El bloqueo de Estados Unidos sigue vivito y coleando

Dentro de apenas siete días, el mundo estará sentado en el amplio salón que acoge a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. Desde allí la inmensa mayoría condenará el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, el más largo de la historia de la humanidad.

Solo unos pocos se hallarán entonces ante el dilema de qué hacer, cómo votar, y entre  ellos estarán los representantes de Estados Unidos.

A pesar de que el presidente Barack Obama ha indicado a las instituciones de su gobierno que trabajen por eliminar el bloqueo pues ha devenido en obstáculo, los ha dejado en solitario ante la comunidad internacional y no ha cumplido su función (derrocar el gobierno socialista en Cuba), sería iluso esperar que se unan a la declaración cubana Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba.

Lo plausible sería, quizás, esperar que se abstengan (no que se ausenten). O que, como en las 23 ocasiones anteriores, queden en minoría defendiendo lo indefendible.

Pero el instante pasará fugaz, será apenas una escena en la que el mundo expresa su sentir, pues a pesar de la condena unánime el bloqueo sigue vivito y coleando tal como lo ha demostrado el acuerdo anunciado hoy por la banca francesa y europea Credit Agricole que accedió a pagar una multa de 787 millones de dólares (unos 700 millones de euros) para evitar cargos peores por haber realizado transacciones en dólares a Cuba

Las operaciones del Credit Agricole, el grupo bancario más grande de Francia, con 43 bancos regionales firmemente establecidos en sus áreas geográficas respectivas,  fueron detectadas como parte de una investigación de agencias estadounidenses a bancos europeos con el propósito de castigar a las entidades que violen las sanciones de Estados Unidos a Cuba, Irán y Sudán.

La sanción se divide entre diferentes departamentos: 385 millones irán al Departamento de Servicios Financieros del estado de Nueva York; 90,3 millones a la Reserva Federal, 156 millones al Departamento de Justicia y 156 a la oficina del fiscal del distrito de Manhattan.

Según un cable de AFP, la multa a Credit Agricole sería la cuarta mayor pagada por un banco europeo a reguladores estadounidenses.

Gráfico 1: El monto total de las multas a estas 4 instituciones financieras europeas es de 11 mil 631 millones de dólares

* En julio de 2014 el BNP Paribas aceptó pagar la suma récord de casi 9 mil millones de dólares por violar las políticas de sanciones de Estados Unidos y realizar transacciones vinculadas con Cuba y otros países en la lista negra de Washington.

* En marzo del 2015 el banco alemán Commerzbank acordó con los Departamentos del Tesoro y Justicia, la Reserva Federal, el Departamento de Servicios Financieros de Nueva York, la Oficina del Fiscal del Distrito Sur de esa ciudad y su homóloga en Manhattan, el pago de una multa de mil 710 millones de dólares por transacciones realizadas entre septiembre del 2005 y diciembre del 2009, denunciadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC).

* En abril del 2009 el Credit Suisse accedió a pagar 536 millones de dólares por operaciones realizadas entre mediados de los años 90 y hasta 2006.

En capilla ardiente se encuentran el francés Societe Generale, el alemán Deutsche Bank AG y Banamex, la unidad de Citigroup en México.

La multa a Credit Agricole, como en los casos que le han precedido,  parte de un acuerdo de diferimiento de juicio (deferred prosecution agreement) por el que la institución financiera evita ser procesada por las alegadas violaciones, siempre y cuando no incurre más en ellas y acceda a determinados controles de la OFAC. De paso, el poder judicial y estatal de las ciudades donde se inicia el proceso ven crecer sus arcas.

El basamento legal de este tipo de sanciones extraterritoriales radica mayormente en las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos del Departamento del Tesoro, vigente desde 1963. En ellas se estipula el congelamiento de los activos cubanos en Estados Unidos, se prohíben todas las transacciones financieras y comerciales a menos que sean respaldadas por una licencia especial del Presidente. También impide la importación de productos cubanos a Estados Unidos, así como que cualquier persona de esa nación, natural o jurídica, realice transacciones en dólares estadounidenses con Cuba.

Estas Regulaciones fueron establecidas al amparo de la Ley de Comercio con el Enemigo, (TWEA, por sus siglas en inglés) de 1917, la más antigua de su tipo y que actualmente solo es aplicada a Cuba. Finalmente la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas o Ley Helms-Burton, de 1996, codificó todas las disposiciones del bloqueo, amplió su alcance hasta más allá de las fronteras físicas de Estados Unidos y ató las manos del presidente para suspender esa política.

Pero la TWEA en particular, precisa ser renovada anualmente por el mandatario en funciones. El 5 de septiembre del 2014 fue probablemente la última vez que Barack Obama la tuvo sobre su mesa fue. Y la firmó.

Dos meses después, el 17D, en su discurso a propósito del sorpresivo anuncio de establecimiento de relaciones con Cuba, declararía: (…) Pondremos fin a un enfoque anticuado que durante décadas no ha podido promover nuestros intereses. Comenzaremos, en cambio, a normalizar las relaciones entre nuestros dos países…”.

Solo que en su discurso no dijo cuándo. Y aunque son innegables  los efectos beneficiosos, sobre todo mediáticos,  de los pasos que el gobierno de  Estados Unidos ha dado—12 licencias para viajar; venta  de productos y servicios de telecomunicaciones;  materiales de construcción y herramientas al sector no estatal, entre otros—,  la reciente multa al banco francés Credit Agricole prueba que el gendarme aún sigue acechando a su presa.