En agosto próximo, cuando se descorran las cortinas de los XXXI Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, estará culminando otro largo y exigente período de preparación para atletas y entrenadores de los cinco continentes. Sobre el césped del mítico Maracaná se pasearán miles de luminarias del deporte cargadas de sueños y aspiraciones. Las principales potencias se frotarán las manos por las muchas medallas que de seguro conquistarán en los siguientes días de competencias.
El espectáculo inaugural y la majestuosidad que acompañará a las justas desplazarán otra vez a un segundo plano los análisis sobre el complejo entramado económico y financiero que hace posible no solo los triunfos, sino la existencia misma del deporte a nivel global.
Por fortuna, algún analista siempre hará notar —quizás al final— que los mayores premios y dividendos viajan de regreso a casa de quienes más dinero colocaron en juego, como norma aquellas naciones de elevados PIB y otros indicadores de desarrollo social.
Cuba, país pequeño, bloqueado por Estados Unidos y sin grandes riquezas naturales, figura desde hace décadas en la élite del universo atlético y ha superado en reiteradas ocasiones a rivales cuyas cuentas bancarias nos resultan sencillamente alucinantes.
Ha sido ello el fruto de la inteligencia, el esfuerzo y los sacrificios de los hombres y mujeres que componen el sistema deportivo cubano, pero también de la voluntad gubernamental que ha priorizado, contra viento y marea, los recursos materiales y financieros indispensables.
Como concepto clave debe reconocerse que el capital disponible ha sido menor que el necesario, tomando en cuenta la elevada carestía de esta actividad y el principio de que el deporte sea un derecho del pueblo; pero considerable si se valoran las tensiones sufridas por una economía que sigue respaldando un modelo socialista que protege a los ciudadanos en elevado grado.
Un sistema presupuestado
El deporte es un sector presupuestado, con asignaciones millonarias para las provincias a través de sus respectivos gobiernos, y para el INDER como organismo rector, explicó su vicepresidente económico Arnaldo Batista. Cual botones de muestra conocimos lo gastado el pasado año en la estructura central y en territorios como Santiago de Cuba (+9 millones en CUP) y Matanzas (+7,7 millones).
Con tales volúmenes debió atenderse en provincia la vitalidad de las instituciones, lo que se traduce en responder a cuestiones como salarios, logística y servicios generales, mantenimientos, inversiones, organización de eventos y otras. El funcionamiento de las 16 escuelas de iniciación deportiva escolar (EIDE) es básico, de ahí que se eroguen importantes sumas que podríamos ilustrar mediante el costo ponderado de un alumno en el pasado curso: entre 6 mil y 8 mil pesos.
Los territorios cuentan en sus arcas, además, con los fondos para cumplir la Política de ingresos aprobada en 2013, en lo concerniente a los jugadores de béisbol de la Serie Nacional (SNB) y las figuras retiradas que perciben una cifra en consonancia con la medalla de mayor rango obtenida. Ese programa —que incluye los equipos Cuba de todas las disciplinas— reclama 85 millones de pesos anuales.
Asimismo se ha desagregado a instancias territoriales la estimulación en CUC que reciben cada mes las Glorias Olímpicas y Mundiales, un justo merecimiento que implica desembolsar 1,6 millones en total.
En cuanto al INDER como organismo central, Batista detalló que en el 2015 se ejecutó un presupuesto superior a los 185 millones en CUP y los 30 millones en CUC, dirigidos en gran parte al sostenimiento de las escuelas superiores de formación de atletas de alto rendimiento (ESFAAR) Cerro Pelado y Giraldo Córdova Cardín, así como a las estructuras que le sirven de apoyo.
Se entiende entonces que la preparación de los referidos deportistas y la ejecución de programas vinculados a la cultura física, la promoción de salud, la recreación, el deporte para discapacitados y otros, obliga a sufragar una gama de bienes y servicios con componentes en ambas monedas.
Al particularizar en el empleo de lo asignado en CUC, Batista dijo que unos 18 millones se dedicaron al pago de colaboradores en el exterior y a gastos de algunos eventos previstos como la SNB, que solo en materia de hospedaje y transportación consume 1,6 millones.
Para garantizar la presencia de nuestros equipos en la arena mundial, dígase competencias, topes, bases de entrenamiento y citas como los Panamericanos de Toronto, el INDER reservó 3,6 millones, dentro de los cuales se incluyeron los montos de afiliación e inscripción ante las federaciones y organismos internacionales, un asunto de estricto rigor.
El resto del financiamiento hasta completar 12 millones se dispuso de forma líquida o a través de créditos para la importación de recursos y servicios, una parte dedicada al programa Deportes para Todos, y el grueso a los equipos y atletas responsabilizados con los resultados estratégicos. De otro modo, afirmó Batista, no alcanzaría el dinero.
Manuel Trobajo, jefe del Grupo de Balance del INDER, citó ejemplos de los precios en dólares de los implementos a los que Cuba tiene acceso en mercados usualmente distantes —Asia y Europa—, y casi siempre a través de intermediarios que encarecen las operaciones. Apuntó que los mismos se elevan a un ritmo anual del 10 al 15 %: bate de béisbol (165), pelota Mizuno (8), juego de arreos (220), trusa para damas en natación (300), embarcación del K2 (4 mil 800), bote de remo single (16 mil 680) y colchones de lucha (12 mil) y judo (25 mil).
Mencionó además algunas cifras en euros, a decir el set de garrochas para Yarisley Silva (14 mil) y el nuevo tapiz de manos libres que urge al gimnasta Manrique Larduet (76 mil). Se trata en todos los casos de productos homologados por las asociaciones internacionales y con una calidad que no pueden garantizar las empresas nacionales.
Batista colocó sobre la mesa otras evidencias, como la bicicleta de la velocista Lisandra Guerra (10 mil USD), un volumen de nutrientes y recuperantes no fabricados en el país (250 mil USD) y el sustento del Laboratorio Antidoping, que para mantener su licencia en el 2016 necesita adquirir cuatro equipos por valor de entre 800 a 900 mil USD.
Otras fuentes que ayudan a sustentar nuestro deporte son las donaciones, proyectos de colaboración y contratos de patrocinio, lo que redondea un aporte algo superior a los tres millones en divisas.
Relaciones con la industria nacional
Para calcular cuánto cuesta el deporte cubano cada temporada urge entender, adicionalmente, que el gobierno aprueba recursos para que decenas de empresas subordinadas a los ministerios de Industrias, Comunicaciones, Alimentaria y otros garanticen renglones y materias primas vitales, los cuales el INDER honra con significativos cheques.
La Industria Deportiva —ahora subordinada al MINDUS— sigue siendo la máxima expresión de ello, pese a sus limitaciones, pues en la última etapa ha logrado fabricar hasta 36 mil balones, 100 mil pelotas y 13 mil guantes de béisbol, 2 mil bates y más de 130 mil confecciones de vestuario. También, recordó Trobajo, brinda servicios de acondicionamiento a estadios (pizarras, luces, colchones), salas polivalentes, gimnasios y demás instalaciones.
La cuestión de los ingresos
El organismo deportivo cubano ingresa al país alrededor de 85 millones de dólares anuales. En el 2015 fueron más de 80, confirmó Batista. Las fuentes fundamentales son la exportación de servicios a más de 60 países, con énfasis hacia Venezuela; las visitas de unos 5 mil extranjeros entre atletas y entrenadores; y la acogida de eventos internacionales, indicador este que crece paulatinamente.
Reservas por explotar quedan muchas en estas áreas, pero también se abren oportunidades en los campos del patrocinio y los negocios con el sector de los trabajadores por cuenta propia. Los precios de entrada a los espectáculos deportivos siguen en análisis, pues las tarifas vigentes ya no se adecuan a la época en que vivimos.
Una precisión final en este acápite: el 10 % del ingreso por concepto de contratos de nuestros deportistas en el exterior no engrosa los fondos del INDER, sino de las federaciones nacionales. El pasado año, por ejemplo, el béisbol recibió más de 300 mil dólares que utilizó para sufragar parte de los gastos en varios de sus eventos.
Del bloqueo y el robo de talentos
El bloqueo económico, comercial y financiero que el gobierno de Estados Unidos impone a Cuba desde la década del 60 ha afectado notablemente nuestro desarrollo deportivo. Leamos solo algunas expresiones: imposibilidad de acceder a su mercado de implementos, tecnología y servicios, y a su capacidad crediticia; dificultades para sostener relaciones de colaboración con sus instituciones; y trato discriminatorio en el ámbito de la contratación de atletas y el cobro de premios y otros honorarios. Las consecuencias de tantos desmanes, acumuladas en el tiempo, son sin duda millonarias.
También resulta doloroso evaluar los costos económicos del robo de atletas, pues detrás de cada talento que toma otros horizontes se ha realizado una inversión considerable, que apenas pretende “cobrarse” con medallas y alegrías para el pueblo.
Reflexionar, entonces, sobre cuánto cuesta el deporte en Cuba exige desviar un tanto la mirada del pretendido número redondo, para entender que la combinación de astucia, voluntad y trabajo responde mejor la ecuación planteada.
Acerca del autor
Licenciado en Periodismo de la Universidad de La Habana (UH). Especialista en los deportes de boxeo, voleibol, lucha, pesas y otros. Cubrió los XV Juegos Panamericanos de Río-2007, los XXX Juegos Olímpicos de Londres 2012, la final de la Liga Mundial de Voleibol 2011 y otros eventos internacionales celebrados en Cuba. Profesor de Teoría en la Comunicación de la UH y la Universidad Agraria de La Habana. Imparte cursos de esta y otras materias en diversas instituciones del país como el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Ha obtenido premios y menciones en el Concurso Nacional de Periodismo Deportivo José González Barros.
Ni tengo vínculo alguno con el INDER, y ni siquiera paso frente a su sede, tal y como si no quisiera verme involucrado en sus decisiones, pero no hay quien no crea que este organismo, indiscutiblemente IMPORTANTE de nuestro país, por lo tanto que representa su accionar para el pueblo, no tenga grandes problemas, de la índole de los problemas que conocemos o imaginamos, tienen otros organismos, empresas, instituciones, agencias, y por ahí sigue, en nuestro país, no atribuibles a la entidad como tal, sino a las pésimas administraciones que sufren, al desvío de recursos, a la tan sospechada malversación de fondos que pocas veces se ha intentado y logrado frenar, y es de suponer, que al poco interés de muchos funcionarios designados, y hasta elegidos, porque sus gestiones se palpen, sean reales, y no mediáticas solamente, como a la hora de comparecer en la tele o responder a entrevistadores y/o periodistas cuyas preguntas no van al verdadero meollo de las cuestiones, como para no caer pesados, que muchos ciudadanos perciben están ocurriendo.
De que el deporte cueste, y mucho, no creo que sea un secreto para el pueblo. Tal vez no tan detalladamente como nos lo expones el autor del reportaje, Rudens Tambrás, al que hay que agradecer la información que nos da de lo que los dirigentes del organismo le revelaron. Datos de costos e ingresos que a veces me confunden porque no se especifica a la moneda que corresponden. ¡Suerte que tenemos los cubanos de contar con dos monedas muy diferentes para nuestras precarias y maltrechas economías! Además que para lo extranjero, también hay que depender de par de monedas, dólar estadounidense, y euro, moneda utilizada por varios países de Europa, que muchos de nosotros no conocemos nada más que por las fotos que aparecen en nuestras publicaciones.
Que destacados deportistas deserten en busca de mejores salarios, es lo más normal que pueda suceder, y eso no se evita ni aunque le amarren una “pata” a la farola de El Morro a cada uno de ellos. Nada que se le ofrezca o se le pueda ofrecer en nuestro país, es comparable a lo que muchos de ellos pudieran o pueden obtener de otros empleadores. Y aunque dolorosa y costosa sea una deserción, no nos queda otra que lamentarla, pero sin querer llevar al paredón a quien se atreva y lo logre. Es un riesgo que toman y no todos salen bien librados. Tenemos ejemplos.
Indiscutiblemente que las entradas a nuestros espectáculos deportivos deben aumentarse, siempre y cuando se ajuste a la economía general de nuestra población, y como generalmente se hace en muchos otros países del mundo, desarrollado o no, se permita que niños, estudiantes, retirados y pensionados, puedan gozar de algunos descuentos o gratuidades, y hasta establecer premios a los mejores o los más esforzados en cualquier actividad lícita, como estímulos, con entradas gratis o con descuentos a eventos deportivos. A los dirigentes y otros funcionarios asistentes, que se les cobre doble, para compensar en algo lo que se pudiera perder en las recaudaciones por los descuentos y/o gratuidades. Y como la recaudación de entradas es susceptible de que una parte pueda ser escamoteada, que se creen los controles rígidos necesarios para evitarlo
Sin decir que a la escuela Marcelo Salado de Natación donde entrena el equipo nacional, no le toca nada, ni para reparación, porque el INDER está esperando a que desaparezca para quedarse con las casas, una escuela que tenía unas cuantas casas y un edificio, donde en muchas de ellas viven trabajadores del INDER. A ninguno de ellos les importa.
A mi juicio la principal problemática no es conocer cuánto cuesta el deporte, lo que me suena a querer crearle cargo de conciencia a los deportistas para que tengan piedad y no abandonen el sistema deportivo cubano por probar suerte en otras latitudes, sino es analizar por qué en el INDER se toma todo tanto tiempo.
Por ejemplo desde el año 2001 se están marchando los jugadores del voleibol, primero los hombres, después les siguieron los pasos las mujeres, entonces es obligada la pregunta, ¿qué hicieron el INDER o la Federación para evitar un continuado desangre de esos equipos? Yo diría que nada constructivo, se sancionaba a los atletas como si los dirigentes se estuvieran tomando un café o una cerveza con sus amigos, y evidentemente no se analizaban profundamente las causas, lo que creo que aún no se hace, porque continúa el éxodo y continúa el desprecio y la crítica exagerada a esos/as atletas, a pesar de que algunos/as han contado sus historias con lo que ha quedado demostrado que muchos se fueron del país a jugar o a competir por su cuenta por falta de perspectivas, y producto de una mala atención, así como diferencias con los preparadores o los dirigentes.
Hay también blogs en los que personas concretas señalan hasta con nombres y apellidos a algún culpable de la demora de sus pagos mientras que se malversaba a diestra y siniestra, lo que indica que aunque el país tenga pocos recursos, si las personas adecuadas dirigieran y no alguien que se cree Dios por las razones que sean, entonces el poco dinero se emplearía mejor, los atletas y entrenadores sabrían que hay problemas porque hay poco dinero, y no porque algún dirigente lo malgasta, posiblemente el mismo que se enoja cuando los atletas mejorar sus condiciones de vida.
Para terminar, una aptitud que deberían presentar los dirigentes deportivos es la visión económica, eso posibilitaría trabajar más eficientemente y ser más transparentes, por ejemplo si cuando se forma al atleta se invierte una determinada suma de dinero, al atleta se le da la libertad de negociar contratos en el extranjero en cuanto haya «pagado» esa suma, sin imponerle condición alguna.
Si los dirigentes del INDER o de las federaciones tuvieran que rendir cuentas por qué su disciplina deportiva anda por los suelos después de haber estado en la élite mundial, otro gallo cantaría, es que no se puede justificar todo con que los atletas son unos malvados, desconsiderados y poco agradecidos, sino que es necesario analizar si ese dirigente está a la altura de la situación existente en su disciplina. Si eso se hiciera sin cuidarles las espaldas a nadie, no hubiesen transcurrido más de 10 años antes de empezar a tomar las medidas necesarias para evitar o por lo menos frenar el éxodo de atletas.