Por Elizabeth K. Carvajal Suárez, estudiante de periodismo
La llegada del mayor general Antonio Maceo Grajales, lugarteniente del Ejército Libertador, a Mantua, Pinar del Río, el 22 de enero de 1896, marcó el fin de la Invasión de Oriente a Occidente. Con el cumplimiento de este viejo anhelo de mambises que lucharon en la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y de jóvenes que, convocados por José Martí Pérez, se aprestaron a participar en aquel batallar necesario, por primera vez la bandera de la estrella solitaria se erguía en pie de guerra en las seis provincias de la Cuba de entonces.
El punto escogido por el Titán de Bronce para iniciar esta hazaña militar, el 22 de octubre de 1895, no fue casual. El oriental Mangos de Baraguá se registraba una vez más en la historia como un lugar de grandes acontecimientos. Solo mil hombres acompañaron a Maceo en la arrancada, la cual comprendía el desplazamiento hacia Las Villas, trayecto en el que, de acuerdo con el plan trazado por el mayor general Máximo Gómez Báez, General en Jefe del Ejército Libertador, ambos debían encontrarse al pasar Maceo por la provincia de Camagüey. Para lograr esto el Titán debía eludir el enfrentamiento con el enemigo, de ahí que se produjeran exclusivamente dos combates de pequeña escala.
En el paso por Camagüey, la Trocha de Júcaro a Morón constituyó la principal dificultad. Esta inexpugnable muralla, así calificada por el gobierno peninsular, contaba con fosos, alambradas, fuertes y más de 7 mil soldados, pero los insurrectos al mando del lugarteniente general mambí la rebasaron sin bajas, para frustrar las ambiciones españolas de circunscribir la gesta independentista a la provincia de Oriente.
El 29 de noviembre, en el sitio conocido como Lázaro López se produjo el encuentro de esos dos grandes generales mambises y la unión de sus respectivas fuerzas que, integradas por villareños, camagüeyanos y orientales, sumaban un total de dos mil 270 combatientes.
A partir de ese momento comenzaba la guerra verdadera, librada para llegar “hasta los últimos confines de Occidente, hasta donde haya tierra española”, como exhortara a sus tropas el Generalísimo. Cuatro días más tarde libraron el combate de Iguará, ya en territorio de Las Villas.
La implementación de la tea incendiaria en el territorio de Cienfuegos marcó el paso del Ejército Invasor por esa provincia como respuesta a uno de los objetivos fundamentales de aquella marcha: dañar el principal renglón económico que sustentaba al dominio español en la isla.
Es precisamente en esta región donde ocurre, el 15 de diciembre de ese año, la batalla de Mal Tiempo, exitosa para los mambises al ocasionar numerosas bajas al enemigo y ocuparle municiones, fusiles y monturas, además de posibilitar el paso a la provincia de Matanzas.
La situación para el ejército español, al mando del general Arsenio Martínez Campos, el pacificador del Pacto del Zanjón en 1878, se tornaba cada vez más difícil, pero aún le quedaban fuerzas en La Habana y tenía a su favor el desconocimiento de la zona por parte de los insurrectos, mayor número de soldados y una vasta red ferroviaria.
Esos mismos argumentos sirvieron a Gómez y a Maceo para trazar una de las más admirables estrategias militares de la guerra: el llamado Lazo de la Invasión, mediante el cual lograron distraer a las tropas enemigas que, en su intento de liquidar al supuesto ejército en retirada, debilitó sus fuerzas reunidas en la capital.
Cerrado el lazo y dejada atrás la victoria de Calimete, la columna invasora llegó el 1 de enero de 1896 a La Habana y en solo seis días la atravesó. Aún le faltaba Pinar del Río, por lo que el 7 de enero, en Hoyo Colorado, las tropas dirigidas por Maceo continuaron hacia allí mientras Gómez quedó operando en territorio habanero.
El 9 de enero Maceo arribó al pinareño poblado de Cabañas. Luego rindió San Diego de Núñez, Bahía Honda y Pilotos. Las Taironas supuso un nuevo combate que significó otro revés para el adversario y dejó el camino libre a los libertadores, quienes el 22 de enero arribaron a Mantua, luego de solo tres meses del inicio de la campaña invasora iniciada en Mangos de Baraguá.
Culminaba así una gesta considerada por los estrategas del mundo como uno de los sucesos militares más importantes de la centuria.