Lo que sucede -más de lo debido- en el comercio, la gastronomía y los servicios a la población del país no refrenda el muy señalado y poco aplicado propósito de proteger al consumidor. Prima el irrespeto al cliente, quien según los principios internacionales establecidos y demostrados, siempre debe tener la razón.
Cuando se acude a alguna unidad de esos sectores, ya sea de las destinadas a la recaudación de divisas (peso cubano convertible) o las que operan en moneda nacional, se percibe que algunos directivos y trabajadores sienten que están haciendo un favor, el cual debe agradecerse. ¡Vaya equivocación!
Cada consecuencia tiene su causa, por supuesto, y no podrá cambiarse la primera sin valorar y adecuar la segunda. Para el agravio no hay justificación alguna, pero existirán razones para que algunos empleados —no pocos por cierto— en esos amplios sectores no sientan el deber sagrado de atender a todos de manera adecuada y respetuosa. Pudiera ser el bajo salario que devengan y la casi inexistente estimulación, por la aplicación de inadecuados sistemas de pago; la falta de exigencia por parte de las administraciones, una débil o nula aplicación de los mecanismos de control y el incumplimiento de las regulaciones.
En el comercio quien más vende debe ser quien más gane, pero no sucede de ese modo, en sentido general.
Hay centros en los cuales no se efectúa la asamblea mensual de afiliados, espacio ideal para plantear los problemas, valorar las situaciones y encontrar soluciones entre todos. ¿Dónde plantean los trabajadores los problemas y sus preocupaciones? ¿Cuándo la administración les informa y rinde cuenta, como está establecido? ¿Qué papel desempeña entonces allí el sindicato? ¿Se sentirán los afiliados bien representados y respaldados? ¿A dónde van a revertirse los agravios?
Hace poco dialogué con el directivo principal de varias unidades comerciales que operan en CUC, ante un maltrato del que fue víctima una decena de clientes. Su respuesta fue categórica: “Nos falta personal”. ¿Por qué? Las respuestas suelen ser tan diversas como las justificaciones, pero lo que no debe ocurrir es que los más afectados sean quienes dejan sus escasas finanzas en la adquisición de unos pocos productos, y encima de ello, sientan que se les ha faltado el respeto. Si la cantidad de empleados no permite garantizar una atención adecuada, es preferible entonces cerrar las puertas hasta tanto haya una solución definitiva.
En el amplio análisis propiciado en los municipios y provincias como parte del proceso previo a la Primera Conferencia Nacional del Sindicato de Trabajadores del Comercio, la Gastronomía y los Servicios (SNTCGS), han sido muchos y diversos los planteamientos realizados, entre los cuales el imprescindible respeto a los clientes ha estado presente, lo cual evidencia que en el plano conceptual hay conciencia de ello. Pero lo más importante no resulta sólo decir, plantear, sino que esas consideraciones sean tenidas en cuenta para la adopción de las medidas pertinentes y propiciar que mejore la atención.
Y hay algo más. Es cierto que la aparición en el espectro comercial y de servicios del país del sistema de gestión no estatal establece una competencia que, aunque mayoritariamente con precios elevadísimos, evidencia que la eficacia puede primar en esos sectores tan cercanos a la población. No obstante, hay algunos lugares donde ya se aprecia la intromisión de malos hábitos, como la desatención y los costos por encima de la calidad de los productos ofertados y el confort del local. ¿Quién controla y exige para que eso no suceda y sobre todo, para que no ganen más espacio los aspectos negativos?
El Lineamiento 313 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución plantea: “Aplicar una eficaz protección al consumidor que garantice el cumplimiento de los deberes y derechos de todos los prestatarios y consumidores de bienes y servicios”. En ese sentido poco —o casi nada— se ha avanzado, al menos en el entorno al cual acudo habitualmente.
En una de las conferencias provinciales del SNTCGS hubo un planteamiento medular al respecto. Recordaron que el Comandante Ernesto Che Guevara planteó que “la calidad es el respeto al pueblo”; vista de manera integral, o sea, con todos los elementos incluidos.
Esa debe ser la máxima que rija el quehacer de los directivos, técnicos y trabajadores de esos sectores, quienes deben tratar que sea mucho más que una aspiración y se materialice en cada unidad todos los días, porque de lo que sí no cabe duda alguna, es que el cliente siempre tiene la razón y merece el mayor respeto.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.