El funcionamiento integral del sindicato a todos los niveles, pero principalmente en la base, donde late el corazón de la economía cubana, pasa, entre otros muchos aspectos de influencia, por la participación activa en los consejos de dirección de los organismos, entidades y centros laborales.
Pero no siempre ese ejercicio de representación se hace de manera eficaz. Por tanto, queda desaprovechado un espacio primordial para plantear y analizar preocupaciones de los afiliados, discutir aspectos básicos, como los relacionados con el empleo y los salarios, la salud y seguridad del trabajo, los medios de protección y la ejecución del presupuesto destinado para su adquisición, la alimentación, la transportación y otros.
Precisamente, el objetivo número 8, aprobado en el XX Congreso de la CTC (febrero del 2014), señala: “Ejercer el papel del sindicato de representar a los trabajadores, participando de manera activa en las definiciones de políticas que los involucren, y de igual forma, exigir su cumplimiento como corresponde, a partir del vínculo con los colectivos laborales, áreas de trabajo y con los trabajadores”.
En un análisis sobre ese asunto, al cual asistí, plantearon algo muy notable y a la vez negativo: Hay centros en los cuales ha transcurrido un semestre sin que intervenga un representante de la sección sindical en el consejo de dirección que se efectúa cada mes.
Resulta inconcebible, pues en dicho encuentro se adoptan las principales estrategias y decisiones que involucran directamente a los trabajadores. ¿Dónde queda entonces el ejercicio de representación, uno de los lineamientos básicos del movimiento sindical cubano? ¿En qué momento esa dirección sindical evalúa con todos los directivos de la administración, de manera conjunta, los aspectos de interés de los afiliados o los problemas que se hayan presentado?
Por otra parte, resulta imprescindible captar en ellos la información de utilidad para el colectivo laboral y transmitirla, ya sea en los matutinos o en la asamblea mensual de afiliados. Pero si no se asiste, es imposible conocer y comunicar.
Y aunque en la base radica el eslabón esencial de la cadena, también en los demás niveles, o sea, municipal, provincial y nacional, debe tenerse la asistencia y participación en esas reuniones como parte del sistema de trabajo.
Tampoco se trata de estar allí solo como simples receptores de ideas y planteamientos, sin hacer valer las observaciones pertinentes a partir de la posición que le corresponde al sindicato, como organizador y representante de los trabajadores. En cada aspecto que sea analizado en aras de adoptar decisiones y que alguna de ellas tenga influencia o relación directa con el colectivo deben tenerse en cuenta las consideraciones de la dirección sindical.
Hay entidades en las que la administración y el sindicato mantienen una estrecha relación, sin suplantar o menospreciar las funciones que tienen cada uno. Pero hay otros —y no pocos por cierto— donde la labor conjunta no tiene esa característica y sucede, por lo general, que a la voz del sindicato no le dan el valor que realmente merece o los representantes elegidos por los trabajadores de manera democrática no han exigido que le otorguen el respeto que les corresponde.
En los lugares que así sucede se impone un cambio y para ello deben estar presentes la influencia y el accionar de las estructuras superiores, porque a los dirigentes en la base nunca debe dejárseles solos, máxime si son jóvenes o de reciente incorporación al ejecutivo sindical.
Quizás resulte necesario mayor exigencia y preocupación sobre ese aspecto fundamental, pues la cotidianidad demuestra que es difícil ejecutar lo que no se controla y exige con el rigor y la periodicidad correspondiente.
En la clausura del XX Congreso de la CTC, el General de Ejército Raúl Castro Ruz expresó: “En estas circunstancias crece el papel del movimiento sindical cubano y las importantes misiones que le corresponden: por una parte, organizar, integrar y movilizar a los trabajadores en interés de la formación de valores laborales, patrióticos y morales, y por la otra, representarlos y defender sus derechos ante la administración en un clima de exigencia mutua. Para alcanzar este objetivo la labor sindical debe despojarse de formalismos y de la vieja mentalidad, surgida a lo largo de años de paternalismo, igualitarismo, gratuidades excesivas y subsidios indebidos”.
Y para cumplir esos imperativos, constituye un asunto de esencia participar de manera activa en los consejos de dirección y aprovechar al máximo las posibilidades que da ese espacio de análisis y de adopción de decisiones.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.