¿Cuánto vale la patria?

¿Cuánto vale la patria?

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¿Cuánto vale la patria? ¿Acaso dos, tres, cuatro, cinco, 10, 50 o mil pesos? ¿Qué dinero puede expresar la dimensión del amor que uno tiene a la Madre Mayor de todos los cubanos? Por estos días muchos trabajadores han firmado su compromiso  Mi aporte a la Patria. Algunos, cuando el papel ha estado frente a ellos, han puesto cifras bajas  que han sido cuestionadas por sus compañeros.

Una joven  que vive su primera experiencia laboral, me preguntó cuánto debía donar. Le respondí que era un acto voluntario, pero que  antes de tomar la decisión  se preguntara por qué lo hacía; qué significado tenía para ella. No se trata del simple gesto de dar una u otra cantidad.

Sin retórica, como si fuera mi hija, le expresé que era preciso ir a las raíces de nuestra historia, recordar a aquellos que gestaron nuestra independencia; lo dieron todo por la libertad  de la patria.

Me sumo al criterio del eminente profesor Horacio Díaz-Pendás  de que “hay que enseñar a reflexionar sobre el pasado para contribuir a asumir el presente —que también forma parte de la historia— con voluntad transformadora”.

En la memoria de la nación quedó la gran obra hecha por José Martí, la cual ha sido referente para todos los tiempos. De pequeños y grandes gestos  nutrieron los fondos los emigrados cubanos  para la lucha independentista, fundamentalmente los de Tampa y Cayo Hueso.

En La historia me absolverá, Fidel Castro Ruz hizo un recuento de cómo lograron los medios para preparar el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente, y confesó que fue con sacrificios  sin paralelo.

Y entre los ejemplos expuso el “de aquel joven, Elpidio Sosa, que vendió su empleo y se me presentó un día con trescientos pesos ` para ´la causa´; Fernando Chenard, que vendió sus aparatos de su estudio fotográfico, con el que se ganaba la vida; Pedro Marrero, que empeñó su sueldo de muchos meses y fue preciso prohibirle que vendiera  también los muebles de su casa (…)”

En esos actos de fe estaba de por medio el amor a la patria. Por eso  este momento de convocatoria no puede ser  algo frío, insulso; es un acto de gran contenido patriótico que reclama una visión desprovista de burocratismo. Hace unos días, en el secretariado del Sindicato de Trabajadores del Transporte y Puertos, tuve la oportunidad de escuchar a los dirigentes sindicales debatir sobre el tema y ahí se puso de manifiesto que en aquellos lugares donde la convocatoria se realizó de manera formal y rutinaria, los trabajadores la asumieron como algo más, sin la vocación patriótica que demanda.

Con su característica pasión, propia de los portuarios, Silverio Ruiz, ―más conocido como Guanabacoa―,  secretario del buró sindical en el puerto de La Habana, dijo: “Este es un proceso político, hay que explicarle a la gente”, y subrayó que en la vanguardia deben encontrarse los dirigentes sindicales  y directivos.

Según opiniones llegadas a Trabajadores a través de cartas y mensajes por  correo  electrónico, en algunos lugares los dirigentes sindicales no estuvieron claros a la hora de establecer el compromiso, y adoptaron decisiones colectivas de forma personal e impositiva, en franca contradicción con lo orientado por la CTC nacional.

Coincido con Vladimir, uno de los cibernautas, quien expone que resulta un imperativo promover más la conciencia de los trabajadores, erradicar el formalismo, “que le han restado al gesto su verdadero sentido, que va más allá del cuánto y el cuándo, para convertirse en compromiso de amor verdadero a la Patria”.

En el debate producido en nuestra página web, un lector dudaba de la capacidad de los trabajadores para entregar de forma libre sus aportes, “pues si bien es lo que cada cual estime pertinente, si no le acotamos una fecha en el año, se les olvida y se les olvida…”. Roger, por su parte, invitaba “a respetar lo que se nos está orientando, a no mal  interpretar y seguro estoy que los resultados serán espectacularmente buenos”.

También yo confío en la vocación patriótica de los cubanos y que la mayoría se sumará a este acto.  Habrá quien aporte cinco pesos y serán bien recibidos, si esa es su decisión, pero también los que darán 150 como Silverio Ruiz, o más de 80 como el profesor santiaguero Rolando Beltrán ―y a ellos les parece poco― porque la patria no cabe en un número. Ella vale todo, hasta la vida.

Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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