En la Cooperativa de Producción Agropecuaria pinareña (CPA), Roberto Amarán, los socios tienen claro que muy rápido pueden degradarse los suelos, pero toma mucho tiempo para su recuperación y esto implica problemas en la producción. Por eso, allí se toman medidas pertinentes para revertir años de malas acciones, sumado a los inconvenientes de la naturaleza.
Esta CPA con 201,56 hectáreas de terreno, sirve de ejemplo para el resto de la provincia, pues en sus áreas se aplican, desde hace un tiempo, varios proyectos encaminados a incrementar el rendimiento de las áreas cultivables y disminuir las incidencias medioambientales.
Entre estos destacan el Programa Operacional número 15 de Naciones Unidas (OP15), encaminado a enfrentar la desertificación y la sequía, con la búsqueda del manejo sostenible de tierra y la conversión de la CPA en un polígono para trazar pautas en el trabajo con suelos.
Tierra dañada no produce bien
Estos parajes, tiempo atrás, presentaban elevados niveles de degradación. La institución se dedicaba al monocultivo del plátano en gran parte de su topografía accidentada, muy dañada debido a la acción de las lluvias.
“Como somos una cooperativa con territorios irregulares, por ubicarnos en la premontaña, el mal trabajo que le hagamos trae consecuencias negativas”, explicó Carlos Miguel Echevarría Grela, presidente.
Pero desde el 2010 se convirtió en el polígono de conservación de suelos, bosques y aguas de la provincia, una zona de estudio para probar medidas y replicarlas, posteriormente, en las demás entidades. Esto permite contar con herramientas importantes a la hora de tomar decisiones en el proceso productivo.
Con el conocimiento del terreno se logró seleccionar los cultivos que se podían o no sembrar, así como conocer el porciento de materia orgánica, de nitrógeno, fosforo, potasio disponible y otros elementos.
“Hemos aprendido a ejecutar acciones para paralizar la degradación y restituir lo perdido. Se han generado impactos como una mejor situación económica de la cooperativa”, explicó Adalberto Cruz Fuentes, vicepresidente.
En la entidad se ha incorporado a todos los socios a las tareas medioambientales. Se les orienta como trabajar para el mejoramiento de la superficie cultivable con el uso de la materia orgánica y sobre la siembra por curvas de nivel según la irregularidad del terreno.
Entre otras medidas se ha procedido a la siembra de barreras vivas, se han corregido las cárcavas (zanjas) y se aplica materia orgánica. Las vaguadas se han reforestado y con ello se protege la flora y la fauna. A lo anterior se suma el trabajo con el OP-15. En estos momentos se culmina la primera parte y comienza la segunda, asociada al manejo responsable de los recursos hidráulicos.
Según Gerald Malagón Medina, coordinador en funciones del mismo, “se dirige a la lucha contra la desertificación y la sequía, vinculado fundamentalmente al manejo sostenible de tierra. La provincia es una de las mejores del país en su aplicación”.
La tierra tiene la última palabra
Hoy en la Roberto Amarán se viven los resultados de años de aplicación de proyectos. Primero se gestó una conciencia medioambientalista y la certeza de que ayudar a la naturaleza es coadyuvar con el desarrollo propio.
Los suelos se han tornado más fértiles y se evitan fenómenos antes tan comunes y dañinos como la degradación. Como explica, Carlos Carlos Miguel Echevarría Grela, presidente de la CPA, se reforestaron extensas áreas con frutales y más de 15 especies forestales como acacia, cedro, caoba, algarrobo indio, teca, mamey colorado, mango, marañón y coco.
Hay cultivos como la guayaba, que han duplicado los dividendos y en sentido general, ya en el 2014 la CPA rompió su récord histórico de producción.
La primer limpieza que hay que hacer es la mente de los directivos del Ministerio de la Agricultura a ver si ejemplos como estos se esparcen por todo el pais mas que el marabú.