“Antes me decían merolica, con toda la carga peyorativa que la palabra tienen para los cubanos, pero hoy me llaman cuenta propia o comerciante, y me gusta; yo poco a poco fui encontrando mi camino y ahora soy florista, es decir, hago las flores y las vendo”, relató a los presentes Hilda María Rosique, una joven habanera acogida a las nuevas formas de gestión que ganan cada día mayor fuerza en Cuba.
Como Hilda, otras trabajadoras no estatales o cuentapropistas participaron en el reciente encuentro entre la máxima dirección de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Central de Trabajadores de Cuba y el Sindicato Nacional de Trabajadores del Comercio, la Gastronomía y los Servicios, para tratar, precisamente, el quehacer de las féminas en el llamado trabajo no estatal.
Las asistentes al foro, todas de la capital del país, forman parte de los más de 507 mil trabajadores inmersos en nuevas formas de gestión contabilizados en todo el país a inicios del pasado mes de julio, de ellos un 31 por ciento mujeres.
Ampliar el trabajo en el sector no estatal, como una alternativa más de empleo en dependencia de nuevas formas organizativas de la producción y los servicios que se establezcan, constituye prioridad actual en la isla, necesitada de incentivar al máximo fórmulas laborales que coadyuven a dinamizar los ritmos de crecimiento de la economía nacional.
En tal sentido se expresaron varias de las participantes, entre ellas artesanas, productoras-vendedoras, peluqueras, costureras y otras, todas muy estimuladas con las ventajas financieras obtenidas en su labor.
“Pero eso no es todo, dijo Margarita Noriega, una dirigente sindical y delegada del Poder Popular en su localidad. Yo necesitaba reparar mi casa y saqué licencia para el trabajo por cuenta propia. Vendemos churros, útiles del hogar y artículos religiosos y lo que prima en todos los que allí laboramos es el mejor trato a los clientes, porque sabemos que si trabajamos con mayor calidad, la economía del país se nutre más”.
El ejemplo de las cooperativas no agropecuarias igualmente se escuchó en el encuentro, también en homenaje al aniversario 55 de la creación de la Federación de Mujeres Cubanas.
Sobre el quehacer de estos centros de nuevo tipo en Cuba, habló Marquidea Pérez, la secretaria general del sindicato en la Cooperativa Model, dedicada a las confecciones textiles.
“Antes de ser cooperativa yo ganaba 315 como jefa de brigada y hoy mi salario promedio supera los mil 300 pesos. Ahora la última palabra la tenemos todos los socios y quien más trabaje es quien más gana”, aseguró.
“Somos 40 compañeros, todos sindicalizados, y enfrascados en la confección de ropa tanto para hombres como para mujeres. Nuestra línea principal es la guayabera, y también hacemos uniformes de trabajo”, agregó.
Ciertamente, el trabajo no estatal en Cuba aún debe escalar peldaños superiores, principalmente en la capacitación de directivos y trabajadores inmersos en sus diversas formas de gestión, y en el cumplimiento de lo normado jurídicamente en el Código del Trabajo.
No son pocos los lugares donde se violan preceptos ya ganados para la mujer trabajadora en el país, entre ellos los vinculados con el embarazo y la maternidad, con los horarios de descanso y otros mandatos, todo ello signado por el hecho cierto de que en estas nuevas formas de gestión se percibe más ─en ocasiones─ mucho más que en centros laborales estatales.
Creo que es cierto que el trabajo por cuenta propia ha ayudado mucho a resolver problemas económicos fuertes en muchas familias, no creo que se trate ahora de convertirlas a todas en heroínas porque sabemos cómo empezaron muchas y qué trajo por consecuencia en muchos hechos de corrupción vinculado al meroliquismo que es real y existió. Ahora estamos en otra circunstancia, y estoy de acuerdo con que debemos cambiar la visión, pero lo priemro que hay que revisar es el tratamiento a los cuentapropistas porque a vcees lo seguimos mirando como delincuentes e ilegales aún pagando su licencia pues están a merced de un grupo de inspectores inescrupulosos que se aprovechan de su posición para vivir de muchos de ellos. Creo que es necesario trabajar en la vincculación política de los cuentapropistas, sobre todos de los jóvenes que necesitan ser atendidos como corresponde por la UJC, por ser un sector amplio y que no debe quedar disponible para otros que quieran cambiar su rumbo, igualmente hay que lograr una mayor vinculación de estos con el sindicato y buscar vías con trabajo para que se sientan atendidos y escuchados ante sus problemas para que no se conviertan en otra clase como tal separada de los obreros y trabajadores en general.