Por Ramón Barreras Ferrán y Rodny Alcolea Olivares
Los lugareños de las zonas guantanameras afectadas le llaman a Matthew “el arrancatechos”. Pueden contarse con facilidad las viviendas y locales que quedaron con cubiertas. Difícil ha sido registrar todos los que las perdieron porque el viento se las llevó.
Y lo peor, ha llovido demasiado después (por ejemplo, el promedio histórico de precipitaciones para el mes de octubre fue superado con creces), y la gente y las cosas se mojaron una y otra vez y ha resultado complicado o casi imposible que los rayos del Astro Rey secaran la humedecida guatade los colchones y colchonetas, la ropa, los muebles…, a quienes les quedaron, por supuesto.
Impresiona ver las flotillas de camiones y rastras con tejas de fibrocemento y fibroasfalto, vigas de madera para sostenerlas y otros materiales desafiando el viaducto de La Farola o las empinadas y peligrosas montañas de casi todas las carreteras que acceden a la parte más oriental del país.
En los puntos de venta, insuficientes desde luego por la enorme magnitud del desastre, el ajetreo es constante con la entrada y salida de los materiales y la presencia de los damnificados buscando y transportando lo que les corresponde, a fin de poder reponer los techos y protegerse del sol y de la lluvia.
Algunos gracias al espíritu emprendedor e innovador de los cubanos, han aplicado alternativas, como colocar lonas o nailon sobre las vigas de las cubiertas y asegurarlas con puntillas o clavos recuperados, pencas de las palmas que abundan sobre el suelo, bloques, ladrillos, pedazos de madera…, lo que aparezca y resulte útil. “Lo importante es no mojarnos más”, aseveró Martha Rodríguez, damnificada en Maisí.
Téngase en cuenta que se dañaron 38 mil 842 viviendas, las que representan el 24 % del fondo habitacional de la provincia guantanamera y el 66 % del correspondiente a los municipios más perjudicados. Solamente en Maisí, de 9 mil 577 casas, fueron “lesionadas” por Matthew 8 mil 926 y en Baracoa, de 27 mil 93, tuvieron afectaciones totales o parciales 23 mil 581.
A eso se une que también los vientos, la lluvia y el mar se ensañaron con muchos centros de todos los sectores de la producción y los servicios, los cuales requieren igualmente ser activados lo antes posible. La batalla por el techo ocupa a muchos en las zonas deterioradas. Es una de las tareas de recuperación más urgente y a la vez compleja, dada la enorme magnitud de los daños. Pero de manera gradual los miles y miles de afectados están volviendo a tener lo que el viento se llevó.