En el vórtice de las contingencias

En el vórtice de las contingencias

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El reciente esclarecimiento en el Parlamento de las causas y naturaleza de la tensa situación que atraviesa la economía cubana durante este segundo semestre del año y las medidas emergentes para enfrentarla, son sobre todo un llamado a la acción.

La decisión que anunció el compañero Raúl, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, de “garantizar las actividades principales que aseguran la vitalidad de la economía, minimizando las afectaciones a la población”, ubica entonces al colectivo laboral y sus trabajadores en el vórtice de lo que vendrá.

Si analizamos el contenido de los ajustes que explicó Marino Murillo Jorge, vicepresidente del Consejo de Ministros, nos percataremos de que todos tienen un impacto o requieren de una respuesta concreta en el ámbito del centro de trabajo.

Eso obliga al movimiento sindical, como representante y factor movilizador de los trabajadores, a dominar en detalle la política que el país acaba de trazar para sortear estas contingencias, de modo que pueda trasmitirla a sus afiliados, ayudar a conducirles a su cumplimiento y velar por su más estricta observancia, sin desviaciones ni excesos.

Una de las premisas para conseguir los objetivos económicos propuestos en esta “proyección restrictiva con racionalidad” —como la caracterizó Murillo Jorge, también titular de Economía y Planificación—, es aplicar estrictamente el principio de respaldar el gasto de salario con respaldo productivo.

La afectación en los niveles de producción y servicios en determinadas actividades económicas no estratégicas, como consecuencia lógica de contar con menos divisas y disminuir el consumo de portadores energéticos, ocasionará una reducción del salario medio para el sector empresarial.

Este quizás sea el punto que más requiera de una comprensión y liderazgo de las organizaciones sindicales desde la nación hasta la base. Aunque en teoría parece impecable esa lógica que al producir menos, no resulta posible pagar lo mismo, es cierto que la tendencia en esos casos —cuando el zapato aprieta en un colectivo específico— es a pedir un ajuste del plan original de la entidad, para cumplir con los indicadores directivos que permitan hacer efectivos los sistemas de estimulación salarial por resultados.

La clave entonces para contrarrestar esta peligrosa tentación, sería hacer entender que un mayor ingreso sin respaldo en la creación de riquezas podría complicarnos aún más la situación económica, por una inyección de dinero circulante que haría subir los ya elevados precios de los mercados de oferta y demanda donde también todos compramos, e incluso podría impactar en la capacidad del país para mantener las recientes medidas de reducción de precios en un grupo de productos básicos, lo cual cuenta hoy con garantías.

Otra de las estrategias donde consideramos esencial la participación de los sindicatos y sus afiliados es en la materialización con rigor y realismo de los ajustes en el consumo de combustible y energía eléctrica.

Luego de quedar claro que la indicación “es afectar lo menos posible los servicios a la población” y asegurar el funcionamiento de las empresas exportadoras y que sustituyen importaciones, en particular la producción de alimentos, la batalla estará en determinar y reducir las actividades económicas menos importantes —incluso las que no vinculan con la misión principal dentro de los sectores con prioridad—, que soportarán la reducción global del 28 % en los portadores energéticos para toda la economía.

Aquí vuelven a ser básicos la discusión y el control de las medidas de ahorro en cada colectivo laboral. Porque nadie mejor que los trabajadores para determinar cuál es el gasto superfluo o prescindible en esta coyuntura adversa, y el que resulta primordial para cumplir con los propósitos de cada entidad. Hay que fundamentar bien las necesidades más perentorias y evitar cualquier recorte indiscriminado que pueda poner en riesgo el cumplimiento de los planes económicos fundamentales.

También en la dirección de restringir los pagos en divisas del país y administrar con mucho cuidado la toma de créditos externos, aunque parezcan medidas más alejadas de la base, pueden influir el sindicato y los trabajadores. Estar al tanto de la eficiencia y oportunidad de cada gasto en divisas y de cada inversión, o del manejo correcto de los inventarios por ejemplo, son maneras prácticas de participar y hacer las alertas pertinentes a los correspondientes niveles administrativos. Todas serían formas de contribuir a disminuir las actuales afectaciones al mínimo posible.

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