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Hassan Pérez Casabona
Cuando se anunciaron los participantes y el cronograma oficial del IV Clásico Mundial de Béisbol la mayoría de los fanáticos se aventuraron con los pronósticos sobre que conjuntos avanzarían dentro del organigrama y cuáles llegarían a la disputa de la corona.
Hubo consenso de que en las postrimerías debían contender República Dominicana, Venezuela, Japón, Estados Unidos … pero lo que nadie se aventuró a vaticinar fue que Israel, debutante en estas lides, ganaría sus dos primeros encuentros ante dos naciones donde la pelota es pasión.
En el primer choque dentro del Grupo A, que tiene lugar en Seúl, los israelíes derrotaron 2×1 en diez entradas a los anfitriones, quienes se alzaron con la última corona olímpica en esta disciplina (en Beijing 2008) y finalizaron con plata en el II Clásico en el 2009, entre múltiples resultados descollantes. La opinión entonces entre las agencias deportivas y el público en general fue catalogar el hecho como sorpresa.
Hace solo unas horas, dicha escuadra repitió la dosis y desbancó de manera holgada 15×7 a Taipei de China, asegurando prácticamente su inclusión en la segunda ronda.
La escuadra de Israel (repleta de jugadores estadounidenses de ascendencia judía) conectó a sus anchas los envíos de los serpentineros taipeianos, al punto de despachar 20 inatrapables, tres de ellos del inicialista y cuarto madero Nate Freiman, incluido un cuadrangular en el noveno, quien remolcó además cuatro hacia el plato. El receptor Ryan Lavarnway, sexto en el line up, se fue del parque en el tercero.
En la misma entrada de apertura los hebreos, quienes jugaron como visitadores, anotaron cuatro carreras, añadiendo dos en el tercer capítulo, cinco en el denominado inning de la suerte, otra en el octavo y remataron con 3 en el epílogo.
Los asiáticos marcaron la cruz en tres ocasiones en el sexto y en cuatro en el adiós. No puede decirse que su ofensiva fuera limitada pues ligaron doce indiscutibles.
Corey Baker se llevó la victoria mientras que Chun-Lin Kuo cargó con el revés. Una expresión nítida de que este certamen hace replantear las concepciones técnico- tácticas en múltiples ámbitos (teniendo en cuentas las regulaciones existentes) es que los ganadores emplearon a siete serpentineros por seis los derrotados. A la defensa se cometieron tres marfiladas, dos de ellas a la cuenta del conjunto de Taipei.
Con este comienzo enrevesado muchos han cambiado sus consideraciones previas, sobre un evento que pese a determinadas noticias debe proseguir en lo adelante, en la medida que el béisbol continúa internacionalizándose. Ese fue uno de los propósitos cardinales que animó al entonces comisionado de la Major League Baseball (MLB), Allan “Bud” Sellig, para que en el 2006 echara a rodar la competición más encumbrada da toda la historia en el deporte de las bolas y strikes.
Veremos si prosiguen los hechos inesperados o si las aguas toman su nivel.
