Hassan Pérez Casabona⃰
Justo al mediodía del miércoles 17 de diciembre del 2014 un anuncio estremeció a la opinión pública internacional: Estados Unidos y Cuba decidían restablecer relaciones diplomáticas y comenzar así un nuevo tipo de vínculos.
La propia jornada (minutos antes de ese planteamiento, cuya génesis radicó en el reconocimiento del presidente Barack Obama de que la política implementada por sus país hacia la Mayor de las Antillas a lo largo de más de cincuenta años fracasó), el pueblo cubano vibró de emoción al escuchar al General de Ejército Raúl Castro Ruz informar que regresaron a la patria, Gerardo, Antonio y Ramón, completando así la presencia entre nosotros de los Cinco Héroes Antiterroristas.
Fue precisamente por el retorno de esos jóvenes, los cuales representan los mejores valores del socialismo, que toda la nación libró una heroica lucha -a la que se sumaron millones de voces en el planeta- desde que el Comandante en Jefe sentenció en la Tribuna Abierta del Cotorro, el 23 de junio del 2001: “Solo les digo una cosa: ¡Volverán!”
El 20 de julio del 2015, con la enseña nacional ondeando en el cielo estadounidense a partir de la reapertura de nuestra embajada en Washington, y más tarde el 14 de agosto, con la ceremonia equivalente efectuada por las autoridades norteamericanas para reabrir la sede cerrada por ellos el 3 de enero de 1961 -cuando el presidente Eisenhower decidió romper unilateralmente los nexos oficiales con Cuba-, concluyó la primera parte de ese proceso y echó a andar una etapa más compleja, dada en llamar por políticos y expertos como el camino hacia la normalización entre ambas naciones.
Desde el instante inicial nuestros dirigentes dejaron claro que, como mismo EE.UU. debió excluirnos de la injusta y arbitraria lista en la que nos consideraba desde 1982 como país patrocinador del terrorismo internacional -aspecto clave para el restablecimiento de las relaciones-, resultaba imprescindible la solución de determinadas cuestiones, para asegurar la efectividad de esos lazos.
En esa línea debía eliminarse el bloqueo comercial, económico y financiero que pesa sobre nuestras vidas, oficialmente desde la proclama 3447 firmada por el presidente Kennedy en febrero de 1962, pero puesto en práctica casi desde el triunfo mismo revolucionario. Asimismo tenían que cesar las trasmisiones radiales y televisivas diseñadas contra nosotros -en desacato a todas las regulaciones internacionales sobre telecomunicaciones- al igual que los instrumentos concebidos para fomentar la subversión interna.
De igual manera nuestro pueblo debe recibir las compensaciones correspondientes por los daños materiales y humanos ocasionados por el bloqueo; violatorio de cuanta convención y tratado existe, los cuales consideran privar de alimentos y medicamentos, incluso en época de confrontaciones bélicas, como crímenes de lesa humanidad.
Otro asunto cardinal es la devolución del territorio que ocupan ilegalmente en la provincia de Guantánamo, donde tienen enclavada una Base Naval contra la voluntad del pueblo y gobierno cubano.[1]
Relacionado con este último tema tuvo lugar la presentación del texto Base Naval en Guantánamo: Estados Unidos versus Cuba, de la autoría de Ernesto Limia Díaz, Elier Ramírez Cañedo, Harold Bertot Triana y René Gonzalez Barrios, cuatro investigadores cubanos de diferentes generaciones.
La obra es uno de los múltiples empeños de la editorial Ocean Sur por divulgar las mejores ideas relacionadas con la lucha revolucionaria, y el pensamiento descolonizador, propósito en el que descuellan numerosos materiales sobre el Comandante en Jefe Fidel Castro y el Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara.
Los Héroes de la República de Cuba, Gerardo Hernández Nordelo y Fernando González Llort, tuvieron a su cargo las palabras introductorias al volumen, en una actividad desarrollada en la sede del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI) ante un público mayoritariamente joven, que incluyó a estudiantes de la academia diplomática de Haití.
Hernández Nordelo, vicerrector del ISRI, destacó que: “Se trata de un libro de mucha actualidad. No se puede entender en toda su magnitud el conflicto entre Estados Unidos y Cuba, ni las relaciones actuales, sin tener en cuenta la problemática sobre la Base Naval en Guantánamo. Son cuatro ensayos en los que se recogen elementos históricos y de otra índole. Es un texto de obligatoria lectura. De sus páginas se extrae la conclusión de que jamás se podrá hablar de normalización, mientras la Base no sea devuelta a Cuba”.
González Llort, por su parte, elogió la presencia de tantos estudiantes y jóvenes en el auditorio y el hecho de que el escenario escogido fuera el ISRI. Esta es una institución universitaria de enorme autoridad desde que se fundara en 1976, incluso más allá de nuestros predios, que está dedicada a la formación de los diplomáticos que divulgan la obra revolucionaria por todo el mundo.
Su claustro está integrado por prestigiosos profesores y experimentados profesionales del ramo, quienes trasmiten a sus educandos la manera en que se pone de manifiesto la política exterior de la Revolución Cubana, la cual está cimentada en principios inquebrantables y en los ejemplos de consagración, modestia, humildad y entereza ideológica a toda prueba que emanan del pensamiento de Fidel, el Che, Raúl, Roa, Carlos Rafael Rodríguez y otras figuras, que a lo largo de estos años dedicaron parte de su labro a dicho frente. Todo ello desde la convicción profunda de que en esta actividad, como en el resto de los campos de lucha, el principal hacedor y protagonista de cada victoria es el pueblo cubano.
Sobre el libro, el también vicepresidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), dijo: “Son cuatro ensayos con un orden coherente, que parten desde la contextualización histórica relacionada con los años de la llamada guerra hispano-cubana-norteamericana, momento en que Estados Unidos irrumpe en la palestra internacional como potencia imperialista. Es también un gran aporte desde la fundamentación jurídica que apoya el derecho de Cuba a reclamar su territorio, al mismo tiempo que se levanta como crítica a las posiciones en este ámbito que se propalan en EE.UU., y que tratan de justificar el mantenimiento de la Base”.
Profundizando en esta idea, añadió: “Pocas veces tuve la ocasión de leer y estar en contacto con la seudoargumentación de aquellos que pretenden defender desde el otro lado lo indefendible. El texto es un contribución desde la polémica, también necesaria para nuestra cultura política”.
Convencido de la trascendencia de un estudio de esta envergadura, señaló: “El valor fundamental del libro es convertirlo en un instrumento de lucha por la definitiva devolución de una parte de nuestro territorio. No podemos olvidar que Obama dejó claro en su directiva, que en la intención del gobierno estadounidense no estaba restituir la Base Naval a Cuba”. [2]
“Nuestra lucha, y la de los amigos con que contamos en todo el orbe, tiene que lograr que este tema sea prioridad para los dirigentes de ese país. Así como ocurrió a escala internacional con el caso de los Cinco, hay que hacer un esfuerzo para que suceda igual con este asunto. Es importante incrementar la divulgación. En EE.UU., la presencia de la Base no está en la discusión ni en la agenda pública. No hay, por diferentes factores, un cuestionamiento a su permanencia”, precisó.
Volviendo sobre la significación de esta investigación, remarcó: “El libro debemos asumirlo como instrumento de lucha. El éxito radica en emplearlo como herramienta de trabajo. No podemos engavetarlo. La Base Naval de Guantánamo es algo hiriente para nuestra soberanía, pero no es prolija la literatura sobre ella y resulta además complejo el acceso a los textos que abordan la esencia del problema. Damos gran valor al esfuerzo de Ocean Sur, que facilitará enormemente la difusión de estas valoraciones. Sería útil asimismo que Ocean Press, la entidad matriz, lo diera a conocer en inglés, pues ello propiciaría el acceso al pueblo norteamericano”.
Fernando propuso igualmente que: “Esta obra debe complementar las acciones que se llevan a cabo en relación con el evento internacional que se realiza en la ciudad de Guantánamo, para denunciar la presencia de bases militares en el mundo. Sus autores deberían estar en las próximas ediciones interactuando de manera directa con los delegados de diversas latitudes que intervienen en esas sesiones de debate”.
Al final de su intervención, expresó: “Ya que en pocas semanas se efectuará en República Dominicana una nueva cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es importante retomar este tema. Una Zona de Paz, como se estableció para la región en la cumbre celebrada en La Habana, en enero del 2014, no puede comprender el mantenimiento de enclaves ilegales del tipo de la Base Naval de Guantánamo”.
Como es tradicional en estas actividades, los autores del libro (que Ocean Sur obsequió a los participantes) usaron de la palabra, permitiéndole al público la posibilidad de conocer aspectos significativos de la obra y su proceso de maduración.
Ernesto Limia Díaz, en breves comentarios, apuntó: “Hay que agradecer a David Deutschman, al frente de esta casa editorial, quien se entusiasmó con la propuesta de llevar a la letra impresa las presentaciones que originalmente realizamos, como parte de un panel convocado en el evento internacional martiano “Con todos y para el bien de todos”, en enero de 2016. Quiero sugerir, especialmente, la lectura del análisis elaborado por Harold Bertot Triana, uno de nuestros juristas jóvenes talentosos, en el cual se desmontan una serie de confusiones presentes incluso entre especialistas del patio”.
Bertot Triana, por su parte, afirmó: “Traté de hacer una explicación, desde la óptica de un pensamiento descolonizador sobre el Derecho Internacional. Hay aspectos jurídicos de la Base que no pueden ser asumidos desde posturas lineales. Considero que los pueblos del sur estamos abocados a revertir determinados posicionamientos, que desafortunadamente se han impuesto en el Derecho Internacional”.
En su exposición, dijo: “Debe comprenderse que la Base es fruto del período en que el colonialismo mostró su rostro más feroz. Me motivé a incursionar en un tema que fue tratado magistralmente antes por figuras insuperables de las Ciencias Jurídicas como Fernando Álvarez Tabío, Miguel D´ Estéfano Pisani y Olga Miranda Bravo, quienes aportaron las luces para examinar estos asuntos. Coincido con la aspiración de colocar este tema en el debate de los movimientos sociales, explicando cada cuestión sin temor alguno. Digo solamente que no conozco ninguna base en el mundo que se sustente en pactos establecidos de manera indefinida, como es el caso de la que está en Guantánamo”, concluyó.
Elier Ramírez Cañedo subrayó la presencia en la actividad de Gerardo y Fernando, porque contar con ellos, “ayuda a mover el tema en varios espacios de reflexión”. Aclaró sobre el surgimiento de la obra, retomando lo planteado por Limia Díaz, que el embrión se remonta al mencionado encuentro “Con todos y para el bien de todos”.
“Fuimos tres los panelistas que expusimos en ese evento. Harold participó desde el público, con argumentos que luego desarrolló con mayor amplitud en su trabajo. Los compañeros de Ocean Sur acogieron la idea con beneplácito y este es el resultado que ponemos en consideración de los lectores de todo el continente”, puntualizó.
Ramírez Cañedo, el único de los investigadores que intervinieron en el proyecto formado originalmente como historiador, hizo énfasis en que: “Debemos utilizar el libro como arma de combate. En realidad este tema estuvo en la mente de nuestros líderes, aún antes del triunfo revolucionario. Desde 1959 alcanzó mayor notoriedad, principalmente luego de que el Comandante lo incorporara como uno de sus famosos “Cinco puntos”, durante la Crisis de Octubre, en 1962”.
“A pesar del tiempo transcurrido es algo pendiente de solución. Creo que se requiere de mayor movilización social, a nivel de la verdadera sociedad civil revolucionaria. La opinión pública norteamericana, básicamente, posee un criterio distorsionado sobre el tema. Ello tiene que ver con la manera en que se imparte la historia allí. Algunos creen que se trata de un regalo de Cuba, por el supuesto papel desempañado por EE.UU. en la independencia de nuestro archipiélago de España”, acotó.
Sobre aspectos que deben esclarecerse, apostilló: “El Tratado de Relaciones entre Estados Unidos y Cuba de 1934, es uno de esos capítulos que hay que reexaminar. Ese el documento que los norteamericanos esgrimen como argumento para justificar su posición. Lo que sí es un hecho es que se trata de un material lleno de anomalías, entre ellas que es el único acuerdo a nivel global que no pone límites al tiempo de arrendamiento de una instalación. El Tratado arrastra las incongruencias con que se impuso la Enmienda Platt, mediante la cual se inauguró el 20 de mayo de 1902 aquella caricatura de república”, definió.
Adentrándose en el análisis histórico, apuntó: “No olvidemos que el denominado Gobierno de los 100 días (su duración se extendió a 127 jornadas), en el cual la impronta de Antonio Guiteras resultó decisiva, fue el único al cual EE.UU. no reconoció durante la seudorépublica y al que la administración del presidente Franklin Delano Roosevelt se esforzó por derrocar”.
“Las negociaciones del 34´, aseguró, se desarrollaron de manera secreta, sin ningún tipo de participación del pueblo. Mientras ello ocurría hubo buques de guerra en la bahía habanera, recordándoles a los cubanos que ´debíamos portarnos bien´. Fue una muestra de lo que hoy se conoce como ´Operaciones Preventivas´, claro ejemplo de cómo se probaron en Cuba mecanismos que después se extendieron hacia otras latitudes. Hay que reiterar además que la Base Naval fue utilizada para agredir a otras naciones. Se trata de un enclave que no tiene fundamento ni legalidad alguna. Tenemos que situar el conocimiento de este tema al nivel de la batallas por el regreso del niño Elián González y de los Cinco Héroes”, finalizó.[3]
René González Barrios, en el cierre, elogió la presencia de estudiantes haitianos de relaciones internacionales. “La historia de Haití en el siglo XX está estrechamente vinculada con la Base Naval de Guantánamo, pues desde allí salieron varias veces las tropas norteamericanas que ocuparon ese hermano país”.
En su intervención González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba, afirmó: “Queda mucho por decir sobre los impactos de la Base hacia Centroamérica y el Caribe. Ella comenzó a operar el 10 de diciembre de 1903 y desde entonces se erigió como laboratorio por excelencia del imperialismo en el diseño y ejecución de múltiples fechorías en el área. Desde allí salieron tropas para las invasiones a México, en 1914, Haití, Guatemala, Honduras, República Dominicana y Granada. También agrupaciones para el enfrentamiento en Nicaragua a ese emblema de la lucha revolucionaria que es Augusto César Sandino, el ´General de Hombres Libres´. Es un aspecto en el que hay que continuar profundizando”.
Planteó además, que: “En las cuatro intervenciones que realizó EE.UU. a Cuba, Guantánamo estuvo implicado. A Batista, por ejemplo, se le suministró armamento desde sus instalaciones, en contra de las propias leyes norteamericanas. De otro lado se trata de la segunda bahía más importante del país, que ha sido contaminada por los procederes yanquis durante este tiempo, acarreando además diferentes afecciones en Caimanera, limítrofe con el enclave, al punto de que es el municipio con más alta tasa de enfermedades cancerígenas y gastrointestinales del país, así como traumas sicológicos”.
El destacado historiador mencionó el diario “La voz del pueblo”, creado en 1903 para reflejar los desmanes asociados a la representación militar estadounidense en un parte de nuestro territorio. “Fue un órgano de prensa que prácticamente permanece virgen, en cuanto a la revisión por los investigadores. Hay que hurgar en sus páginas y en el resto de las fuentes documentales que se encuentran en los archivos. Queda mucha historia por contar aún. El libro es un estímulo mayúsculo para la lucha pero no agota, en lo absoluto, la necesidad de incursionar en esta temática”, concluyó.
El prólogo de la obra estuvo a cargo del Jorge Bolaños Suárez, en el presente Profesor del ISRI y con una vasta experiencia en la actividad diplomática, en las que aparece de forma sobresaliente fungir como embajador de nuestro país, entre otras naciones, en el Reino Unido, Brasil, México, así como Jefe de la extinta Sección de Intereses en Washington, y viceministro primero del MINREX. [4]
Sobre los autores, vale la pena distinguir que Limia Díaz (Bayamo, 1968) es licenciado en Derecho, especialista en análisis de la información y Titular de diplomados en Migraciones Internacionales y Economía. Diversos artículos y ensayos suyos se han divulgado en medios de varias naciones. Es autor de Cuba entre tres imperios: perla, llave y antemural, que diera a conocer Ediciones Boloña, en el 2012 y que reeditó la Casa Editorial Verde Olivo, en el 2014; de Cuba libre. La utopía secuestrada, que vio la luz igualmente por Verde Olivo, en el 2015 y de Cuba ¿fin de la Historia?, dado a conocer hace solo unos meses por Ocean Sur.
Bertot Triana (La Habana, 1986) es licenciado en Derecho y Maestrante en Derecho Constitucional y Administrativo. Es autor de varios artículos sobre temas de Derecho Internacional Público, Derecho Constitucional, Teoría Política, Derecho Penal y Filosofía del Derecho, publicados en Cuba, Ecuador, Brasil y Chile. Ejerció como asesor jurídico y abogado litigante. En la actualidad trabaja en el Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), de la Universidad de La Habana.
Ramírez Cañedo (La Habana, 1982) se licenció en Historia, en el 2006, en la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana, casa de altos estudios en la que se desempeñó como presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). En el 2008 egresó como Máster en Historia Contemporánea (Especialidad en Relaciones Internacionales) por la propia institución, mientras que en el 2011 alcanzó el grado de Doctor en Ciencias Históricas.
Es coautor de los libros El autonomismo en las horas cruciales de la nación cubana (Editorial de Ciencias Sociales, 2008); De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba (Ciencias Sociales, 2011 y 2014) -texto al que Piero Gleijeses, reconocido profesor de la Universidad John Hopkins, calificó como un clásico en la materia- y Aproximaciones al conflicto Cuba-Estados Unidos (Editora Política, 2015). Los dos últimos volúmenes fueron elaborados de conjunto con el Dr. Esteban Morales Domínguez.
Es miembro además de la dirección nacional de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Su blog Dialogar-dialogar es un espacio de divulgación y debate permanente sobre cuestiones históricas, políticas y culturales. Pertenece al Consejo Científico del Instituto de Historia de Cuba y del Tribunal Nacional de Doctorados en Ciencias Políticas. Todos esos resultados avalaron su elección como miembro concurrente de la Academia de Historia de Cuba.
González Barrios, por último, nació en Pinar del Río en 1961. A mediados de la década del 80 de la pasada centuria egresó de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. Poco después cumplió misión internacionalista en Angola. Posee una sólida obra historiográfica, en la que sobresalen los libros En el mayor silencio (1990); Almas sin fronteras. Generales extranjeros en el Ejército Libertador (1996); Los capitanes generales en Cuba: 1868-1878 (1999); Cruzada de Libertad. Venezuela por Cuba (2005) y Un Maine detenido en el tiempo. La base naval de Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo (2013), dedicado por entero a la cuestión retomada en esta edición. Es coautor de El diferendo histórico bilateral entre Cuba y Estados Unidos (1994) y de El ejército español en Cuba: 1868-1878 (2000).
Es miembro de la UNEAC y de la Academia de Historia de Cuba. A principios de siglo cumplió misión diplomática en México, contribuyendo desde esa responsabilidad de manera significativa al afianzamiento de los lazos históricos y culturales con la hermana nación. Desde el 2012 se desempeña como presidente del Instituto de Historia de Cuba (IHC). Es Coronel ® de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
⃰El autor es Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), de la Universidad de La Habana.
Notas, citas y referencias bibliográficas.
[1] En la III Cumbre de la CELAC, efectuada en enero del 2015 en San José de Costa Rica, el compañero Raúl afirmó: “El restablecimiento de las relaciones diplomáticas es el inicio de un proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales, pero esta no será posible mientras exista el bloqueo, no se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo (Aplausos), no cesen las trasmisiones radiales y televisivas violatorias de las normas internacionales, no haya compensación justa a nuestro pueblo por los daños humanos y económicos que ha sufrido. No sería ético, justo ni aceptable que se pidiera a Cuba nada a cambio. Si estos problemas no se resuelven, este acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos no tendría sentido”. Raúl Castro Ruz: “La política exterior de la Revolución cubana seguirá fiel a sus principios”, en: “Desarrollar la unidad en la diversidad, la actuación cohesionada y el respeto a las diferencias seguirá siendo nuestro primer propósito y una necesidad ineludible”, Suplemento Especial de Granma, jueves 29 de enero de 2015, pp. 6-7.
[2] En el citado documento emitido el 14 de octubre del 2016 bajo el nombre de DIRECTIVA PRESIDENCIAL DE POLÍTICAS (PRESIDENTIAL POLICY DIRECTIVE /PPD-43), cuya presentación corrió a cargo de la Asistente de Seguridad Nacional Susan Rice desde el centro Wodrow Wilson, se plantea textualmente que: “Anticipamos que el gobierno cubano continuará oponiéndose a las políticas y operaciones estadounidenses de migración y a los programas de democracia, Radio y TV Martí, la presencia de los Estados Unidos en la Base Naval de Guantánamo, y el embargo. El Gobierno de los Estados Unidos no tiene intención de modificar el tratado de arrendamiento vigente y otras disposiciones relacionadas con la Base Naval de Guantánamo, que permite a los Estados Unidos mejorar y preservar la seguridad regional”. Ver en: “Normalizar no es sinónimo de bloquear”, suplemento de Granma, jueves 20 de octubre de 2016. [3] El 19 de febrero del 2000, en el fragor del combate por el retorno del pequeño Elián González -batalla librada en defensa del derecho de todos los padres tercermundistas a educar a sus hijos- nuestro pueblo aprobó en el campo sagrado donde Antonio Maceo protagonizó la inolvidable Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878, un Juramento en el que están contenidas las ideas esenciales de lucha. En el texto, también se reivindica nuestra autoridad inalienable sobre esa porción de territorio que el imperialismo nos usurpó, si bien se precisa que en ese momento no era la motivación inmediata, por estar inmersos en una contienda de especial sensibilidad como la relacionada con el caso de un niño. En una de las partes del documento, se asegura: “¡La Ley de Ajuste Cubano debe cesar! ¡La Ley Helms-Burton debe cesar! ¡La Ley Torricelli debe cesar! ¡Las enmiendas introducidas de contrabando en muchas leyes del Congreso de Estados Unidos para agravar los sufrimientos de nuestro pueblo, deben cesar! ¡El bloqueo en su conjunto y la criminal guerra económica contra Cuba deben cesar! ¡Las amenazas, las campañas subversivas, los planes de desestabilización, deben cesar! Y a su debido tiempo, ya que no constituye objetivo prioritario en este instante aunque si justísimo e irrenunciable derecho de nuestro pueblo, ¡el territorio ilegalmente ocupado de Guantánamo debe y será devuelto a Cuba!”. Ver en: Batalla por la liberación de Elián González, Editora Política, La Habana, 2000, p. 134. [4] Es oportuno reproducir el fragmento con que el compañero Bolaños Suárez concluye su introducción al libro. “Al leer este volumen, no pude menos que recordar una conversación que sostuve en Londres con el entonces exiliado namibio San Nujoma, quien refiriéndose a la otrora Sudáfrica dijo, usando una frase en su propia lengua: ´qué difícil es vivir al lado de un elefante´. Compartí su sentimiento porque en Guantánamo nuestro poderoso y cercano vecino nos impuso un gigantesco elefante para que viviera perennemente a nuestro lado. Hoy Namibia es una nación libre y su vecino más próximo no es un elefante, sino la fraterna república que refundara Mandela. Mientras tanto, el fantasma imperial de la Enmienda Platt sigue presente a pesar del histórico y digno repudio del pueblo y gobierno cubano… ¡Por ahora!”. Ob. Cit, p. 3.