Un apasionado del tabaco

Las gotas de rocío sobre las grandes y verdes hojas dan la impresión de que acaba de llover en el veguerío. Máximo Pérez Maceda, entra al campo y siente la sensación de frialdad de la madrugada que se acaba. Mira la esplendidez del tabaco y piensa en cuantas personas están por llegar a hacerle preguntas: son los participantes en el Festival del Habano, y muchos son entendidos en este cultivo.

“El productor tiene que ser un estratega a la hora de planificar su campaña, iniciar con las variedades que técnicamente dan más calidad e ir dejando para el final las más resistentes.

“El cultivo de tabaco es un poco complicado, el que lo siembra tiene a la familia implicada en un momento determinado, porque aunque tengan otro trabajo siempre vienen a la fincas. Mis hijas son profesionales, pero llegan de su centro laboral y se pegan a realizar cualquier labor, además, tengo 10 obreros y 8 mujeres para el ensartado, entre cosechas me quedo con cuatro para dar mantenimiento a al suelo y hacer una cosecha intercosecha que puede ser de maíz, de sorgo, es variable”.

En la finca El Rosario, del municipio pinareño de San Juan y Martínez (54 hectáreas), está el asiento de una familia promovida por su abuelo llegado de España allá por la década del 30 y que luego continúo su padre y ahora engrandece Máximo. “Todos en el tabaco.

“Soy un apasionado del tabaco, defensor de la ciencia y la técnica en el cultivo, que es lo único que nos va a permitir en un futuro aumentar los rendimientos y la calidad; cada temporada sembramos 5,5 ha y llegamos a rendimientos de 2,5 toneladas por hectárea. Antes lograba alrededor de 1,7-1,8 t/ha, pero con la introducción de tecnologías y conocimientos he llegado a 2,5 y en dependencia del clima he llegado a 2,7, casi una vez y media más que entonces.

“Tengo un semillero tecnificado a base de sustratos – no hay que seleccionar tierras, ahí se echan las semillas-, y haciendo una correcta y adecuada estrategia varietal es que se pueden lograr buenas produccions.

“También aplicamos, la doble hilera en el cultivo (permite aumentar sobre el 20 % de las plantas en el área plantada) y tengo un pedazo en agricultura de conservación, que estamos en fase de experimentación: lograr el cultivo mejorando el suelo, que es uno de los grandes retos que tenemos en el futuro.

“Además, llevo un programa de disminución de residuales en las hojas, que ya tiene más de cinco años, que me permite cero fungicida en la plantación: no aplico productos para controlar las plagas y el 30 % de los insecticidas”.

En El Rosario se cultiva tabaco de las variedades Criollo 98 o Criollo 2010, el Corojo 99 para el tapado, de donde salen las capas para vestir los habanos, mientras al sol siembra además, el Habana 92 y el Corojo 2012 que está en fase de extensión agrícola.

“Todos tienen características diferentes; nuestros genetistas se dieron a la labor de buscar variedades más productoras y resistentes a las enfermedades –siempre siguiendo el patrón de organoléptico en ellas-, porque en el mundo entero esto es un fenómeno que azota a todos los cultivos, las enfermedades y plagas se van haciendo resistentes y van creando una serie de mermas en las producciones.

“La doble hilera se usa en el mundo entero, a mí todo lo que me dé más me conviene, lo hago y lo perfecciono, lo demás es un legado que tenemos de varias generaciones, lo que hay es que ir adecuándolos a las condiciones y a los climas, atemperarlo.

“Me inicié en el tabaco a los 15 años, y hoy en día mis proyecciones son ambiciosas, se presentó un año bueno, que avizora buenos rendimientos y calidad en el tabaco, y lo estoy aprovechando, a mí la experiencia me ha enseñado que no se puede desperdiciar nada; en la vida tienes que agarrarte de todo lo que puedas y sacarle el máximo de provecho. Y no soy muy bueno en hacer pronósticos de cosecha, las clases y la calidad casi siempre son proporcionales al rendimiento.

“Soy pionero en las capas, empecé nuevo, tengo una campaña recolectada. Soy un ferviente seguidor del tabaco, incluso quisiera poder darle más pasos, sigo las escogidas, presto mi casa para depósito, porque eso te da una medida de la efectividad de tu trabajo, en dependencia del potencial de rendimiento de la variedad tengo una idea de si actué correctamente. La calidad hay que seguirla en la escogida.

“Todo productor debe llegar a tener conocimiento exacto de lo que hizo para saber dónde se equivocó, donde tiene que mejorar y poder continuar con una vista coherente y lógica de lo que está haciendo.

“La estación experimental del tabaco fue la que se encargó de llevarme a estos rendimientos, mi labor no se puede soslayar, yo trabajo, pero me enseñó el camino que debe seguir cada productor y si mañana vienen con otra tecnología o mecanismo que lleve a mejores resultados la asimilaré.

“El tabaco es rentable como todo producto o negocio en la medida que usted es eficiente, pero con los rendimientos y la calidad de mi tabaco me da hasta para permitirme algún lujo, nunca me he quejado de los precios, hay que ser competitivo en la plantación, ganar en rendimiento. El tabaco tiene mercado seguro, que eso es una garantía.

“En la medida que el mercado lo exija sabremos crecernos más, yo nunca pensé llegar a los rendimientos que tengo, hoy veo el tabaco con otra visión y voy por más, ya no me conformo, sé que se puede subir, la vida nos va a llevar a hacerlo mejor y más eficiente.

“En este problema de crecer tenemos que crecerlo hacia arriba, porque San Juan y Martínez, San Luis no crecen en áreas, son las mismas tierras, puede que se saque alguna hectárea por aquí y por allá, pero hay que crecer en conocimientos, en rendimientos y calidad. Sin ciencia no hay progreso”.