Es pequeño. La seriedad impresiona y sus nervios parecen operados para resistir las mayores tensiones. Es gimnasta. La alta calidad de sus ejecuciones busca siempre aplausos y medallas. Es rey, aunque tenga medallas de plata y bronce mundial. Se llama Manrique Larduet y es santiaguero, cubano.
Llegó hasta Glasgow, Escocia, hace solo unos días y regresa de allí como el segundo gimnasta más completo del planeta en la actualidad (90.698), con un tercer lugar en la barra fija (15.600) y el ansiado boleto olímpico hacia Río de Janeiro 2016, estos dos últimos premios en la jornada dominical.
Pero podemos hacer la historia más rica en acontecimientos. A nuestro rey Manrique todos querían saludarlo. Desde el primer día impuso su maestría sin arrogancia ni falsas promesas con la clasificación a la final de máximos acumuladores y de tres aparatos. Sus rivales le adjudicaron por adelantado opciones de preseas y a la hora de la verdad, en el all around, solo terminó detrás del japonés Kohei Uchimura (92.332), oro olímpico de Londres 2012 y seis veces monarca del orbe.
Luego vendría la pelea por evento: séptimo en manos libres (14.800) y quinto en paralelas (15.733). Otra vez disertó, otra vez la complejidad de su selección impresionó, otra vez recibió muestras de simpatía entre los espectadores en la Arena Hydro, quienes supieron por la prensa que era el más joven medallista de un mundial desde el alemán Fabian Hambuechen en el 2006.
Con el bronce en el último evento de la justa, las cámaras de la televisión no pudieron evitarlo. Uchimura obtuvo otra corona (15.833), el estadounidense de origen cubano Danell Leyva le secundó, pero el rey Manrique encantaba a todos con su sonrisa y el abrazo estremecedor de su entrenador Carlos Gil.
En cada una de sus declaraciones demostró alegría, rindió tributo a sus ídolos y no olvidó a su Cuba querida, a quienes lo ayudaron para llegar a una cima que pretende extender al Olimpo dentro de nueve meses, lo cual pudiera significar la primera medalla olímpica de la gimnasia cubana.
Ninguno de los reporteros reparó entonces que desde los nueve años practica un deporte que le exigió dejar su natal Santiago de Cuba para anclar horas, semanas, meses y años en La Habana. Nadie le preguntó por esa escuela de gimnasia —una idea de Fidel hace más de una década— que lo vio formarse y ganar en las categorías escolares, juveniles y mayores.
Al rey Manrique le debía una crónica desde hace mucho tiempo y quizás la inspiración de estas líneas llevan también el orgullo de la historia, pues ha renacido con él la fuerza y los premios de Erick López, Casimiro Suárez, Roberto León Richard, Jorge Cuervo, Félix Aguilera, Charles León y otros tantos reyes.
De regreso a casa este lunes volverá a compartir con sus padres y amigos. No faltará quien lo reconozca en las calles y le pida un autógrafo como ocurrió tras los Juegos Panamericanos de Toronto. Así es el camino de los grandes cuando se pretende dar luz a través de los hechos y los sentimientos. ¡Viva el rey Manrique!
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.
Felicidades rey manrique, que te lleguen todos los triunfos a los que aspiras y que no pudieron lograr los otros que te precedieron. Mantente callado que el que calla otorga
Tremendo el muchacho-rey, felicidades, oportuno texto
Muchas felicidades para el niño Manrique, que honor que sea de los nuestros y que haya puesto en alto la gimnasia cubana.
bien merecido el titulo