Hace poco más de un lustro escribimos en estas mismas páginas sobre el estreno en Cuba del Retrorunning o carrera de espalda. Entonces escuchamos las ideas y sueños del capitalino Wilfredo Díaz García, quien pugnaba por fundar un movimiento de atletas dispuestos a llegar muy lejos… corriendo hacia atrás.
Por aquellos días ya sabía como pocos sobre la historia de la curiosa modalidad a nivel internacional, y acerca de sus beneficios para el organismo humano. Disertaba sobre marcas y figuras descollantes, y acariciaba la posibilidad de pasearse algún día por la “pasarela” más importante de la disciplina: los campeonatos mundiales que se disputan cada dos años desde el 2006.
Nunca faltaron dificultades personales y materiales, tampoco los obstáculos colocados por algún que otro funcionario. Sin embargo, el proyecto Retrorunning Cuba se abrió paso de a poco con un trabajo serio, incansable y creciente.
Wilfredo, ex marchista del equipo cubano y médico en ejercicio, lidereó a corredores, técnicos, jueces y otros entusiastas para organizar alrededor de 50 eventos a lo largo y ancho del país, entre los cuales se incluyeron un certamen nacional y la presencia en lides atléticas de renombre en nuestro contexto.
Al mismo tiempo se preocupó porque su técnica mejorara y los cronos fueran progresando en todas las distancias. Desde el inicio se adueñó de los récords domésticos e hizo la hombrada de cubrir varias veces la media maratón, en una de ellas por debajo de las dos horas en el exigente circuito de Marabana.
Cuando los tiempos en sus pruebas favoritas (fondo y medio fondo) se alinearon con los del nivel mundial, Wilfredo supo que había llegado la hora de ir tras su gran aspiración: plantar la enseña patria en una lid universal y regresar a casa con varias medallas.
Ese empeño fue asumido de conjunto con la entrenadora Madelén Aguilar Serrano, cuya sabiduría y experiencia ayudaron a pulir a un andarín corajudo e inteligente. Fueron muchos los vericuetos que les condujeron al VI Campeonato Mundial de Retrorunning de Essen, Alemania, el pasado mes de julio, pero cuando Díaz García ingresó por fin al estadio germano desaparecieron todos los fantasmas y la mirada se posó fija en la línea de meta.
Antes de partir me había confesado que sus parciales en la doble vuelta al óvalo lo ubicaban como favorito a la medalla de oro en su categoría (M1: 40 a 54 años). Y el calendario establecía esa prueba como el debut, así que la adrenalina andaba por el cielo.
Apenas sonó el disparo se situó delante de los 17 concursantes y hacia el metro 200 intentó erguirse y abrir el paso, pero dificultades con los pinchos le ocasionaron una violenta caída que le dejó herido en una pierna y bastante adolorido en general. Mas, retornó a la pista y finalizó tercero con un esfuerzo colosal digno de aplausos.
Solo una hora y diez minutos después partió en la batalla de los 10 mil, una de sus preferidas porque “iba solo y todo dependía de sus muchos años de entrenamiento”. Pese a los avatares de la jornada pasó segundo sobre el estambre con una satisfacción infinita.
Al día siguiente, sin aún recuperarse de tal faena, concluyó cuarto en los mil 500 y debió tomar una decisión trascendente: formaría parte del equipo América en los relevos 4×100 y 4×400, pero renunciaría a la media maratón que tanto le apasiona. La razón puede describirse como una sensata ambición. Wilfredo quería darse a sí mismo y a su país la mayor cantidad de premios posibles.
Una cuarteta de lujo integrada por hombres de Cuba, República Dominicana, México y Estados Unidos se dispuso a socavar la hegemonía teutona batón en mano. En la posta corta fue imposible batir a sus velocistas y al mucho público que les apoyaba. Las medallas de plata supieron a gloria.
Pero en la posta larga la historia sería reescrita aquella tarde, pese a que la fabulosa armada local se había preparado para rebajar su récord mundial (5:36.40 minutos) vigente desde el 2010. Los anfitriones estaban listos y de hecho lograron la hazaña con 5:33 y fracción, pero tuvieron la “mala fortuna” de que Wilfredo y compañía destrozaran los relojes con tiempazo de 5:29.60.
Fue ese el colofón de una actuación maravillosa, tras la cual su principal protagonista solo espera reconocimiento para el proyecto Retrorunning Cuba y apoyo de cara a las contiendas venideras. Su hoja de ruta ya señala hacia el 2018 en Dublín, donde buscará las revanchas en 800 y 10 mil metros, y rodará la media maratón que en Essen quedó postergada. Crónicas sobre nuevas victorias habrán de escribirse, se los aseguro.
Acerca del autor
Licenciado en Periodismo de la Universidad de La Habana (UH). Especialista en los deportes de boxeo, voleibol, lucha, pesas y otros. Cubrió los XV Juegos Panamericanos de Río-2007, los XXX Juegos Olímpicos de Londres 2012, la final de la Liga Mundial de Voleibol 2011 y otros eventos internacionales celebrados en Cuba. Profesor de Teoría en la Comunicación de la UH y la Universidad Agraria de La Habana. Imparte cursos de esta y otras materias en diversas instituciones del país como el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Ha obtenido premios y menciones en el Concurso Nacional de Periodismo Deportivo José González Barros.