En librerías: El diablo y las manzanas

En librerías: El diablo y las manzanas

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f080126cEl Maestro y Margarita es un libro delirantemente fantástico, pero al mismo tiempo resulta un testimonio impactante de una época, de un país, del devenir de un escritor. Una y otra vez se ha dicho que con su más célebre novela, Mijaíl Bulgákov (Kiev, 1891-Moscú, 1940) entregó una especie de relato autobiográfico.

Él pudiera ser uno de los personajes de su historia, escribiendo y destruyendo lo escrito, ocultándolo de los ojos de los censores, de esa casta pseudoliteraria ahogada por los autoritarios caprichos del poder.

Bulgákov recrea un mundillo mediocre y castrante, incapaz de sostener debates profundos sobre la creación o la filosofía: a buena parte de los escritores y artistas que pueblan las páginas de El Maestro… les interesa más el pescado que puedan almorzar en el restaurante de su gremio, que el alcance y la trascendencia de sus obras.

Una fuerza maléfica, arrolladora y desquiciante como la del mismísimo Satanás crea un caos pirotécnico en ese gris panorama. Ese es el juego del autor: poner en crisis, mediante una intervención sobrenatural, a todo un sistema de “valores”.

En vida de Stalin, que sobrevivió a Bulgákov, El Maestro… no fue a la imprenta.El novelista no pudo ver su obra publicada, hubo que esperar muchos años hasta que por fin apareciera en la Unión Soviética. Y desde entonces ha sido un éxito entre sus muchos lectores; en Cuba cuenta ya con tres ediciones.

Es que la novela, con sus profundas implicaciones, es también muy divertida. Hay pasajes hilarantes, situaciones que recuerdan de alguna manera el absurdo desparpajado de Alicia en el País de las Maravillas. Bulgákov combina con maestría tres líneas argumentales, que terminan por ser una, ante la omnipresencia y omnipotencia del Diablo.

El Maestro y Margarita habla del Demonio, ese singular personaje… y de los demonios que habitan en nosotros, que nos rodean con toda la naturalidad del mundo.

Morder la manzana

Las manzanas del Paraíso es un libro duro, que nunca “pasa la mano”. Los lectores habituales de Guillermo Vidal (Las Tunas, 1952-2004) saben de qué hablamos. El escritor se zambulle sin careta en los márgenes, en dilemas marcados por expresiones arduas de la sexualidad (al menos para buena parte de la gente “normal”).f080226c

Y sin embargo, la recreación se explaya a todo un contexto, a una época (o el tránsito entre épocas) perfectamente reconocibles por sus más probables lectores, o sea, los cubanos de aquí y ahora.

Vidal fue al grano, con una rudeza en el estilo que por momentos desconcierta. El hueso sin la carne. Aquí no hay floritura, la novela avanza a golpe de pura peripecia, aunque hay espacios para cierto extrañamiento.

Es interesante el desdoblamiento del narrador, la manera en que la trama va siendo sostenida por disímiles voces, los largos diálogos sin acotaciones que terminan por matizar el entramado.

El cuerpo está en el centro de todo. El cuerpo es el eje desde el que se trenza una historia con alcances sociológicos. Del hombre al medio, así va Vidal. Muchas veces hemos tenido delante la manzana. Y, obviamente, nos ha tentado.

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