Fue una tarde de emociones aquella en el Karl Marx. La incertidumbre nos colmaba a todos. ¿Vendría Fidel a la gala por su cumpleaños? Así, minutos antes de descorrer las cortinas del teatro, el anhelo se hizo realidad: ¡El Comandante había llegado!
Ese día caluroso de agosto, los miles de personas que se habían congregado allí para celebrar el cumpleaños 90 de un grande de nuestra historia —junto a los niños de la compañía de teatro infantil La Colmenita— unidos en una sola voz aclamaban su presencia con consignas escuchadas tantas veces como Fidel…pa`lo que sea o Fidel, Fidel, qué tiene Fidel que los imperialistas no pueden con él. Sin embargo, en esa ocasión esas frases tenían una connotación especial.
Un bello recorrido por la historia patria despertó en el auditorio los sentimientos más profundos. De Fidel y de Martí, como su más grande inspirador, se pronunciaron las palabras más tiernas y hermosas.
Eusebio Leal, una vez más con su sorprendente oratoria, habló sobre el hombre que condujo los destinos de un país, “un buen amigo y maestro”, lo calificó. Y así, entre cantos y poemas, transcurrió la velada, de la cual salimos todos impactados.
El Presidente venezolano Nicolás Maduro estaba a su lado y de vez en vez susurraban algo, ¿quién sabe qué anécdota o recuerdo alguno? Y al finalizar, sobrecogido por la actuación de los pequeños, Fidel llamó a una niña, que salió corriendo del escenario hasta él, y le susurró algunas palabras. Hermosa escena que quedará por siempre registrada en la historia.
Todavía no había anochecido cuando salimos del teatro. Detenidos en el lobby unos instantes nos percatamos de cuánto había calado el espectáculo y cuánto se había agradecido la presencia del Comandante.
Sin lugar a dudas, había sido de lo mejor que habíamos visto en los últimos años y una oportunidad única. Fidel entre nosotros, era el lema de la jornada por su 90 cumpleaños y lo habíamos podido compartir con él.
Pepe, el fotógrafo que me acompañaba en la cobertura periodística, tampoco pudo esconder sus sentimientos. Ya en las afueras del Karl Marx, me dijo con una voz entrecortada: “Sin proponérnoslo, hemos sido testigos de un acontecimiento histórico”.
Ahora, unos meses después, nos sorprende esta trágica noticia que ha conmovido a los patriotas cubanos y al mundo. Ya Fidel no está físicamente entre nosotros, mas su halo de esperanza, su humanismo sin límites, su ejemplo personal y su confianza en la victoria están sembrados por siempre. ¡Gloria eterna para usted, Comandante!