Enrumbar los nuevos derroteros

Enrumbar los nuevos derroteros

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Después de transcurridos más de dos años y medio del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, otro ejercicio democrático está a punto de comenzar en el país e involucra a todos los colectivos laborales: el balance y renovación o ratificación de mandatos de las secciones sindicales.

Este proceso, que se refrenda en los artículos 25, 28 y 32 de los Estatutos de la CTC referidos al período eleccionario de las organizaciones de base, no podrá menospreciar ninguno de los pasos establecidos sobrentendiendo que son las estructuras más simples de los sindicatos; sus fortalezas hacen los cimientos de la pirámide que se forma hasta el nivel nacional.

Por eso es elemental la preparación de los dirigentes sindicales, sobre todo de aquellos que conducirán las asambleas y la creación de un ambiente movilizador en torno a ellas, que involucre de manera consciente a todos y cada uno de los trabajadores.

El período para su realización ocupa los meses de noviembre a enero; se deben efectuar organizadamente, en el momento en que estén creadas las condiciones en los colectivos laborales.

Dos aspectos son decisivos antes y durante las asambleas: la elaboración del informe de balance —que hará una rendición de cuenta de la gestión del ejecutivo a sus afiliados—, y la visualización de los líderes sindicales, de esas mujeres y hombres que estén más capacitados, comprometidos e identificados con este movimiento.

De ahí hay que esperar una buena discusión de los asuntos planteados: críticas al ejecutivo de la sección sindical y a las administraciones y hasta iniciativas que compulsen la solución de problemas. La asamblea debe contribuir al fortalecimiento de los organismos de dirección a partir del cumplimiento de dos objetivos esenciales: la economía y la prominencia del funcionamiento sindical.

La elección de quienes puedan representar mejor a los trabajadores marcará el devenir de la sección sindical, y por qué no, de los organismos de dirección —que harán sus procesos de balance, de enero a abril— y de las estructuras de los sindicatos en los niveles superiores.

El secretario general de la sección sindical deberá ser el afiliado más idóneo, quien tenga reconocimiento en el colectivo, goce de autoridad y prestigio para representar y defender los derechos de los trabajadores, así como para influir en el resto de los miembros del secretariado ejecutivo para el cumplimiento de las tareas con las exigencias requeridas.

Es indiscutible que los líderes surgen en la base: en las fábricas, en los cañaverales, en las escuelas, en las minas… allí se foguean en la defensa diaria de los intereses colectivos, y trascienden con mayor o menor fuerza para ser captados por otros que los promoverán a puestos superiores de dirección.

De cada rama o sector de la economía y los servicios surgirán los dirigentes; ellos engrosarán la cantera para las estructuras municipales, provinciales y nacionales de cada sindicato. De aquí salen los cuadros del movimiento sindical.

Los sindicatos Agropecuarios y Forestales, y de la Salud no realizarán estas reuniones, ya que se encuentran inmersos en su Primera Conferencia Nacional, ni los de Transporte y la Construcción, que lo harán como parte del proceso orgánico que está al iniciarse.

La etapa de balance en las secciones sindicales está marcada por acontecimientos importantes: el cumplimiento de los acuerdos del XX Congreso de la CTC y de los Lineamientos de la Política Económica y Social emanados del VII Congreso del Partido. Ello deberá ser acicate y también un vehículo para impulsar los planes de producción y de los servicios del año. Es en las organizaciones de base donde se discuten las proyecciones del trabajo anual y los presupuestos que garantizan la sostenibilidad y preservación del sistema social.

Estas asambleas de balance deberán ser una oportunidad más para incentivar la cultura económica e innovadora de los trabajadores, profundizar en la aplicación de sistemas de pago que estimulen la productividad y como consecuencia el aumento de los ingresos.

Y es preciso que en ellas se promueva el trabajo político-ideológico que permita el enfrentamiento a lo mal hecho, pero también se reconozcan las mejores actitudes, el sentido de pertenencia y el ejemplo que constituyen los trabajadores más abnegados. El balance es como eso que hacen las buenas familias: sentarse a la mesa, mirarse a la cara, decir la verdad y enrumbar nuevos derroteros.

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