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El 11 de junio del 2012 las inmediaciones del aeródromo de San Fernando, en Argentina, simulaban un escenario perfecto para que aquellos niños jugaran. Pero, tras la aparente normalidad de un terreno cualquiera sobrevendría el hallazgo macabro: los restos del diplomático cubano Crescencio Galañena Hernández dentro de un barril que contenía una mezcla de cemento y cal.
La significación de ese descubrimiento en Automotores Orletti, centro clandestino de detención y tortura ubicado en Buenos Aires en la época dictatorial de 1976 a 1983, ocupa los primeros minutos del documental Tramas del Plan Cóndor. Hallazgos de Automotores Orletti, del cineasta argentino Federico Palazzo.
Una sed de encontrar verdades que se reactivó con la aparición del yaguajayense Galañena Hernández sostiene las bases del trabajo que pretende develar la realidad cubierta adrede por los culpables. Palazzo, junto a su compañera Lucila Fliess presentaron el material en la Delegación del Ministerio del Interior de Sancti Spíritus y reconocieron que el hallazgo en el 2012 los incitó a profundizar en un “camino lleno de oscuridad”.
Treinta seis años de silencio y espera para los seres queridos hasta el momento en que recibieron la noticia; una certeza que el tiempo había camuflado entre las esperanzas inherentes a las desapariciones. Desde agosto de 1976 el joven yaguajayense de 27 años se esfumó junto a su compañero Jesús Cejas Arias, cinco años menor. Ambos cumplían misión diplomática en ese país del Cono Sur.
Fueron estas dos historias de vida las que fungieron como excusa para el documental; aunque se incluyeron los testimonios de José Luis Bretazo, quien saliera ileso de Orletti, y la de Macarena, hija de otras dos víctimas de un plan que desangró a América.
Producido por Revelarte TV y con 53 minutos de duración, el mencionado producto visual rehace, desde las herramientas cinematográficas, todo el proceso investigativo desplegado para poner en la palestra pública los crímenes ejecutados en el centro de tortura. Desde la visualidad, sencillez de la puesta y magnífica fotografía, Palazzo propone a los espectadores un acercamiento real a la convulsionada Argentina de aquel entonces, donde los Estados Unidos y la meca de los gobiernos dictatoriales de Suramérica movieron los hilos para escribir en la memoria del continente uno de sus pasajes más aterradores.
