La semana no podía reunir más acontecimientos beisboleros: aniversario 70 del estadio Latinoamericano, solicitud de refuerzos para la segunda fase de la 56 Serie Nacional de Béisbol y la XXX edición de un Juego de Estrellas, con sede en territorio matancero.
Comoquiera que los play off de repechage por los dos cupos restantes levantó expectación en las provincias involucradas y un poco más allá, la fórmula no debiera perderse en el futuro, sea cual fuera el cambio de estructura (hemos tenido más de cinco en cuatro décadas), aunque dejar fuera a 300 peloteros a mitad de campaña sigue siendo un puñal para el propio béisbol porque no se puede aspirar a calidad y desarrollo en un solo torneo al mismo tiempo.
En cuanto a los 30 peloteros que podrán sumarse a los seis equipos clasificados, no es un secreto que al menos la mitad —quizás más— serán lanzadores, en tanto receptores, bateadores de fuerza y torpederos podrán ser muy demandados según las necesidades que hemos detectado en esas nóminas.
Matanzas debe estar pensando añadir a su casi perfecta alineación a una pareja o trío de serpentineros, un receptor y otro jugador de posición (pudiera ser torpedero o jardinero). Ciego de Ávila necesita un antesalista, tres nombres para subir al box y algún remolcador de carrera; en tanto Villa Clara pudiera agregar un campo corto, dos toleteros que puedan impulsar corredores y par de pítcheres.
En cuanto a Granma, su mentor ya anunció que buscará un cátcher, tres tiradores y un jugador de cuadro con ofensiva; al tiempo que Holguín debe estar pensando en par de guardabosques, igual cantidad de lanzadores y no sería descartado un hombre para llevar los arreos detrás de home. Camagüey necesita con urgencia tres brazos fuertes para la lomita y dos jardineros.
Puede ser que la propia dinámica del proceso de solicitud varíe más de una pretensión este 27 de octubre, sobre todo porque las rondas volverán a ser del sexto al primer lugar en el inicio, luego a la inversa y las tres restantes por sorteo.
Las siete décadas del Latino
Este miércoles habrá razones para festejar entre aficionados, peloteros, entrenadores y amantes del béisbol. Nacido con el nombre de Gran Stadium de La Habana, el actual Latinoamericano debe llenarnos de satisfacción a todos, pues contamos con el templo más sagrado del deporte nacional y uno de los más antiguos y admirados en América Latina.
Cuando se inauguró aquel 26 de octubre de 1946 con el partido entre los equipos Almendares y Cienfuegos muchos no podían creer la inmensa cantidad de personas que se dio cita para el juego. Cálculos conservadores hablan de 30 mil aficionados, a pesar de no tener las gradas actuales en los jardines.
En medio de varias remodelaciones en la década del 70 del siglo pasado y ser sede de múltiples eventos cumbres como el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes (1978), el bien llamado Coloso del Cerro nunca ha dejado de ser fiel al color azul del equipo más polémico de la pelota nacional, Industriales.
Todavía sin terminar la reparación total de su techo, el estadio vive en la memoria de cada pelotero como el lugar más codiciado para mostrar su talento. En sus pasillos, asientos y graderío se respira la mística de la historia tejida por miles de nombres con sus batazos o lanzamientos. Para quienes lo aman como ese patrimonio sagrado de la nación que algún día se reconocerá, el Latino significa Cuba, identidad y cultura.
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.