el Gobierno, que entonces no se producirán anarquías. Allí donde haga falta una fábrica de tornillos, habrá una fábrica de tornillos; donde haga falta una fábrica de machetes habrá una fábrica de machetes, no tres. Ahorraremos, en primer lugar, el capital de la nación.
(…) Una de las grandes obligaciones de la clase obrera es producir. Ahora bien, cuando se dice ‘producir’, los obreros pueden decir: ‘Es lo mismo que nos decían los patrones, y cuánto más producíamos más dinero le dábamos a ellos y más innecesario se hacía algún compañero y provocábamos entonces desplazamiento y mayor concentración de riquezas’. Y eso es cierto; por eso es por lo que hay una aparente contradicción, pero es que la producción de riquezas es para hacer que el Estado pueda invertir más en la creación de nuevas fuentes de trabajo, y tiene que ser una producción de tal tipo que no desplace a nadie. Hay que inventar constantemente, desarrollar la inventiva popular, para que se creen nuevas fuentes de trabajo, que demanden la mayor inversión posible.
“(…) Producir y ahorrar son las bases del desarrollo económico. Ahora, producir y ahorrar, (…) para beneficio de los obreros. No se puede llamar a nadie a que haga sacrificios, a que ponga más atención, a que ponga más capacidad de trabajo en cada minuto, para que eso se transforme en mayor riqueza para otro; sería una injusticia demandar eso”.
El Che calificó de obligación de los obreros, la de organizarse. “(…) Organizarse para poder rendir más a la Revolución, que es rendir más al pueblo, que es rendir más a la clase obrera. Porque cada vez la diferencia entre campesinos y obreros, por ejemplo, va a disminuir hasta convertirse en cero”.
Y advirtió con claridad: “Cambiar la mentalidad del jefe del sindicato, que no tiene como función ser el que grita más contra el patrón, ser el que impone algunas veces medidas absurdas dentro del orden de la producción, pero que tienden falsamente a hacer que un obrero esté allí ganando algo, aunque no haga nada. El obrero que hoy cobre un sueldo sin hacer nada, está en realidad conspirando contra la nación y contra sí mismo…”.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.