Cuba –Estados Unidos: pasado y futuro de una relación (I Parte)

Cuba –Estados Unidos: pasado y futuro de una relación (I Parte)

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Por Hassan Pérez Casabona

El tiempo y su paso inexorable.

John Kerry y Bruno Rodríguez el pasado 14 de agosto en La Habana. Foto: Ismael Francisco
John Kerry y Bruno Rodríguez el pasado 14 de agosto en La Habana. Foto: Ismael Francisco

Poco más de 70 años atrás La Habana recibió al último Secretario de Estado norteamericano, antes de la intensa vista que John Kerry realizara entre las 9 de la mañana y las 8 de la noche de este 14 de agosto. Nada tenía que ver la Cuba que conoció el entonces jefe de la diplomacia estadounidense Edward R. Stettinius, con la que encontró hace unas horas el ex senador por Massachusetts Kerry.

Retrotrayéndonos en el tiempo (como si viajésemos en uno de los automóviles clásicos que colocados frente a la embajada “adornaron” la ceremonia de izamiento de la bandera de las barras y estrellas, y que con toda excelencia se preservan con singular ingenio en cualquier rincón de nuestro país) apreciamos que en el caso cubano apenas comenzaba, con la figura de Ramón Grau San Martín, un período de gobierno de los denominado “Auténticos”, que luego continuaría Carlos Prío Socarrás, hasta el artero golpe de estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952.

América Latina, y el mundo en general, eran también en muchos aspectos diferentes al panorama de hoy, al tiempo que en otros, desafortunadamente, prosiguen los errores que antes entorpecieron la paz entre las naciones.

Por aquellas jornadas, en el telón de fondo internacional, prevalecían las monstruosidades provocadas por la II Guerra Mundial, mientras que ahora —incluso con atisbos esperanzadores como el reciente acuerdo entre el G-5+1 con Irán, acerca del programa nuclear de la nación persa— aún no se apagan los ecos generados por la metralla en Irak, Afganistán, Libia, Siria o Palestina.

No debemos soslayar que el contexto en que se produjo aquel viaje estaba marcado todavía por los efectos del crack económico de 1929, y la crisis cultural generada en el Viejo Continente por la irrupción del nazismo alemán, el fascismo italiano y el franquismo español. Indiscutiblemente que nuestra área geográfica recibiría el impacto de esos hechos, obligada además a inevitables reacomodos – especialmente de sus élites-teniendo en cuenta los cambios geoestratégicos operados del otro lado del Atlántico.

En el ámbito regional prácticamente todas la naciones se habían adherido a la postura de la Casa Blanca, inmersa desde el ataque a Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941en el conflicto bélico, si bien se enrolaron en el escenario donde se dirimían las acciones definitorias a la altura del 6 de junio de 1944, con el desembarco de Normandía. [i]

En marzo de 1945, en que se realizó el mencionado contacto del alto representante del presidente Harry Truman con las autoridades cubanas, aún los sargentos soviético Mijail Yegórov y Melitón Kantaria, no agitaban con profunda emoción su bandera en la cúpula del Reichstag, luego de la toma de Berlín por el Ejército Rojo, en lo que constituyó prácticamente el epílogo de aquel horrendo capítulo. Ello ocurrió el 30 de abril, al filo de las 2: 25 de la tarde, en una capital germana que bajo el influjo maquiavélico hitleriano pretendió erigirse en epicentro del mundo, desde el ataque a Polonia el 1 de septiembre de 1939.

En la capital de la mayor de las Antillas un joven oriental de 18 años estaba a punto de graduarse, con todos los honores, en una de los bachilleratos más prestigiosos del país, dirigido por la Orden de los Jesuitas. Fidel Castro era para entonces referente dentro del alumnado del Colegio de Belén, como lo sería a partir de que matriculara el 4 de septiembre de ese año, en la facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. [ii]

Beisboleramente hablando, tema de tanta sensibilidad para estadounidenses y cubanos, de este lado la campaña de la Liga Profesional recién concluía con la victoria del Almendares, dirigido por Reinaldo Cordeiro, y el destaque ofensivo dentro de la lid de Claro Duany, que con las franelas de los Alacranes almendaristas y los Tigres del Marianao, se erigió como champion bate, con 340, y líder jonronero, con 3 vuelacercas.

En la otra orilla estaba a punto de echar a rodar la temporada que vería coronarse a los Tigres de Detroit, de la Liga Americana, derrotando en el séptimo juego de la Serie Mundial a los Cachorros de Chicago del viejo circuito, en clara revancha de las derrotas sufridas ante los de la Ciudad de los Vientos, en los “Clásicos de Otoño” de 1907 y 1908.

Por cierto, el boleto ganado a la discusión de la final, en 1945, es la última incursión de los Cachorros en una Serie Mundial, además de que los anfitriones del mítico Wrigley Field, una de las catedrales de la pelota en Norteamérica, representan el elenco, de los que ha vencido alguna vez, que más tiempo lleva sin alzar el banderín, desde que triunfaran ante los felinos de la Ciudad Motor, hace 107 años.

Unos meses más tarde de la visita de Stettinius, un joven negro nacido en el poblado matancero de Perico se convertiría, con su Marianao del alma, en el Novato del Año del torneo cubano. Comenzaría así la brillante trayectoria de Orestes Miñoso, que lo llevó a ser una de las estrellas latinas más grandes, condición que refrendó también desde su debut en las Grande Ligas, en 1949. [iii]

Por esa fecha el niño de tres años de edad James Marshall Hendrix -nacido en Seattle en 1942 y que falleciera en Londres en 1970- estaba lejos de convertirse en el mítico guitarrista Jimi Hendrix que revolucionaría, mediante sus composiciones de sonoridad experimental, el rock y el blues. Por supuesto que el pequeño no podía sospechar que en 1968 grabaría un álbum de culto como Electric Ladyland y mucho menos que un futuro Secretario de Estado (practicante del hockey e intérprete del bajo, candidato a las elecciones presidenciales del 2004 por demás) sería un ferviente admirador de su música.

Entonces el recinto diplomático yanqui radicaba en la calle Obispo, en el corazón de la Habana Vieja, el cual trasladarían más tarde hacia la construcción que levantaron en 1953, con Batista actuando por sus fueros, y que ahora nuevamente asumió las más altas funciones dentro de las relaciones internacionales entre dos estados.

Al igual que sucedería después en la mayoría de las capitales latinoamericanas, se pretendió con la imponente instalación dejar a las claras, más allá del plano visual, la magnificencia norteamericana. La edificación que salpican las aguas que rompen sobre el malecón habanero, fue construida por los arquitectos de la prestigiosa firma Harrison & Abramovitz, encargada por cierto, entre múltiples obras en varias latitudes, del edificio que alberga la sede de la Organización de Naciones Unidas y del Lincoln Center, icono de las instituciones culturales neoyorquinas.

Nuevamente la historia como punto de debate.

El discurso de Kerry en La Habana volvió a dejar claras las intenciones del gobierno de Estados Unidos respecto a Cuba.
El discurso de Kerry en La Habana volvió a dejar claras las intenciones del gobierno de Estados Unidos respecto a Cuba.

Si bien no utilizando las mismas frases que empleó el presidente norteamericano en su discurso durante la última Cumbre de las Américas, celebrada en abril de este año en Panamá –que tanto rechazo generaron entre buena parte de los mandatarios presentes- Kerry volvió a reiterar la idea de que no se puede “vivir en el pasado”. “Amigos, estamos aquí reunidos el día de hoy -dijo en otro momento de su intervención- ya que nuestros líderes, el presidente Obama y el presidente Castro, tomaron una valiente decisión: dejar de ser prisioneros de la historia y enfocar las oportunidades del hoy y del mañana”. [iv]

No pretendo en estas páginas llevar adelante a profundidad un análisis teórico sobre qué entendemos por historia, pero sí creo vale la pena destacar algunas consideraciones, fundamentalmente porque, al parecer, las principales autoridades estadounidenses tienen una idea de la misma como algo inerme, que debe narrarse sin ninguna conexión con el presente y, peor aún, sin ningún tipo de proyección hacia lo que en el futuro los seres humanos construyamos desde el entramado de las relaciones sociales.

En mi opinión los pueblos tenemos que desarrollar reflexiones que partan invariablemente –adoptando formas nada ortodoxas- de la dimensión pasada de acontecimientos y fenómenos, para hallar el esclarecimiento de situaciones contemporáneas que nos inquietan. Desde esa óptica un líder político debe fomentar pesquisas sobre el devenir de los hombres, que tengan como propósito logar el crecimiento ideológico-cultural de sus conciudadanos. En aras de cumplir ese objetivo hay que actuar sin remilgos, con la certeza de que la sabiduría colectiva que emana de nuestras raíces debe emplearse más allá de los círculos cerrados, donde se ventilan las disquisiciones investigativas.

Los hechos y transformaciones sociales que ocurrieron tienen que ser escrutados, dándoles preeminencia a los análisis comparativos sustentados en enfoques multicausales. Si se quiere en esa línea desarrollar un examen serio, las ideas deben hilvanarse desde las antípodas del reduccionismo mecanicista, que aspira a explicar todos los procesos y fenómenos a partir de un suceso único. Con ese catalejo es útil, particularmente, acercarse a la interpretación en general de la historia de América Latina.

Más que fabular sobre determinados hechos, debemos dedicarnos constantemente a la faena dialéctica de interpretar-reinterpretar los acontecimientos. No es posible escapar aquí del influjo de que cada tiempo histórico “reactualiza” la producción que le precede, en buena medida bajo la idea de que “la historia es la manera espiritual que tiene la sociedad de rendirse cuenta sobre su pasado”. Eso sí, rechazando la tesis de Henry Marou -con la que infelizmente muchos comulgan- de que “la verdad es todo aquello con lo que me sienta cómodo”.

La historia no es lineal sino sinuosa, plagada de avances y retrocesos, pero es ante todo coherente. Asumir esa conceptualización, “la historia como coherencia”, como “unidad histórica” es uno de los planos esenciales que nos permite apreciar los procesos con organicidad. Aclaro que no entiendo dicha “coherencia” y “unidad” como reproducción mimética, sino como la emergencia inevitable de situaciones cuya génesis se encuentra en nuestro pasado de lucha. Si vamos a debatir en verdad sobre el papel de la historia, tenemos que propiciar trabajos que vayan del fenómeno a la esencia, tratando de hallar el ADN del tejido social que nos permita comprender las manifestaciones palpables sobre la piel.

Los que aprecian la historia como algo superfluo, en buena medida lo hacen porque con sus consideraciones aspiran a desmontar procesos complejos, presentándolos como cuestiones estáticas, inconexas, asépticas, que sí pueden aparecer en un libro o ser exhibidas en un museo, pero que no sirven para cimentar la lucha de los seres humanos por su emancipación. Pienso, por ejemplo, en las denuncias demoledoras del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías a la burguesía venezolana, de que les interesaba presentar un Bolívar dormido en el Panteón Nacional, del que solo hablaban formalmente el 24 de julio, día de su nacimiento en 1783, o el 17 de diciembre, fecha de su muerte en 1830 en la quinta San Pedro Alejandrino de Santa Marta, Colombia. Los escuálidos le temían en realidad al Libertador que con su espada echó a caminar, como ejemplo de pensamiento y acción, con la llegada de la Revolución Bolivariana que construyó el inolvidable revolucionario nacido en Sabaneta. [v]

En el entretelón orgánico que se establece entre historia y política, constituye pilar infranqueable considerar la primera como ciencia obligada a estudiar y recrear el pasado de los pueblos. Esta es una idea cardinal que alerta de que, en modo alguno, puede subestimarse el papel que le corresponde a la teoría en la consecución de resultados que garanticen el crecimiento cultural de una nación. No es un barniz espontáneo acerca de lo que ocurrió, el arma que se necesita para el combate de ideas sino el más profundo razonamiento sobre lo acecido, con sus inevitables ramificaciones internas y externas, lo que permitirá la comprensión de hechos y fenómenos y, especialmente, la extracción de lecciones para no repetir errores, e inspirarnos en aquellos acontecimientos que prosiguen demostrando su valía, como catalizadores de la movilización patriótica.

El futuro no está predestinado, ni se accede a él a través de una bola de cristal. Es imprescindible por ello “acariciar” la historia como puente tendido entre lo que fue ayer, es hoy y también, sin complejo alguno, lo que puede ser mañana si se asumen las claves de la evolución social, en un morral que constantemente tiene que enriquecerse. En ese sentido la huella histórica está siempre ahí, aunque muchas veces no se acuda a ella. Tener a mano esa impronta viva, en nuestra modesta apreciación, debe ser piedra angular en la actividad política. No como ornamente florido para engalanar la cultura que se posea, sino como columna vertebral sobre la que incorporar otras estructuras analíticas, que en lo adelante serán germen de nuevas interpretaciones. Si se intuye que dicho algoritmo amalgama una forma concreta de pensamiento, entonces cada pieza del arsenal aparece, a la hora de la exposición, en el sitio exacto que le corresponde.

Estoy seguro que el Secretario Kerry –graduado de Ciencias Políticas en Yale y con un doctorado en Derecho- comprende, pese a cualquier exposición, el papel inexorable de la historia dentro del imaginario de los pueblos. El mismo invocó, para referirse a etapas precedentes, el impacto que tuvieron en su generación determinados eventos; al tiempo que incluyó en su agenda de trabajo, que casi no lo dejó respirar, recorridos por Finca Vigía, hogar de Hemingway en Cuba donde escribió El viejo y el mar, y el casco histórico de la Habana Vieja, al igual que se le observó por la televisión indagando con el ministro Bruno sobre la hermosa sede de la cancillería cubana.

El triunfo de la Revolución Cubana como parteaguas en Latinoamérica y el Caribe. Persistencia de la política imperial.

Fidel y el vicepresidente Nixon durante aquella visita histórica de abril de 1959. foto: Estudios Revolución
Fidel y el vicepresidente Nixon durante aquella visita histórica de abril de 1959. foto: Estudios Revolución

La naturaleza de este trabajo nos impide abordar todas las etapas en que los Estados Unidos puso de manifiesto sus apetencias por nuestra isla, aún antes de configurarse propiamente como estado, con la proclamación del acta de independencia de las Trece Colonias, el 4 de julio de 1776. Esa es una empresa que asumiremos próximamente.

Solo deseamos plasmar en esta ocasión breves apuntes sobre lo ocurrido después del 1ero de enero de 1959, con el propósito de aportar, con humildad, elementos de análisis sobre un fenómeno complejo, al que tenemos que aproximarnos, invariablemente, aguzando el olfato histórico.

Es importante reiterar la idea de que con el triunfo revolucionario se abrió un contexto capaz de propiciar un sistema de relaciones hemisféricas que pudo ser diferente –a partir de la buena voluntad del gobierno cubano puesta de manifiesto a través de múltiples hechos y pronunciamientos, incluyendo el viaje de Fidel a Estados Unidos en abril de 1959- pero lo cierto es que la administración encabezada por la dupla Eisenhower- Nixon embistió en todos los órdenes, desde bien temprano, con el propósito inequívoco de derrocar la propuesta revolucionaria antillana que, a la vez, fue multiplicando de forma exponencial su arraigo popular.

En Cuba, lejos de intimidarnos con las claras señales que llegaban desde el territorio estadounidense, la dirección del país no perdió un segundo en darle cumplimiento al programa estratégico planteado en el Moncada, y en crear las condiciones para que todo el pueblo estuviera preparado para defender sus conquistas, incluso si la confrontación arreciaba y llegaba a presentarse en el plano armado. Con energía y pasión sin límites cada nuevo día significó una jornada donde se alcanzaban conquistas concretas, a las que jamás había accedido la población.

Sin perder el rumbo trazado, con la certeza de que una revolución no es un lecho de rosas ni una empresa de pocas semanas, el proceso de cambios transitó de una concepción democrática, popular y antiimperialista a una inquebrantable vocación socialista.

La proclamación de dicho carácter por Fidel el 16 de abril de 1961, en el sepelio a las víctimas de los bombardeos perpetrados horas antes contra instalaciones aéreas en distintos puntos del país, no fue en modo alguno una acción fortuita, producida exclusivamente por la indignación ante la masacre, sino que resultó una evolución orgánica y coherente dentro del accionar revolucionario, asimilada de esa forma por el pueblo que, en apenas dos años, había crecido extraordinariamente en sus análisis, en buena medida por la obra tangible que contemplaba y por la prioridad que le otorgó la dirección del gobierno de explicarle directamente, con el concurso de los principales dirigentes, no solo las medidas que se adoptaban sino la profundidad de una lucha que se fijaba objetivos de más largo alcance.

En Girón, ya nadie podía siquiera ponerlo en duda, se pelearía por preservar la soberanía nacional que, para esa fecha, significaba también pasar a una etapa de edificación socialista. De ahí la trascendencia de esa victoria frente al imperialismo en el continente, debido a que la heroicidad de los milicianos y el pueblo todo permitió que, luego de esa lección imperecedera de entrega a una causa, cada una de las naciones tercermundistas fuera un poco más libre.

No es posible, por la brevedad de este material, hacer un recuento pormenorizado de todas las agresiones imperialistas a nuestro país, con la finalidad de socavar las bases de la Revolución y acabar con una experiencia que, pese a los esfuerzos demenciales del establishment norteamericano de aislarla, se abrió paso en los confines más remotos del mundo, por la fuerza y justeza del ideario que enarboló.

Además de la invasión mercenaria a Playa Girón, la complejidad de las faenas vividas durante la Crisis de Octubre de 1962, los más de 600 atentados contra el Comandante en Jefe, y el bloqueo genocida impuesto al pueblo, los imperialistas no escatimaron ninguna metodología imaginable para ver coronadas sus aspiraciones centenarias de engullirse a nuestra nación.

Distintas operaciones como la Pluto, la Peter Pan o la Mangosta; el apoyo y aprovisionamiento a bandas contrarrevolucionarias; diversas legislaciones como la Ley de Ajuste Cubano, en los inicios, unido a otros engendros jurídicos más cercanos en el tiempo como las leyes Torricelli y Helms-Burton, o el “Plan Para una Cuba Libre”; el empleo de la actividad terrorista, que nos ha costado 3478 muertos y 2099 incapacitados; la guerra biológica o la propaganda televisiva y radial -violatoria de las regulaciones internacionales sobre telecomunicaciones-, entre muchas estratagemas, tuvieron igualmente como finalidad aplastar a la Revolución y ahogar a su pueblo.

Específicamente sobre el bloqueo, crimen de lesa humanidad repudiado en todas las convenciones internacionales, aunque formalmente su proclamación oficial se derivó de la Orden Ejecutiva No. 3447, firmada por el presidente John F. Kennedy el 3 de febrero de 1962, tuvo manifestaciones claras desde antes. Con razón expresó el General de Ejército Raúl Castro en la reciente Cumbre de Panamá, considerando también las acciones precedentes adoptadas en esa línea por la Casa Blanca: “El bloqueo no empezó cuando lo firmó Kennedy en 1962”. [vi]

Acudiendo obligatoriamente a la presentación sintética de nuestras valoraciones, creemos oportuno plantear que, desde 1959, las sucesivos administraciones de EE. UU. se han trazado como objetivo derrocar al gobierno revolucionario, restablecer el capitalismo y recuperar su hegemonía y dominación sobre nuestro país. Con esa prisma, independientemente de que no se trata de una caracterización monocromática, distinguimos dos tendencias básicas: la que ha promovido el enfrentamiento abierto y directo mediante la agresión militar, el terrorismo, apoyo a bandas armadas, guerra biológica, planes de guerra psicológica y propagandística, y aislamiento internacional, y la que se ha propuesto modificar la proyección internacional cubana y socavar la Revolución desde dentro, empleando para ello medios políticos, diplomáticos, económicos, y propagandísticos, manteniendo los pilares básicos del bloqueo y la subversión.

En el primer caso dicha posición primó, obviamente con diferentes matices, en los gobiernos de Dwight Ike Eisenhower, John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon, Ronald Reagan, y George Bush, padre e hijo; mientras que en el segundo esos enfoques se privilegiaron, con características propias en cada caso, durante el ejercicio gubernamental de Gerald Ford, James Carter, William Clinton y en la actualidad de Barack Obama.

Barack Obama: dos tiempos de una relación

Encuentro histórico entre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama en la Cumbre de Panamá del 2015.
Encuentro histórico entre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama en la Cumbre de Panamá del 2015.

Ahora bien, consideramos oportuno precisar que a la hora de analizar exclusivamente la proyección del gobierno de Obama hacia nuestro país, debemos delimitar dos etapas: la que media entre el 2009 y noviembre del 2014 y la que se abre a partir de los anuncios realizados el 17 de diciembre de forma simultánea por él y el compañero Raúl. Esta cuestión, si se quiere de carácter metodológico, nos facilita el acercamiento a una administración que en este, como en otros asuntos, se ha comportado de manera heterogénea.

Con relación a la primera etapa, tenemos que varios de los rasgos que actuaron como elementos distintivos fueron:

  • Enfoque diferente de la política a seguir, a partir de la eliminación de restricciones puntuales, tales como visitas familiares, envío de remesas y servicios de telecomunicaciones. Esas decisiones perseguían la creación de condiciones favorables para la labor subversiva, así como intentar ganar espacios de influencia dentro la sociedad cubana. Hubo también un restablecimiento de cierto nivel de diálogo con nuestro país -no olvidemos el retroceso experimentado durante el gobierno de su predecesor George W. Bush- en función de hacer avanzar sus intereses.
  • Percatándose que el lenguaje virulento empleado por Bush, lejos de amedrentar al gobierno y pueblo cubano provocaba un efecto contrapuesto (uno de los ejemplo más nítidos en ese sentido fue el movimiento que condujo a la aprobación por la Asamblea Nacional del Poder Popular, en junio del 2002, de la “Iniciativa de Modificación Constitucional”, a propuesta de las organizaciones de masas, donde se incluía con todas las letras dentro de nuestra carta magna, que el carácter socialista de la Revolución era irrevocable, irreversible, irrenunciable, y que jamás se negociaría por la fuerza con ninguna potencia extranjera, justo pocas semanas después de que el usufructuario de la Casa Blanca pronunciara su tristemente célebre discurso en la Academia Militar de West Point, donde hablaba de la necesidad de intervenir en “60 o más oscuros rincones del mundo”) optó por variar el tono, haciendo notar que se sustituía la convocatoria abierta a un “cambio de régimen”, por un discurso menos agresivo, sin que este dejara de ser injerencista. En una línea embrionaria de lo que más tarde expresaría con mayor precisión, utilizó frases que sugerían la posibilidad de ventilar de otra manera el conflicto histórico entre ambos países. Comenzó así a hacerse recurrente expresiones como “queremos un nuevo comienzo” o “deseamos apartarnos de la mentalidad de la guerra fría que ha imperado en los últimos cincuenta años”.
  • Aunque generaron gran expectativa las probables decisiones que tomaría con respecto a nuestro país, lo cierto es que las que adoptó no rebasaron algunas de las promesas que formuló durante sus intervenciones en la campaña electoral. Es el caso de lo concerniente a los viajes familiares, el envío de remesas y el restablecimiento de conversaciones con el gobierno cubano, el cual planteó a través de la cancillería, desde el 14 de julio del 2009, una serie de temáticas para la futura discusión entre las que se encontraban la liberación de nuestros cinco héroes, el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero, y la exclusión de la lista de “Estados patrocinadores del terrorismo internacional”.
  • Es importante consignar que, aunque muchas veces esta arista transcurre de manera inadvertida a la hora de analizar un comportamiento determinado, fue palpable que la opinión pública internacional y los pronunciamientos de múltiples personalidades políticas ejercieron influencia en varias medidas adoptadas por su administración. Como ejemplo, en ese línea, tenemos las decisiones sobre viajes familiares y remesas del 13 de abril del 2009, vísperas de la V Cumbre de las Américas de Puerto España –cita que dejó grabada en la mente de millones de personas el gesto de extraordinario valor simbólico del presidente Chávez obsequiándole a Obama Las venas abierta de América Latina, de Eduardo Galeano- o la propuesta de reanudación de las rondas migratorias, antes de la Asamblea General de la OEA. [vii]
  • A sabiendas de lo que representaba el tema cubano -el cual fue adquiriendo una fuerza de proporciones no vistas hasta entonces en el ámbito latinoamericano y caribeño, coincidentemente a partir de su llegada al Salón Oval, al punto de que la mayoría de los presidentes de la región comenzaron a expresar que si se quería en realidad otra relación con el continente tenía que resolverse, en primer lugar, la discriminación hacia Cuba en espacios como la Cumbre de las Américas y levantarse el bloqueo- trató de explotar desde el ángulo mediático cualquier medida o acción, por limitada o poco novedosa que esta fuera, para reforzar la imagen de que los Estados Unidos daban pasos constructivos con respecto a nosotros y que entonces le correspondía a Cuba reciprocar esos gestos. Con la certeza de que alguna acción demasiado arriesgada podía representar un riesgo con elevado costo político (no olvidemos que cuando un presidente arriba a la Casa Blanca, casi en el mismo acto de investidura está pensando de que manera puede reelegirse dentro de cuatro años, asunto que en la medida que avanza su mandato se torna prácticamente en la única prioridad) mantuvo una actuación gradual y cautelosa encaminada, a todas luces, a no despertar reacciones airadas de los sectores anticubanos.
  • Con relación a los elementos de continuidad que se distinguieron en este período, con relación a la política tradicional yanqui, encontramos que se mantuvo intacta la persistencia del objetivo estratégico de derrocar nuestro sistema económico, político y social, así como la inclusión de Cuba en todas las listas negras del Departamento de Estado, como son las de “Estados Patrocinadores del Terrorismo Internacional”, la de “Trata de Personas”, “Derechos Humanos” y “Libertades Religiosas”. De igual manera no hubo modificaciones en los instrumentos de cabecera de la política hacia nuestro país como el bloqueo, la subversión y las campañas propagandísticas.
  • A tono con el creciente papel de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la sociedad moderna, se emplearon modalidades de la subversión en las que se les confirió prioridad al uso de las mismas para la desestabilización interna. Ese fue el objetivo, demostrado inobjetablemente, de las plataformas Zunzuneo, Piramideo y Conmotion. Asimismo, adquirió relevancia para ellos trabajar en la promoción de los llamados “ciberdisidentes”   y estimular a grupos no tradicionales de la contrarrevolución, con la intención de presentar una imagen renovada y más “atractiva” de esos personeros, teniendo en cuenta el descrédito de las figuras a las que le habían apostado desde los años 80. Prestos a manipular el creciente proceso de debate dentro de la sociedad cubana sobre múltiples tópicos, se aprovecharon de ese espíritu acerca, por ejemplo, del uso de Internet, la racialidad, la igualdad de género y la orientación sexual, para insertar mensajes subversivos y fomentar la división. Una de sus aspiraciones supremas, fragmentar la unidad entre los revolucionarios promoviendo supuestas desavenencias generacionales o sectoriales, cobró impulso renovado haciendo énfasis en la labor de influencia sobre jóvenes, mujeres, negros, homosexuales y religiosos. Igualmente ofertaron becas para estudiantes cubanos, financiadas por el gobierno norteamericano, encaminadas a promover futuros líderes.

El 17 de diciembre, por su parte, representó una colosal victoria de nuestro pueblo, que supo resistir con firmeza durante más de cinco décadas todos los embates imperiales.

En dicho paso tuvo un papel significativo la labor de su Santidad Francisco, al cual le agradecieron los dignatarios de ambos países. En el caso del compañero Raúl realizó incluso una visita a Roma, en la tarde del sábado 9 de mayo del 2015, con el objetivo de sostener en la mañana siguiente un encuentro con el Sumo Pontífice.

El presidente cubano arribó a la capital italiana luego de participar en el extraordinario desfile y ceremonia militar en la Plaza Roja de Moscú, con motivo del 70 Aniversario de la victoria sobre el fascismo, última actividad de su exitosa agenda en la Federación Rusa (que incluyó intercambios con el presidente Vladimir Putin y el primer ministro Dimitri Medvedev) a donde había llegado después de un no menos fructífero recorrido por Argelia, donde debatió sobre diversos asuntos con los principales dirigentes de la nación magrebí, especialmente con sus presidente Adelazis Bouteflika.

Al concluir el diálogo con el Papa, que se extendió por 55 minutos (considerado por las autoridades eclesiásticas como algo totalmente inusual), Raúl expresó, con visible satisfacción que había tenido un excelente intercambio y agradeció su papel en el comienzo de un nuevo tipo de relación con Estados Unidos. Días antes de la histórica reunión –en 1996 Fidel fue recibido igualmente en el Vaticano por Juan Pablo II- se había anunciado la visita de su Santidad a Cuba, en septiembre del propio 2015, previo a la gira que desarrollaría por Estados Unidos. (CONTINUARÁ)

Citas utilizadas

[i] Con respecto a la forma en que se percibió en este parte del planeta aquella infausta contienda no podemos desconocer que, unido a todas las derivaciones económicas originadas a partir de los distintos grados de relación con Estado Unidos, hubo además interrelación militar con el poderoso vecino. El destacado profesor Sergio Guerra Vilaboy, presidente de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe (ADHILAC) plantea que: “Una de las pocas excepciones de no alineamiento con la política norteamericana fue Argentina, donde un grupo de militares de derecha que simpatizaban con la Alemania nazi se hizo del poder en junio de 1943. (…) Hacia 1945 todos los países de América Latina habían declarado la guerra a las potencias fascistas, aunque solo México y, sobre todo, Brasil participaron realmente en la conflagración. (…) En este período la América Latina se comportó como una especie de retaguardia aliada, proporcionando materias primas y alimentos a bajos precios con la promesa de un futuro trato preferencial. (…), así como la concesión a Estados Unidos, mientras durase el conflicto, de numerosas bases militares en el hemisferio”. Sergio Guerra Vilaboy, Historia mínima de América Latina, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2003, pp. 278-279.

[ii] Fue tal la ascendencia del joven nacido en Birán el 13 de agosto de 1926, entre alumnos y profesores del Colegio de Belén, que uno de los encargados de la docencia, el sacerdote jesuita español Monseñor Armando Llorente, escribió en el libro de Memorias de la graduación del curso 1944-1945: “Fidel Castro cursará la carrera de derecho y no dudamos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no faltará el artista”. Años más tarde añadió: “Fui su profesor en el colegio de Belén. Siempre vi en Fidel Castro madera de héroe y estaba convencido de que la historia de su patria algún día tendría que hablar de él”. Ver en: Luis Báez: Absuelto por la historia, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2005, p. 30.

[iii] De Miñoso hemos escrito antes porque constituye, inobjetablemente, una de las leyendas de este deporte. Fue tal su labor en las ligas mayores, fundamentalmente con los Medias Blancas de Chicago, que le construyeron una estatua a tamaño natural, en la parte del jardín central del parque de acceso del U.S Cellular Field, de esa ciudad. El 19 de septiembre del 2004, previo a un partido entre los White Sox y los Tigres de Detroit, fue develada la misma, como parte de un homenaje que le tributaron los anfitriones denominado “El día de ´Minnie´ Miñoso”. Dicha franquicia, de historia centenaria, retiró su número 9 del roster en 1983, únicamente después de que lo hicieran con el 4 de Luke Appling, en 1975 y el 2 de Nellie Fox, en 1976. De Miñoso se afirmó que transformó el estilo de batear dentro de las Grandes Ligas. Hasta su llegada no se concebía una estrella que conectara hacia la banda contraria, debido a que estaba acendrado el concepto de halar la pelota para la mano del bateador. El gran escritor norteamericano James D. Cockcroft, analizando el impacto de su sistema de juego, escribió en Latinos en el béisbol: “El pintoresco cubano tomó a la ciudad del viento por asalto, bateando 326 y encabezando la liga en bases robadas y en triples. Terminó segundo de la liga en bateo y tercero en promedio de slugging (promedio de bases por veces al bate). El público de Chicago subió vertiginosamente en más de medio millón en ese año, al tiempo que los aficionados coreaban ¡´Go, go!, cada vez que Miñoso llegaba a embasarse. De la noche a la mañana, los Medias Blancas acabaron llamándose los `Go Go Sox”. En 1993 fue el segundo hombre en vestir los uniformes en seis decenios, igualando a Hub Kittle que en 1980 lanzó una entrada con el Springfield, frente a la formación de Iowa, a la edad de 63 años. Todavía más increíble, el miércoles 16 de julio de 2003, a los 80 años de edad, empuñó el madero por el conjunto de los Santos de San Paul, de las Ligas Menores, erigiéndose de esa manera sui géneris en el único pelotero en participar en torneos organizados, en siete décadas distintas. En Series del Caribe Miñoso disparó 17 incogibles en 45 turnos, para excelente promedio de 378, con nueve anotadas y ocho impulsadas. Específicamente en la IX Serie, en 1957, el emblemático jugador fue el que mayor cantidad de carreras remolcó, con 7. Un año más tarde volvió a colgarse la presea áurea, en la justa celebrada en Puerto Rico. En esos dos triunfos, como bujía de sus felinos, estuvo a las órdenes del timonel Napoleón Reyes. Todo ello explica que, al producirse su fallecimiento en febrero de este año, a los 92 años, el presidente Obama –admirador confeso de los Medias Blancas- se refiriera a la significación y legado del cubano, que tantas puertas abrió con sus resultados a jóvenes de varias latitudes.

[iv] “Estados Unidos acoge con beneplácito este nuevo comienzo de su relación con el pueblo y el gobierno de Cuba”, palabras del Secretario de Estado norteamericano John Kerry, en el acto de reapertura de la embajada de su país en La Habana. Ver en: Juventud Rebelde, sábados 15 de agosto de 2015, p. 5.

[v] El presidente Chávez, cuyo legado constituye inspiración permanente para los revolucionarios de cualquier parte del mundo, fue un profundo conocedor de la historia de luchas de nuestros pueblos y un amante del conocimiento histórico. Conversando con el prestigioso intelectual franco-español Ignacio Ramonet, confesó: “Y cuando usted cita todos esos hechos, está hablando de la historia. Y eso, por supuesto, deja huella. Nuestras vidas están marcadas y determinadas por las condiciones en las que nacemos. Las circunstancias en las que crecemos. Dice Marx: `Los hombres hacen la historia con las condiciones que la realidad les impone´. Yo me di cuenta de ello, a lo largo del camino, y leyendo a Marc Bloch…(…) Entre mi adolescencia y la madurez, en esa etapa que va sujetando la conciencia, al igual que Marc Bloch yo me preguntaba: ¿para qué sirve la historia? La historia puede comenzar como una curiosidad, y puede ser también una narración que seduce. Porque los acontecimientos humanos seducen. Y Bloch clasifica los hechos en `históricos´ y `no históricos´. Buscando una definición exacta de la historia y preguntándose para qué sirve, dice: `La historia es como el ogro de las leyendas; donde huele a carne humana, ahí está su presa´ Porque la historia tiene como fin el hombre, los seres humanos. (…) Yo, hace tiempo que comencé a saciarme de historia. Buscando probablemente la clave de nuestro porvenir. ¿No dice acaso Heidegger –Martin Heidegger, importante filósofo alemán autor en 1927 de la obra Ser y tiempo (HPC)- que: `no hay nada más lleno de futuro que el pasado´? De niño, como le comenté, si hubiera tenido conciencia hubiese podido decir, igual que Fidel: la historia me absolverá. Pero hoy digo: la historia me absorbió, me engulló, y yo también la absorbí, porque también uno se va alimentando de ella, ¿no? La historia y yo nos hemos absorbido mutuamente”. Hugo Chávez, Mi primera vida, Conversaciones con Ignacio Ramonet, Editorial José Martí, La Habana, 2014, pp. 60-63.

[vi] En la propia intervención de la cita de las Américas, nuestro presidente recordó fragmentos del que calificó como “perverso memorando”, elaborado por el subsecretario de Estado Lester Mallory, el 6 de abril de 1960. El texto revela sin tapujos que no les importaba las privaciones y penurias a las que fuera sometido el pueblo, comparadas con la obtención de sus pérfidos objetivos. El infame material expresaba: “(…) la mayoría de los cubanos apoya a Castro…No hay una oposición política efectiva. El único medio previsible para restarle apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las penurias económicas. (…), debilitar la vida económica (…) y privar a Cuba de dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Raúl Castro Ruz: “Cuba seguirá defendiendo las ideas por las que nuestro pueblo ha asumido los mayores sacrificios y riesgos”, Discurso en la VII Cumbre de las Américas, Ver en: Granma, lunes 13 de abril de 2015, pp. 3-5.

[vii] Mediante un estilo filoso, donde el toro siempre es tomado por las astas, Galeano va desgranando argumentos imposibles de digerir por los oligarcas que se refocilan en cómodos palacios. El uruguayo sabe que la prosa comprometida, como la poesía, la pintura, el teatro y las artes sin excepción, son armas de extraordinaria efectividad en la defensa de los oprimidos. En este libro emblemático abundan las reflexiones de hondo calado, hilvanadas desde la belleza del lenguaje. “Hace más de un siglo, dispara el suramericano, un canciller de Guatemala había sentenciado proféticamente: `Sería curioso que del seno mismo de los Estados Unidos, de donde nos viene el mal, naciese también el remedio´. (…) La lucha de clases no existe –se decreta- más que por culpa de los agentes foráneos que la encienden, pero en cambio existen las clases sociales, y a la opresión de unas por otras se les denomina el estilo occidental de vida. (…) ¿Tenemos todo prohibido, salvo cruzarnos de brazo? La pobreza no está escrita en los astros, el subdesarrollo no es el fruto de un oscuro designio de Dios. (…) La historia es una profecía con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será. Por eso en este libro, que quiere ofrecer una historia del saqueo y a la vez contar cómo funcionan los mecanismos actuales del despojo, aparecen los conquistadores en las carabelas y, cerca, los tecnócratas en los jets, Hernán Cortés y los infantes de marina, los corregidores del reino y las misiones del Fondo Monetario Internacional, los dividendos de los traficantes de esclavos y las ganancias de la General Motors. También los héroes derrotados y las revoluciones de nuestros días, las infamias y las esperanzas muertas y resurrectas: los sacrificios fecundos”. Eduardo Galeano: Las venas abiertas de América Latina, Fondo Editorial Casa de las Américas, 1999, pp. 25-27.

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Un comentario en Cuba –Estados Unidos: pasado y futuro de una relación (I Parte)

  1. En mi caso particular pienso que es ya es hora de que haya un cambio verdadero en las relaciones de nuestros países, que se elimine el bloqueo, que se abra paso a la tecnología y esta pueda ser usada por el pueblo.
    Que se nos exija sacrificio ok, pero el que no los exija este dispuesto tan bien a pasarlos.
    Como pusieron en un artículo anterior UNA COSA ES CON VIOLÏN Y OTRA ……

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