Tokio.— La victoria de Cuba contra China (6-0) tuvo varios protagonistas, pero si fuéramos a llevarlo a la literatura pudieran ser descritos como tres fabulosos mosqueteros. Desde el box, Vladimir Baños rindió una clase casi perfecta de pitcheo; en tanto con el madero sobresalieron los dos hombres proa en la alineación: Roel Santos (5-3 con par de remolques) y Alexander Ayala (4-3 con una empujada).
El trío tiene en común que vienen juntos desde la Serie del Caribe de Culiacán en febrero pasado cuando vistieron el uniforme de Granma, al tiempo que son debutantes en Clásicos Mundiales, a pesar de haber integrado en otro momento selecciones nacionales a torneos internacionales.
Con 112 éxitos en las 15 Series Nacionales en que ha intervenido, el diestro pinareño estuvo a punto de trabajar perfecto en las cinco entradas que le tiró a China este martes y al entregar las riendas del partido en el quinto solo estaba convencido de haber cumplido con lo que le pidió antes del choque el mentor Carlos Martí: “asegura, pero no te confíes”.
“Supe lo de lanzar a China hace pocos días, aunque ayer todos estábamos preparados para salir contra Japón si hacía falta, a partir lo pegado o no que estuviéramos en el marcador. Al perder, sabíamos que este era un juego muy importante porque si perdíamos no íbamos del Clásico. Traté de caminar lo más posible para que los lanzadores de atrás tuvieran el trabajo más fácil”, comentó Baños.
“Me ha tocado ahora y también en play off de las Series Nacionales tirar juegos importantes o claves, pero trato solo de concentrarme y no perder el objetivo: dar la menor cantidad de bases por bola y estar siempre encima en el conteo. Así lo hice y salió el trabajo”, precisó.
Para el jardinero central, Roel Santos, el evento está cumpliendo sus expectativas. El promedio de 571, los fildeos hechos y el aporte como primer bate han llegado después de un largo período de preparación, en lo que ha sido fundamental su paso por la Liga Can-Am en el 2016.
“Había deseado mucho ser primer bate de un equipo Cuba y ahora que lo soy estoy esforzándome por hacerlo bien. Mi misión de embasarme, de batear en conteo, de darle velocidad a la alineación la he cumplido. Ahora solo quiero seguir así y lograr la victoria contra Australia para avanzar a la segunda ronda”, dijo Santos.
“China ha mejorado su béisbol, pero todavía muestra debilidad en el pitcheo y en el bateo. La “sacudida” que nos dio el director en el tercer inning levantó al equipo porque estábamos haciendo cosas mal y a partir de ahí todo funcionó mejor. Es impresionante el Tokyo Dome, pero ya estoy acostumbrado a jugar bajo techo, no es difícil adaptarse”.
Con 17 temporadas jugadas bajo el uniforme de Camagüey, Alexander Ayala es hoy el torpedero de la selección nacional por derecho propio, tras una sobresaliente campaña 2016-2017, en la que terminó tercero entre lo bateadores.
“Me siento bien en el segundo turno, aunque lo hice como tercero en Culiacán. Le trato siempre de pegar a la pelota hacia donde hace falta y he tenido la ayuda de Kindelán y otros compañeros para mejorar mi zona de bateo, pues aquí es más estrecha la zona de strike”, explicó sin ocultar que no se siente presionado cuando sale al terreno, pues sale a disfrutar, a divertirse.
“China nos hizo resistencia al principio, pero estábamos seguros que íbamos a producir carreras porque el equipo está bateando y solo pensamos en la segunda fase y en dar batalla para colarnos en la semifinal. Todavia hay Cuba para rato”, concluyó el carismático jugador, quien jamás había jugado en el estadio Tokyo Dome, uno de los más emblemáticos del béisbol en el mundo.
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.