La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha promovido lo que dan en llamar trabajo decente, o sea, puestos laborales suficientes para responder a las demandas cada vez mayores de la población de América Latina y el Caribe, pero que a la vez resulten productivos y de calidad y que quienes los ocupen cuenten con condiciones de libertad, seguridad y dignidad humana.
Nada más justo, aunque pueda parecer quimérico. Aumentar el empleo formal en esas circunstancias podría ser una herramienta eficaz para combatir la pobreza y promover el desarrollo sostenible.
Hace 10 años la OIT hizo público en Brasilia el documento titulado Trabajo decente en las Américas: una agenda hemisférica, 2006-2015. Se trataba, como reseña un artículo divulgado recientemente, “de una iniciativa para la acción y una hoja de ruta que propuso a los países de la región una serie de medidas generales y específicas, con el fin de que sirvieran para diseñar políticas favorables a la generación de trabajo decente con arreglo a sus propias necesidades y características”.
En ese documento también se planteó un conjunto de metas para ser alcanzadas en una década.
Sin embargo, el desempleo y las malas condiciones laborales persisten en muchas naciones, lo que nos hace dudar de la efectividad de los sistemas políticos que no consiguen superar la inestabilidad, la tensión social y la inseguridad.
Si tomamos en cuenta los recursos naturales y las potencialidades de los recursos humanos en la región, las economías pudieran tener mejor comportamiento, pero mientras escaseen las fuentes de empleos y los ingresos financieros sean insuficientes para las familias, la recuperación necesaria no será real ni sostenible.
Evolución negativa
Pese a las aspiraciones y a lo que se requiere, la evolución de los mercados laborales en nuestra zona geográfica durante el presente año tendrá un comportamiento negativo debido, entre otros factores, a un crecimiento inferior al del 2015 y al debilitamiento de algunos indicadores de empleo, según advirtieron la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la OIT, en un informe conjunto.
El bajo dinamismo en la generación de puestos de trabajo llevará a un incremento del desempleo urbano en más de medio punto porcentual con respecto al pasado año, agrega elartículo.
“El proceso de continua mejora de los indicadores laborales que benefició a la región durante gran parte de los últimos 15 años se frenó en un contexto macroeconómico global más desfavorable”, señalaron Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, y José Manuel Salazar, director regional de la OIT, en el prólogo del texto citado.
Otro elemento es revelador. El 2015 registró la tercera caída anual consecutiva de la tasa de ocupación (en 0,4 puntos porcentuales), lo que implicó una reducción del número de personas con ingresos financieros como fruto del trabajo. Ese desplome ha tenido una influencia importante en el aumento de la pobreza.
Las organizaciones y organismos relacionados con el tema insisten en que para reducir los déficits de empleo decente en las áreas rurales es indispensable una mayor modernización y diversificación productiva, además de mejoras de la productividad en el sector agropecuario. También resulta indispensable elevar la inserción de las mujeres y los jóvenes en esas zonas.
La OIT, en el ejercicio de sus funciones vinculadas a los asuntos laborales, ha establecido convenios de carácter esencial. Entre ellos figuran los relacionados con la libertad de asociación y la libertad sindical, y el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva; la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio; la abolición efectiva del trabajo infantil, y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación.
A pesar de todo ello, la noble intención de contar con un entorno caracterizado por el trabajo decente, que en Cuba preferimos llamar digno, sigue siendo una asignatura reprobada en la región.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.