El hecho de que actualmente el 62 % de las 397 cooperativas no agropecuarias (CNA) que funcionan en el país estén vinculadas al sector del comercio, la gastronomía y los servicios, y con mayoritaria presencia en La Habana, condiciona la posibilidad de que ha sido estrecho el diapasón de desarrollo de esa nueva forma de gestión no estatal en el país, mucho más al valorar que su nacimiento sucedió en el segundo semestre del 2013.
Además del comercio, la gastronomía y los servicios, se relacionan con el transporte de pasajeros y el movimiento de carga y sus servicios asociados, la construcción, industria, alimentación, energía y contables, y en el sector de la manufactura, de manera general.
Estas nuevas formas de gestión económica tienen presencia en todas las provincias del país, pero como antes dijimos predominan en La Habana con 221; es menester señalar que del total aprobado por el Consejo de Ministros, quedan 93 por constituirse, la mayoría de estas relacionadas con la transformación de la gastronomía en la capital.
Más allá de ser consideradas aún como un experimento, las CNA tienen la encomienda de priorizar las actividades que ofrecen soluciones al desarrollo local y contribuyen al bienestar de la población, pero esto es algo en que cada uno de los implicados deberán incidir más.
Ciertamente sería errado no reconocer los beneficios económicos que ha traído consigo la puesta en marcha de estas cooperativas, tanto desde el punto de vista tributario como de regulación del precio de sus producciones y servicios.
A ello se une, además, que resulta evidente la mayor calidad y variedad de las ofertas, favorables resultados productivos, y por ende la mejoría en los ingresos de los socios, aunque también se aprecia falta de preparación de directivos, trabajadores y funcionarios que participan en el proceso de creación y desarrollo, e irregularidades para cumplir con los abastecimientos aprobados.
Si bien la creación de las CNA respondió desde sus inicios a la necesidad de lograr una forma socialista de propiedad colectiva, en diferentes sectores, con la finalidad de producir y prestar servicios útiles a la sociedad, y bajo el concepto de asumir todos sus gastos con sus ingresos, hoy los resultados distan de las expectativas.
En tanto aumente el número de asociados en estas cooperativas, aumentará la participación de los sindicatos respectivos en su desarrollo, en especial la organización sindical del comercio, la gastronomía y los servicios, donde la membresía no estatal será pronto mayoritaria. En ese empeño, la falta de experiencia en la gestión sindical con esos trabajadores no podrá ser hándicap para acometer óptimamente la tarea, sino verdadero acicate.