Por Deisy Francis Mexidor, especial de Prensa Latina
La presencia y actuar de los médicos cubanos por el mundo podría resumirse en una inmensa historia de amor como la que protagonizan los profesionales de la isla que hoy laboran en Swazilandia.
El grupo que dirige la doctora Raquel Toledo, especialista de II Grado en Pediatría, se ha ganado el respeto y admiración de las autoridades del pequeño país, enclavado en el cono sur de África. “Gracias es lo menos que podemos decir”, expresó con una amplia sonrisa el director de los Servicios de Salud, doctor Samuel Vusi Magagula, al resaltar en entrevista con Prensa Latina el aporte de los galenos antillanos.
Magagula elogió el nivel de preparación y el impacto de la labor que realizan los cooperantes en aquellas regiones donde están ubicados, generalmente las más alejadas de esta capital.
La colaboración médica en Swazilandia se inició en el 2005, a partir de la solicitud personal que hizo el rey Swati III al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, durante una visita oficial a la nación caribeña. El 6 de octubre del propio año arribaron los primeros ocho integrantes del colectivo y un mes después, en noviembre, se completó la plantilla (20).
Entonces dieciocho médicos y dos tecnólogos fueron ubicados en seis regiones del territorio nacional: Mbabane, la capital; Piggs Peak, Mankayane, Hlathikhulu, Nlhanghano y Siteki. Las mismas en las cuales continúa esta obra de infinito valor humano.
En la década que los galenos llevan por este pequeño reino ubicado en las estribaciones orientales de los Montes Drakensberg, entre Sudáfrica y Mozambique, han atendido a 504 mil 660 pacientes en consultas externas; realizaron 9 mil 180 intervenciones quirúrgicas y tienen el mérito de haber salvado la vida a 12 mil 960 enfermos.
Entre anécdotas
A la doctora Raquel Toledo, jefa de la brigada, le brillan los ojos cuando habla del impacto que tendrá en su vida esta misión: “Duele la extrema pobreza —dijo—, las desigualdades sociales que afloran sin que puedan ser disimuladas”.
Narra que como pediatra se enfrenta a una población plagada por el sida, la tuberculosis y la desnutrición: “El número de niños fallecidos es aterrador, llegan a nosotros en un estado casi crítico”, reconoce. Por eso uno de los propósitos de esta cruzada es ayudar a organizar mejor el sistema de salud del pueblo swazi, pues hay “ausencia de políticas en función de la prevención, escasez de recursos humanos profesionales y falta integralidad al personal de enfermería”.
La doctora cubana Zulema Marrero es la única neonatóloga que tiene Swazilandia, por eso sus compañeros aseguran que “es una especie de referencia nacional”, ante lo que la especialista, con modestia, sonríe.
“Es un reto grande”, confesó esta profesional con más de 27 años de experiencia, y que también estuvo en Guinea Ecuatorial. Le sorprende la alta tasa de mortalidad infantil (alrededor de 70 por cada mil nacidos vivos), pero se lo explica ante la carencia de “un programa materno infantil que dé prioridad y evalúe tanto el trabajo asistencial en la atención primaria como secundaria a la embarazada y al niño”.
Para la doctora Lesvia Manzano, graduada en 1998 y especialista de I Grado en Ginecología y Obstetricia, el susto más grande fue cuando estuvo en riesgo de contraer sida. “Me informaron que debía ir urgente al salón de operaciones porque teníamos a una paciente con una rotura uterina. En medio de la cirugía la señora empezó a sangrar, comenzamos a aplicar varios procederes y en eso, me pincho. Enseguida vino a mi mente la pregunta de si la paciente sería VIH positivo o no, pero lo más importante en ese instante fue salvarla.
“La paciente evolucionó satisfactoriamente, se le hicieron dos pruebas de VIH que dieron negativas, pero se decidió que me aplicaran un tratamiento preventivo por ser este un país de riesgo”, cuenta la doctora Manzano.
Son historias singulares y a la vez similares a las que escribe a diario el personal cubano de la salud que reparte esperanza por el mundo.