Clinton-Trump: Nuevo touché al desencuentro

Clinton-Trump: Nuevo touché al desencuentro

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MCX318. HEMPSTEAD (NY, EE.UU.), 26/09/2016.- La candidata Demócrata a la presidencia de los Estados Unidos Hillary Clinton (c) saluda junto al candidato republicano Donald Trump (i) en el primer debate hoy, lunes 26 de septiembre de 2016, en la Universidad Hosfra de Hempstead, Nueva York (EE.UU.). EFE/JUSTIN LANE

Los idus de marzo, dirigida en el 2011 por George Clooney, quien también actúa en ella, es una adaptación al cine de la obra de teatro Farragut North, de Beau Willimon. El filme es un thriller político absorbente, sobre un joven que comienza a trabajar como jefe de prensa de un candidato del Partido Demócrata en Estados Unidos y conoce la relación de éste con una joven enrolada en su equipo de campaña, quien pone fin a su vida luego de una relación amorosa con el contendiente.

La cortina de humo, de Barry Levinson en 1997, es otra cinta que se adentra en un escándalo político, teniendo como caballos de batalla en la gran pantalla nada menos que a Dustin Hoffman y Robert De Niro.

En 1976 Alan J. Pakula, legó una obra maestra con Todos los hombres del presidente, basada en la investigación que inician dos periodistas, la cual desembocará en el archiconocido caso “Watergate”, el cual provocó la dimisión de Richard Nixon. La película alcanzó cuatro Oscar, aunque curiosamente ninguno de ellos fue a parar a sus protagonistas estrellas: Robert Redford y Dustin Hoffman, premio que sí se llevó Jason Robards como mejor actor secundario.

Más recientemente, en el 2015, James Vanderbilt aglutinó a un nutrido grupo de excelentes actores en La verdad, propuesta con la que se sumergió en los acontecimientos electorales del 2004.

De la mano de Cate Blanchett y Robert Redford, y secundados por Topher Grace, Elisabeth Moss, Dennis Quaid, Bruce Greenwood, John Benjamin Hickey, Martin Sacks, Nicholas Hope, Aaron Glenane, Steve Bastoni, Lewis Fitz-Gerald, Christopher Stollery, Elizabeth Saunders, Andrew Fritz, el director recreó una etapa signada por la presencia norteamericana en las guerras de Afganistán e Irak.

El argumento partió del quehacer de la productora de noticias de la CBS Mary Mapes y su socio, el presentador Dan Rather, al descubrir un hecho que podría revertir el resultado electoral: las artimañas empleadas por  Bush para evadir ir a la guerra de Vietnam. La historia gira en torno a la emisión de una edición especial del legendario  programa ’60 minutes’, que saca a la luz este hecho. A partir de ahí se desata una vendaval informativo que hará que Mapes y Rather tengan que luchar para demostrar la veracidad de la noticia, colocándose por encima de los intereses políticos y económicos que se esconden detrás de los medios de comunicación.

Pese a esos sucesos W. Bush se reeligió de manera turbia, venciendo al entonces senador John Kerry, a partir de las irregularidades que se presentaron en Ohio. El republicano repitió la dosis del año 2000, donde poniendo a votar hasta los muertos en Florida, sobrepasó al vicepresidente Al Gore.

Son solo algunos ejemplos de cómo el cine de mejor factura en Estados Unidos aborda cuestiones relacionadas con la política. Ahora bien, con independencia de la capacidad de muchos realizadores, la historia real de la sociedad norteamericana desborda cualquier propuesta imaginativa. Si alguien tiene dudas haga un simple recorrido por el actual panorama electoral en ese país.

¿Quién engañó al “conejo” Rabbit?

tercer-debate-2El pasado 19 de octubre tuvo lugar en la Universidad de Las Vegas, Nevada, el tercer y último debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump.

Fue en realidad, teniendo a Chris Wallace de FOX News como moderador, el episodio final de la saga abierta entre los contendientes demócrata y republicano el lunes 26 de septiembre en la Universidad de Hosftra, en Long Island, Nueva York, y que continuó el domingo 9 de octubre en la Universidad de Washington, en Misuri; a la que se sumó el intercambio entre los aspirantes a vicepresidentes Tim Kaine y Mike Pence, el martes 4 de octubre en la Universidad Longwood, en Farmville, Virginia.

El encuentro, concebido bajo las normas de la Comisión de Debates Presidenciales, las cuales son aceptadas por ambos grupos –evidencia inequívoca, entre tantas, del alto nivel de concertación en los niveles fundamentales en que se diseña y ejecuta la política en la gigantesca nación-  tuvo como formato seis rondas de 15 minutos, con dos de ellos de respuesta a la primera interrogante de cada bloque y luego la discusión abierta, lo que permitió escuchar las consideraciones de los enrolados en la fase decisiva de la contienda rumbo a la Casa Blanca.

El tópico de apertura fue la Corte Suprema. Ante la pregunta de hacia dónde debía llevar la corte al país, y cómo interpretar la Constitución -siguiendo las valoraciones de los padres fundadores o como un documento flexible de aplicar acorde a las circunstancias cambiantes- las respuestas, como sucedió desde la confrontación inicial, revelaron la multiplicidad de concepciones presentes en esa sociedad.

No soslayemos que, con mayor intensidad a la que emplea un estudiante universitario ante un examen de fin de semestre, ambos candidatos llevan jornadas “acuartelados” junto a sus asesores, repasando de qué manera responder cada interrogante, en aras de satisfacer al sector que se identifica con ellos y, sobre todo, captar a los que se mantienen al margen. Esta es una consideración trascendente pues el debate, como el resto de las fases electorales que arrancaron hace más de un año, posee un marcado carácter mediático y, por ende, comercial.

Habida cuenta de la cualidad del capitalismo de trastocarlo todo en mercancía, incluyendo la fuerza de trabajo, los comicios están concebidos no para premiar al de trayectoria honorable o mejor desempeño público en tareas precedentes, sino para “venderle” al gran público una propuesta, por la que en este caso particular se “pagará” mayoritariamente (en varios estados se ejecuta por diversas vías desde antes) depositando el voto en las urnas el martes 8 de noviembre.

No es el mérito el activo principal de cada candidato sino la habilidad de demostrar al público, valiéndose de todas las combinaciones posibles, que él o ella está más preparado para trabajar en el Salón Oval, resguardando los intereses estratégicos de la nación.

Dentro de ese organigrama todo debe ser milimétricamente calculado por los equipos de campaña, maquinarias que en los últimos meses atraviesan por el hervidero asociado a la tensión de saber que se encuentran en un campo de batalla donde la ofensiva, contraofensiva, acceso a la información o capacidad anticipatoria para desentrañar las estratagemas del adversario resultan vitales –al igual que en el terreno bélico- si se quiere alcanzar la victoria.

En una analogía con el arte culinario, el “restaurante” relacionado con el proceso electoral norteamericano, con los debates presidenciales como parte distintiva del menú, ofrece mucha fast food o comida chatarra y no, aunque se encarguen de propalar lo contrario, platos exquisitos elaborados por chefs de renombre.

Hillary, volviendo a la arrancada, señaló: “Creo que cuando hablamos de la Corte Suprema nos referimos a un tema central de la elección, vinculado con qué tipo de país vamos a tener. ¿Qué tipo de oportunidades vamos a brindarles a nuestros ciudadanos? ¿Qué tipo de derechos vamos a tener los estadounidenses? Siento que para que sea más fuerte la Corte Suprema tenemos que ponernos del lado del pueblo norteamericano, no del lado de las poderosas corporaciones. Para mí lo principal que necesitamos es una Corte Suprema que se levante en nombre de los derechos de las mujeres, que se ponga de pie en nombre de los derechos de la comunidad LGBT”.

tercer-debate-1Trump, hizo énfasis en que: “Necesitamos una Corte Suprema que defienda la Segunda Enmienda y todas las enmiendas. (…) Creo que si mi adversaria ganara esta carrera, lo cual realmente no pienso que suceda, tendremos una Segunda Enmienda que será una réplica sumamente pequeña de lo qué es ahora”.

Clinton dijo entonces: “Apoyo la Segunda Enmienda. Viví en Arkansas 18 años maravillosos y representé al estado de Nueva York. Entiendo y respeto la tradición de tener armas,  pero también creo que puede y deber haber mayor regulación. Porque respaldo la Segunda Enmienda no quiere decir que quiero que las personas que tengan armas de fuego puedan amenazarlo o matarlo a usted o miembros de su familia. No podemos olvidar que más de 33 00 personas mueren cada año por armas de fuego. (…)  Desafortunadamente no todas las personas con armas en sus casas toman las precauciones apropiadas”.

Según datos de los Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), hubo 33.599 personas que murieron por armas de fuego en 2014, las cifras más recientes disponibles. Una de las conmociones recientes emergió con la muerte, por disparos entre dos grupos, de Trinity Gay, muchacha de 15 años e hija del velocista Tyson Gay, con múltiples medallas y quien fue recordista mundial en el hectómetro antes de la llegada del fenomenal jamaicano Usain Bolt.

La tónica discordante prosiguió en el resto de las cuestiones abordadas, desde lo concerniente al aborto, las relaciones con Rusia, la economía, los impuestos, la política exterior y la inmigración.

Al igual que en las jornadas previas el intercambio fue subiendo de tono, dando paso a exabruptos en los que Trump sacó el peor resultado. “Tenemos que convertir a Estados Unidos en un país grande de nuevo. (…) No atendemos a nuestros veteranos, atendemos a los inmigrantes indocumentados. (…) Hemos retrocedido en  educación y en la creación de empleos. (…)  Haré más a favor de negros y latinos de lo que Clinton haría en diez vidas. (…) No podemos soportar cuatro años más de Barack Obama y eso es lo que pasará si la eligen a ella”, dijo el polémico empresario en una de sus frecuentes andanadas verbales.

“Hay mucha gente mala en nuestro país, hay traficantes de drogas y criminales. Hay que construir el muro fronterizo y asegurar la frontera. Ahora tenemos unos bad (malos) hombres y les tenemos que sacar”, añadió, con la expresión de fanatismo en el rostro que lo acompaña cada vez que se refiere a estas cuestiones.

«Donald ha traído acero y aluminio chinos. De hecho, el hotel Trump aquí en Las Vegas fue hecho con acero chino. Entonces él anda por ahí con lágrimas de cocodrilo diciendo lo terrible que es, pero les ha dado empleo a los obreros metalúrgicos chinos, no a los estadounidenses», dijo Clinton.

En otro momento Trump afirmó que aunque Hillary lo superaba en experiencia política, la de ella había sido una mala trayectoria en esta esfera. Ello dio pie a una de los comentarios con los que la ex secretaria de Estado, posiblemente, obtuvo mayor trecho en la deliberación, en buena lid porque la hoja de servicios del republicano es una de la más endeblez, por no decir la más vacía, de contendiente alguno a la presidencia de ese país.

«Cuando en la década de los 70 yo trabajaba para el fondo sobre la defensa de los niños, para terminar con la discriminación contra los niños afroestadounidenses en las escuelas, él estaba siendo perseguido por el Departamento de Justicia por discriminación en sus edificios de apartamentos. En la década de los 80, cuando yo trabajaba para reformar las escuelas de Arkansas, él pedía prestado US$14 millones a su padre para empezar sus negocios. En la década de 1990 yo fui a Pekín, donde dije que los derechos de las mujeres son derechos humanos. Y él insultó a una ex Miss Universo, Alicia Machado, y la llamó «máquina de comer». Y el día en el que yo estaba en una habitación monitoreando la operación que llevaría a Osama bin Laden ante la justicia, él estaba presentado el programa The Celebrity Apprentice”, concluyó la también ex sanadora por el estado de Nueva York.

Con total desfachatez, Trump afirmó: “Qué mujer tan asquerosa”, mientras Clinton hablaba sobre sus planes en política fiscal y su visión sobre la seguridad social.

¿De qué estamos hablando?

Este tipo de debate, he ahí otra de sus debilidades esenciales, no se levanta sobre el examen sosegado y profundo de la realidad nacional y foránea. Prevalece, por el contrario, la arremetida contra el oponente dejando de lado el análisis de los asuntos cardinales.

Existe una mirada tendenciosa al pasado del rival, la cual funge como bujía para desacreditarlo hacia el futuro, todo ello aderezado con sarcasmos y ofensas por encima del desmontaje de la propuesta programática del otro. Es más un programa humorístico en horario estelar, montado sobre aspectos políticos, que una plataforma de discusión seria y responsable sobre los destinos de la nación. No es una falla de esta contienda sino “pecado capital” de la concepción sobre la que se erige el sistema.

Ello explica por qué al concluir estos eventos un ciudadano promedio podrá señalar quien “lució” mejor en el forcejeo pero, difícilmente argumentará sobre las tesis de cada cual, en relación con las cuestiones de peso. Mientras esa sea la impresión que provoquen estos shows en las personas ambos contrincantes, de alguna manera, han conseguido sus propósitos, ya que su meta es atrapar un electorado que cada vez se desconecta más de la política.  Ello es posible apoyándose básicamente en “espejismos” y la utilización de un lenguaje retórico, y no en la disección  de las problemáticas que los afectan.

Esto explica, asimismo, cómo lo que impacta con mayor fuerza en el recuerdo de los televidentes tiene que ver con las frases pronunciadas (no las ideas desarrolladas) sobre determinada cuestión. Esta vez batió los récords la afirmación de Trump de que “Veré eso en el momento oportuno. Deseo mantener el suspenso”, en relación a la pregunta de si aceptaría el resultado de los sufragios.

Con esa declaración el magnate inmobiliario puso en entredicho, olímpicamente, una de las bases supuestamente imperturbables del funcionamiento del sistema electoral estadounidense, generando de inmediato no solo la repulsa de sus adversarios sino, otra vez, la de varias de las figuras más prominentes de la agrupación republicana.

El jefe del partido, Reince Priebus, se desmarcó del controvertido candidato, con declaraciones en el canal MSNBC. Más allá de la posibilidad que se acrecienta de volver a perder el puesto máximo del entramado ejecutivo, otra preocupación cobra espacio dentro de la élite partidista: ceder el control del Congreso, el bastión en el que se han refugiado durante la doble administración Obama, también en juego en la disputa  legislativa que tendrán lugar el mismo día que las presidenciales.

«Hillary Clinton muy probablemente ganará la elección, pero la pregunta es cuál será el efecto en los candidatos republicanos al Senado, la Cámara de Representantes y otros cargos», dijo a la AFP Robert Erikson, politólogo de la universidad de Columbia.

«Los republicanos están muy temerosos por lo que Trump vaya a hacer las próximas tres semanas», subrayó este experto.

Terminada la mini serie de los debates cara a cara, sobreviene la expectativa de cómo se desarrollaran los acontecimientos en los próximos 18 días, De un lado el bando demócrata, que salió fortalecido de esto intercambios y, del otro, la entidad republicana que se fragmentó aún más, resultado de las críticas en todos los estamentos a su  representante por los escándalos que él mismo generó.

Ello no quiere decir, pese a que la ventaja de Clinton parece decisiva y su triunfo se antoja a todas luces como el escenario más probable, que se haya escrito la palabra final en la materia. La historia enseña con suficiente elocuencia que, imponderables económicos o de otra índole de última hora, construcciones mediáticas o sucesos de proyección extrafronteriza, cambiaron más de una vez el curso de las acciones previstas por expertos y encuestadoras.

Parafraseando  al mítico receptor de los Yanquis de Nueva York, Yogi Berra, exaltado al Hall de la Fama de Cooperstown, “el juego no se acaba hasta que no se acaba”. Eso sí, cada asalto fue un touché, esgrimísticamente hablando, al desencuentro de los candidatos, en el marco de un sistema político que cada vez se aparta más de las necesidades de las personas para satisfacer los intereses del gran capital.

*El autor es Licenciado en Historia; Especialista en Seguridad y Defensa Nacional y Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.

Notas.

Pueden consultarse, entre múltiples sitios que reflejaron las incidencias del debate, “5 momentos clave del último debate presidencial entre Clinton y Trump”, en: http://cnnespanol.cnn.com/2016/10/20/5-momentos-clave-del-ultimo-debate-presidencial-entre-clinton-y-trump/; “Otras frases del debate presidencial”, en: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/20/estados_unidos/1476941114_904091.ht; “Elecciones en EE.UU.: las 7 frases más impactantes del último debate presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump”, en: http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37711977;  “Clinton y Trump explican por qué deben ser presidentes”, en: http://elcomercio.pe/mundo/eeuu/tercer-ultimo-debate-hillary-clinton-donald-trump-vivo-online-noticia-1940041; “Más allá de los choques, el último debate en EE.UU. deja la inédita reacción de Donald Trump”, en: http://www.lanacion.com.ar/1948706-mas-alla-de-los-choques-el-ultimo-debate-en-eeuu-se-redujo-a-la-inedita-reaccion-de-donald-trump.

 

 

 

 

 

 

 

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