El llamado gran cisma del Cristianismo remite a la lejana fecha de 1054, cuando el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla se excomulgaron mutuamente y las dos partes de una misma iglesia comenzaron una larga historia de tirantez y agresiones mutuas.
Los especialistas en el tema aseguran que “el enfrentamiento, además de en las diferencias rituales, se sustenta en cuestiones teológicas o doctrinarias como el concepto de purgatorio y la llamada «controversia trinitaria». Mientras en Occidente se cree y se reza al Espíritu Santo, que de acuerdo con las corrientes teológicas más extendidas en la Iglesia occidental «procede del padre y del hijo», los ortodoxos prescinden de la figura del hijo”.
Pero más allá de esa práctica, existen también diferencias de estructura entre ambas iglesias. El papa Francisco, por ejemplo, es hoy la máxima figura de autoridad de la católica, mientras que en la ortodoxa los patriarcados son autocéfalos y sus líderes se reconocen entre sí como iguales sin jurisdicción de unos sobre otros.
Según datos del 2014 de Pew Research Center, existen unos 2 mil 184 millones 60 mil cristianos en el mundo, de ellos casi mil 95 millones son católicos y más de 260 millones son ortodoxos.
Fuentes del Vaticano han explicado que este encuentro lleva más de dos años de preparación Público fue el comunicado de Francisco en noviembre del 2014, cuando al regreso de un viaje a Estambul, reveló que había hablado por teléfono con Kirill y que le había dicho: «Iré a donde quieras. Llámame y yo voy».
Acerca de los motivos de por qué ha sido Cuba la sede escogida para tan histórico encuentro el vaticanista John Allen dijo a la BBC que: «Esta relación necesita de un nuevo comienzo. Por ello, la reunión no podía ocurrir en Europa ni en Estados Unidos. Cuba es una gran elección porque es amigable para la Iglesia Católica porque históricamente fue un país católico, pero también para Rusia porque ha sido el aliado más cercano de Moscú en el continente americano».
«Encontrarse ahí no significa una victoria del Papa ni del Patriarca. Simplemente resulta ser un lugar que para ambos resulta conveniente», apuntó Allen.
Vakhtang Kipshidze, portavoz del Patriarcado de Moscú de la Iglesia ortodoxa rusa, aseguró a la prensa que: «Cuba es ideal porque es un país principalmente católico que tiene una comunidad minoritaria ortodoxa en La Habana. Es un lugar igualmente hospitalario para todos. En cambio, Europa está conectada con experiencias negativas y dramáticas para ambas comunidades religiosas».
«En el pasado se intentó sin éxito lograr este encuentro —explicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi— en tiempos de Juan Pablo II y del patriarca Alexis II, y hubo hipótesis de diferentes lugares en Europa, que es un continente muy complejo y con gran densidad histórica».
Esperemos entonces que Cuba, tierra ecuménica por naturaleza, contribuya a la paz y la unidad de la fe cristiana en aras de un mundo como el soñado por Jesús.