Uno de los más pintorescos paisajes del oriente cubano se encuentra en Banes, al norte de Holguín, a unos 20 km de la altura geográfica conocida como Pan de Samá donde, entre otros objetos de la cultura de los aborígenes taínos, fue hallada una escultura tallada en durísima piedra arenisca, con aspecto de hacha, que hoy constituye símbolo de esa provincia. Hace poco fue descubierto un ajuar doméstico de los indígenas agricultores-ceramistas. En esos predios nació Raciel Feria Isidoro (1950).
El reconocido ceramista y pintor cuenta que durante su infancia hurgaba en esas tierras y encontraba restos de preciosas vasijas precolombinas de barro, las cuales trataba de imitar con la abundante arcilla existente. Recuerda que fue allí donde desarrolló su vocación por un oficio que le ha hecho trascender dentro de la cultura cubana y al que ha dedicado toda su vida.
Desde entonces ha sido ferviente apasionado al arte de modelar el barro, pintar sobre él y luego hornearlo, afición que le ha posibilitado asumir múltiples desempeños, tales como la dirección artística (1996-2009) del Taller de cerámica Mirta García Buch, del Fondo Cubano de Bienes Culturales, donde han dejado huellas maestros de la talla de Roberto Fabelo, Nelson Domínguez y Zaida del Río. Formado como Instructor de artes plásticas (1972) actualmente es coordinador del proyecto comunitario Pensando en Nos-Otros, auspiciado por la Uneac y el Consejo Nacional de Casas de Cultura (CNCC), en el Consejo Popular Dragones, de Centro Habana; además es organizador de las actividades conocidas como Una mano amiga, dirigidas al desarrollo de la cerámica artística.
El sólido prestigio de este artífice no solo es producto de su adiestramiento a través del sistema nacional de la enseñanza artística —también es Licenciado en Historia del Arte, de la Universidad de La Habana (1989)—, sino de sus experiencias adquiridas en varios cursos sobre técnicas relacionadas con la realización de cerámica artística, entre ellos los que hizo en la cooperativa de Cerámica de Imola, en Faenza, Italia (1998); así como otros realizados en Rumania, Alemania, Italia, Colombia, Venezuela y Estados Unidos. Fue Comisario Cultural en Alemania y Rumania; y en el año 2001 participó y expuso sus obras en el CraftArt Festival, en Tampa, Florida, Estados Unidos.
“Entre esos fogueos recuerdo con cariño los que emprendí entre 2006 y 2007 en la escuela de arte de Isla Margarita, en la República Bolivariana de Venezuela, donde impartí conferencias a los alumnos y a destacados exponentes de este milenario género. Intercambié saberes con vecinos del Cercado; importante zona del desarrollo de la cerámica tradicional, donde existe conexión con el arte aborigen cubano”, dijo el también acreedor de la distinción por la Cultura Cubana, del premio Olga Alonso, del CNCC, y en dos ocasiones del Gran Premio del Salón Mirta García Buch.
Igualmente miembro de la Uneac, Feria ostenta, entre otros lauros, el de Hijo Ilustre de Banes, el Torreón de San Lázaro, La Giraldilla y La Gitana Tropical; mientras que el Sindicato de Trabajadores de la Cultura ha reconocido su trayectoria laboral, al seleccionarlo durante diez años consecutivos Vanguardia Nacional, y de conferirle el Sello de Laureado y la Medalla Raúl Gómez García.
Este artista ha establecido un amplio y colorido universo de figuras, en pequeños y medianos formatos, que van desde la realización de murales, pasando por la elaboración de vasijas utilitarias (vasos, jarras, ánforas, soperas, platos…), hasta figuraciones escultóricas, cuyos motivos aluden a la ecología y la naturaleza (flores, aves, mariposas, peces…), disfrutados por miles de personas mediante más de 40 muestras personales en Cuba y otras latitudes; amén de sus obras en colecciones de todos los continentes y las ubicadas en instalaciones hoteleras, hospitales y centros de recreación. Es autor de decenas de trofeos para premiados en festivales y certámenes del Ministerio de Cultura, la Uneac y otras entidades.
“De toda mi labor creativa la que más me entusiasma es la que realizo con la comunidad. Trabajar con niños, jóvenes y adultos, enseñarlos a admirar y comprender el arte, en tanto realizan sus propias obras, es una noble tarea en favor de su enriquecimiento espiritual”, apuntó el miembro de la comisión para el impulso de las artes plásticas en Centro Habana, cuyas sapiencias han sido apreciadas por varias generaciones de educandos, como los del Politécnico Pablo de la Torriente Brau y la Universidad de La Habana.
Este entusiasta creador organiza actividades especiales para la ambientación de los espacios públicos en el territorio donde vive y participa en proyectos de trabajo comunitario en otras provincias.