Hace 21 años que Armando Rivero Ferrer es jefe de la zona de pesca en el municipio de Manatí y desde el 2005 no ha enfrentado una situación tan difícil como esta, ocasionada por la intensa sequía que azota a la provincia de Las Tunas.
“Utilizamos tres embalses para nuestras labores y hace tiempo todos están en el volumen muerto, lo cual imposibilita el cultivo de peces y pone en riesgo la biomasa –peso en kilogramos de las especies aptas para la captura”, reseña Rivero Ferrer.
Hoy, las tres presas de marras: Gramal, Ciego y Yariguá acumulan alrededor del 5 % de los más de 71 millones de metros cúbicos de agua que pueden almacenar.
Se cumplió, pero
El 27 de agosto esta zona cumplió el plan de producción del 2015, ascendente a 350 toneladas, pero sus 34 trabajadores no han podido disfrutar el éxito, “el año que viene aquí no va haber peces”, adelanta el pescador Róger Aguilera Ramos como razón del disgusto.
“Es cierto, cumplimos el plan, pero afectamos la reserva que es garantía de la sostenibilidad de estas producciones, porque para lograrlo tuvimos que consumir el doble de los animales, y a veces un poco más por tonelada de captura, pues no alcanzan ni peso, ni la talla establecidos en los procedimientos operacionales de trabajo en el cultivo extensivo”, explica el biólogo Juan Velázquez Ricardo, jefe de área de operaciones pesqueras de la UEB Pescatun.
Según refiere el directivo, en los últimos tres años en estos embalses se ha registrado un peso promedio individual en las capturas entre 0.5 y un kilogramo, muy inferior a los tres planificados, lo que representa una pérdida estimada en 300 toneladas de pescado.
El especialista califica como una gran preocupación que esta sea la zona más afectada por la sequía, ya que aporta cerca de 50 % de la producción total de la UEB y tiene mucha incidencia en el futuro de la actividad pesquera en la provincia.
Secuelas de la sequía
Empero, este fenómeno meteorológico trasciende las fronteras de ese territorio y pone en aprietos el presente y el futuro de la acuicultura en otros sitios de Las Tunas, “situaciones similares existen en los demás embalses, que son nuestros escenarios de desempeño”, agrega Velázquez Ricardo.
Y llama la atención en torno a la presa Juan Sáez, del municipio de Jesús Menéndez –la mayor de la provincia, “en los últimos dos años no ha recibido agua, lo que afecta la incorporación de nutrientes y deprime su productividad natural, y es contraproducente la siembra de alevines”.
Es precisamente esta actividad —el alevinaje-—, garante de la sostenibilidad de esas producciones, una de las más afectadas, la cual acusa ya un déficit que frisa los 9 millones de animales, que potencialmente representan cerca de 900 toneladas de pescado destinadas a la comercialización del 2016.
Este desfavorable panorama impacta negativamente en los resultados económicos de la entidad, en alimentos dejados de producir y en la fuerza laboral.
Actualmente hay 44 trabajadores interruptos. Lo que se convierte en una amenaza real a su permanencia en estas faenas. “Un pescador, un criador… no se forman de la noche a la mañana”, enfatiza Sonia Ferrales Pupo, auxiliar general y secretaria general del núcleo del Partido en Alevitun, estación con 19 de sus integrantes acogidos a esta categoría.
Rumbo Sur
Pero los acuicultores tuneros no se dan por vencidos y ahora miran con optimismo al Sur: “Después de analizar el comportamiento histórico, estamos convencidos de que la presa Las Mercedes, en el sureño municipio de Colombia, puede ser la base de la recuperación. Las lluvias la han favorecido y hay un mejor comportamiento en la producción de alevines”, asegura Velázquez Ricardo.
Ahora mismo ese acuatorio está al 74 % de su capacidad de llenado, y acoge en su seno 1,5 millones de alevines, cifra que aumentará hasta completar los dos, como parte de una estrategia encaminada a continuar sembrando en la misma medida en que se vayan extrayendo, para alcanzar la sostenibilidad y evitar el deterioro de los pesos promedio.
El también Máster en Ciencias Biológicas habla de inversiones, no tan costosas, que permitirían transformar la situación en beneficio de estas producciones, tan reclamadas por la población y la economía del país.
A todas luces, la difícil situación actual estimula la búsqueda de soluciones y en el Sur parece estar el paliativo.