La parca, avariciosa y caprichosa, a veces nos arrebata de forma continuada a populares figuras de la cultura cubana. Y la pena se amontona. Así nos impactó en los últimos días, cuando vino en busca de tres queridos creadores de la radio, el teatro y el periodismo, y la música: Alberto Luberta (Alberto Damián Luberta Noy; Pogolotti, Marianao, 1931), Amado del Pino (Amadito; Tamarindo, Florencia, 1960) y Mario Luis Valdés (Mayito el flaco; Pinar del Río, 1966).
Serena e inevitable, aunque la presencia de la muerte ya sea necesaria ante el martirio y el dolor, nunca nos acostumbramos a la idea de la partida de nuestros seres queridos o de aquellos que de alguna manera enriquecen nuestra espiritualidad.
Luberta, Premio Nacional de la Radio y de Humorismo, hizo reír a varias generaciones a través de sus libretos para el espacio Alegrías de sobremesa, el cual ideó hace más de cinco décadas y media e hizo de este uno de los más sonados en la radio cubana.
En un ómnibus, parque, centro de trabajo, o en el hogar, muchos oyentes han disfrutado de los cubanísimos guiones del maestro del éter, quien expresó: “La radio le dio sentido a mi vida. Aunque a través de mi carrera he escrito programas de todo tipo”.
Fue miembro del Movimiento 26 de Julio en la clandestinidad, y militaba en el Partido Comunista de Cuba. También fue fundador del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC); y laureado con infinidad de reconocimientos del Instituto Cubano de Radio y Televisión, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el Ministerio de Cultura, el Consejo de Estado de la República de Cuba y el SNTC. Recientemente recibió la Medalla conmemorativa 60 Aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Poco antes, había fallecido en Madrid el colega Amado del Pino, querido y respetado no solo en los medios, sino además en el mundo del teatro, en el que ejerció como crítico, y también como actor y dramaturgo. Su impronta igualmente quedó en el cine, sobre todo por su memorable papel del gordo, en la película Clandestinos, de Fernando Pérez.
A Amadito, como cariñosamente le llamábamos, también la muerte se lo arrebató a la cultura cubana, poco antes de que este criollo buena gente arribara a los 57 años de edad, en tiempos en que se desempeñaba entre Murcia, Madrid y La Habana.
Además de avezado crítico y periodista, Del Pino fue profesor. Se graduó en Teatrología y Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte, y entre sus obras para el teatro se encuentran Tren hacia la dicha, Triángulo, Cuatro Menos y Penumbra en el noveno cuarto. Obtuvo numerosos laureles y reconocimientos, tales como el Premio Virgilio Piñera por su obra El zapato sucio y el Premio José Antonio Ramos, otorgado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba por Penumbra en el noveno cuarto.Asimismo le fueron conferidos el Premio Internacional de Teatro Carlos Arniches por su obra Cuatro Menos, y el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández por su libro Los amigos cubanos de Miguel Hernández —escrito junto a su compañera Tania Cordero—.
Por último, vino la mala novedad cuando la célebre orquesta Los Van Van dio a conocer la defunción de uno de los músicos que la integró durante toda una década: Mayito el flaco.
Millones de cubanos y de bailadores de todo el mundo, en la década de los 80 y primeros años de los 90 del pasado siglo, en las voces de Mayito movieron sus pies con los contagiosos ritmos de Juan Formell y su agrupación, en números tales como Ya tu campana no suena, Recaditos No, De 5 a 7, y Se muere de sed la tía, entre otros clásicos del pentagrama nacional.
El carisma, calidad vocal y particular gracia del ingeniero civil devenido cantante de formación autodidacta, prontamente le ganó la simpatía entre el público, el cual continuó aplaudiéndolo cuando a partir del año 1993 creó el grupo Mayito y su Piquete, hasta que en el 2006 se incorporó a La nueva justicia, lidereada por Pedrito Calvo, otro famoso excantante del bien llamado Tren de la música cubana.
Luberta, Amadito y Mayito permanecerán siempre en la memoria popular. Llegue hasta familiares y amigos, el sentir profundo de los trabajadores cubanos.