Los seguidores de la danza en Cuba conocen perfectamente a Ely Regina Hernández. Primero, como solista del Ballet Nacional de Cuba, después por sus coreografías para esa compañía. Desde hace un tiempo, la joven artista forma parte del elenco de Acosta Danza.
Allí la encontramos, justo en el momento en que ensayaba su más reciente coreografía.
Algunos creen que los bailarines viven en una burbuja…
Puede que algunos sí vivan en esa burbuja, otros no tanto. Depende de la personalidad de cada uno. Algunos son un poco obsesivos…
¿Y tú?
Yo tengo un poquito de obsesión con la danza, no te lo voy a negar. Cuando termino mi trabajo, cuando llego a mi casa, lo que me gusta hacer es ver videos de ballet, coreografías… Nadie me lo impone, es por puro placer. Disfruto eso de la misma manera en que otras personas disfrutan ver series policiacas, por ejemplo.
Pero reconozco que de cuando en cuando hay que desconectar. Hay que abrir la mente, vivir muchas experiencias. Y eso es vital a la hora de coreografiar.
¿Cuáles son tus referentes?
Yo me enamoré de la coreografía cuando descubrí las obras de Jirí Kylián. Quedé fascinada, no solo por los cuerpos danzantes, sino por la habilidad del coreógrafo para manejarlos.
A la hora de concebir tus coreografías, ¿tienes algún bailarín fetiche?
Por el momento tengo una: Yelda Leyva. Se ha convertido en mi musa aquí en Acosta Danza. Desde que nos conocimos establecimos una conexión muy fuerte. Trabajando con ella me siento muy cómoda. Y les tengo un cariño especial a los cuatro bailarines que interpretaron mi primera coreografía con el Ballet Nacional de Cuba: Grettel Morejón, Estheysis Menéndez, Víctor Verdecia y Serafín Castro. Fueron los primeros que confiaron en mí.
Tus primeras coreografías eran de pequeño formato, pero ahora estás utilizando un cuerpo de baile…
Pero siempre me gustaron las coreografías grupales. Siempre quise hacerlas y nunca les tuve miedo. Creo que los solos son más difíciles: se trata de una persona con la responsabilidad de decirlo todo sobre el escenario. En una coreografía grupal puedes darte el lujo de recrear figuras, trabajar en las dinámicas del movimiento.
Tú vienes de una compañía clásica y ahora trabajas en otra con una visión más moderna. ¿Qué perdiste al salir de allá? ¿Qué ganaste al entrar aquí?
No creo que haya perdido nada. Me estoy planteando seguir la línea que aprendí. Soy una bailarina clásica que ahora trabaja en una compañía de una línea más moderna. Aquí en Acosta Danza hay muchos bailarines que vienen del mundo de la danza contemporánea. Tienen su manera, habilidades que han creado desde hace bastante tiempo.
Yo, que vengo del ballet, pretendo mantener una línea neoclásica, que me ha interesado siempre. En Cuba hay muchos coreógrafos que defienden la vertiente de la llamada danza contemporánea. Son menos los que se inclinan por el neoclásico.
Quiero aprovechar todo el potencial de los contemporáneos y, de paso, tratar de aportarles la estilización del clásico: “alargar” las extremidades, no pensar que todo se puede resolver con el torso…
La carrera de los bailarines, al menos en Cuba, suele ser corta… ¿Cómo te ves tú dentro de algunos años?
Cuando deje de bailar, me gustaría ser una coreógrafa reconocida y establecida.