Luego que la dirección del país decidiera poner fin a viejas concepciones de financiamiento de la emulación sindical, y cesara la fórmula de que el dinero para la estimulación llegara directamente desde “arriba”, una interrogante me ronda constantemente: ¿cómo se estimula hoy a los Héroes del Trabajo de la República?
Sé que la decisión resultó poco menos que traumática, pero ciertamente, era imposible para la economía sostener ese financiamiento millonario, que algún año superó los 20 millones de pesos en moneda nacional y otra suma en cuc. Sin embargo, para las grandes mayorías no varió el concepto de que el premio material y moral definía —de alguna manera— la eficacia del quehacer sindical.
Era tal el apego al “premio” que incluso muchos aseguran que si este no existe, pues no hay emulación; mientras otros se preguntan —equivocadamente, según mi criterio— ¿para qué estará el sindicato si ya no entrega nada?
Los últimos años han sido difíciles para la sociedad cubana y, por ende, también para el trabajo sindical; pero no es menos cierto que ser vanguardia nacional era para la mayor parte de los trabajadores la única posibilidad de acceder, gratis o a precios muy favorables, a un hotel de primerísima calidad o de vacacionar por unos días con la familia en otro centro de elevado nivel turístico.
Paralelamente la emulación se fue alejando de su esencial rol de impulsora de la economía, debido a que deficiencias del propio sindicalismo conllevaron al fatídico vanguardismo, y a prácticas no muy ortodoxas a la hora de decidir los mejores.
Incluso, entre otros males, hasta se dio el caso de un héroe que iba a Varadero con ocho o 10 familiares, mientras otro solo disponía de dos capacidades. Pero no, ni remotamente es eso lo que sugerimos.
Actualmente las circunstancias son muy diferentes y las definiciones indican que el estímulo estará en dependencia de aquello que la empresa ponga en función de sus mejores trabajadores, aunque esto pudiera constituir un desequilibrio, pues depende de la solvencia del centro de que se trate.
En tal punto gana fuerza la interrogante inicial: ¿Cómo considerar entonces la estimulación a los héroes? ¿Deberán ser concebidos igual que los vanguardias de centro, de por sí no muy bien tratados en todos los lugares?
La reglamentación actual de la emulación —bien distante de los conceptos de antaño— enfatiza además en que el galardón moral tenga más peso que el material, más yo prefiero decir que entre ambos deberá existir el más perfecto equilibrio; aunque son innumerables los lugares donde ni el estímulo moral ni el material se corresponden con la jerarquía que pueden y deben tener; son esos los ejemplos donde el héroe podría preguntarse: “Y entonces, ¿cómo quedo yo?
Nadie pondría en duda que los héroes y heroínas son los hombres y mujeres más laboriosos de la nación. Son incontables los ejemplos que así lo demuestran y me consta que ninguno se esforzó por cualquier tipo de premio, y que incluso, muchos obviaron el estímulo en aras del trabajo, como Francisco Díaz Febles, quien prefirió no ir a un viaje de recreo a la antigua Unión Soviética por quedarse a atender una de sus vacas inseminadas, pues el veterinario le aseguraba que el animal tendría un parto muy complicado.
Sin embargo, nada hoy particulariza su atención, a pesar de que al finalizar el XX Congreso de la CTC, el movimiento sindical presentó a las instancias superiores encargadas un proyecto integral a fin de lograr una política especial respecto a ese grupo de compañeros.
Cierto que las gratuidades indebidas ya no tienen cabida en la vida cubana, pero nada tendría de ilegítimo que los ministerios y organismos respectivos financiaran integralmente dicha estimulación, algo en lo que de alguna manera deberá estar el pensamiento y el accionar de la organización sindical.
El grupo de héroes y heroínas apenas llega a 150 en el país, muchos ya jubilados, y son contados los sectores que poseen más de siete u ocho héroes, por tanto: ¿Sería tan difícil para ese ministerio u organismo financiar de sus utilidades o presupuesto y —planificadamente— que sus héroes y un acompañante puedan ir una semana cada año y sin costo alguno a ese hotel encumbrado, a una famosa playa o a un centro recreativo de jerarquía?
No todos tienen automóviles, por lo que no sería complicado que a quien lo posea se le atienda el carro con gomas y piezas y le entreguen cada mes una cantidad de gasolina suficiente como para garantizarle su traslado al trabajo. Y también —me atrevo a proponer— para que el fin de semana pueda pasear con su familia. ¿Por qué no?
La experiencia que conocí hace apenas unas semanas, cuando entrevisté al héroe-doctor Gerardo de La Llera Domínguez me obliga a opinar al respecto. Él vive en Alamar y mi asombro no encontró límites cuando me dijo, en medio de la entrevista, que a pesar de tener auto, cada día se levanta casi en la madrugada para coger el P 11 y llegar temprano a su hospital, el Calixto García. Él no recibe ni un litro de gasolina.
¿Será el único con tales avatares? ¿Cómo el destacadísimo doctor de La Llera, con suficientes méritos como para estar —que lo está— en los anales de la cirugía cubana, tiene que literalmente “luchar” su guagua para ir y regresar de su centro de trabajo? ¿Manejará su bisturí con el máximo rigor un galeno de su especialidad y de su edad luego de tamaño pugilato?
Sobran razones para descalificar tal fenómeno y alertar a las autoridades encargadas a fin de decidir con la mayor premura la política que posibilitaría la solicitada atención diferenciada a ese selecto grupo de compañeros.
Tal política incluiría también, entre otros aspectos de la mayor importancia, asuntos vinculados con su salud, vivienda, jubilaciones, aunque ya se conoce la aprobación de que el héroe se jubile con el ciento por ciento del salario que percibía en ese momento.
Bienvenida esa decisión, aunque a todas luces podría no ser suficientemente justa, pues decidiría un monto de salario que no siempre tiene que ver con el aporte de ese destacado trabajador. Más allá de su contribución, uno se podría jubilar con 500 pesos y otros con mil 500.
Es ciertamente muy estimulante que lo inviten a una reunión importante o que presida alguno de los acontecimientos de su entorno laboral o social, pero conozco algunos que por muchos años no han recibido ninguna estimulación material y tienen salarios realmente bajos.
Por ello, la estimulación que proclamo va mucho más allá, sin descuidar la vida privada de ese hombre o mujer, jubilado o no, y que literalmente lo dio todo por el trabajo. Para alcanzar tal propósito es imprescindible que sea consecuencia de una decisión que asegure integralidad y uniformidad.
Parto del criterio de que la estimulación moral y material a los héroes es un deber y una obligación, cuyo cumplimiento, además de reconocer a quien la recibe, mucho enaltece a quien la ofrece.
Sin palabras, no hay nada que agregar o quitar, a dado Ud. una conferencia magistral
Lo correcto seria pagarle lo que se debe y todo lo otro ya esta esuelto pero si el salario no permite apenas las necesidades basicas entonces aparecen los inventos de estimulacion y las javitas lo correcto seria salario y estimulacion moral y social porque no solo de pan vive el hombre
La CTC recauda millonarias cifras cada año por la cuota sindical, de ese tesoro pueden salir los premios en metálico para nuestros héroes del trabajo.