La cumbre del Grupo de los Siete (G-7) comenzó este domingo en un lujoso castillo del estado alemán de Baviera, aparentemente signado por el matiz costumbrista de brindar al visitante salchichas y cervezas de producción local. Al menos eso hizo la canciller Angela Merkel con su par, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Pero más allá del arco de férrea seguridad garantizado por unos 20 mil policías, se escuchaba la voz de decenas de miles de manifestantes que reclamaban su derecho a un mundo mejor y denunciaron un entorno geopolítico en el que es cada vez más evidente la lucha de los países poderosos por preservar lo que tienen o por redistribuirse nuevas áreas de influencia.
Algunos analistas aseguran que el rol del G7 —Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos— va cuesta abajo debido a las nuevas alianzas y pactos entre los países emergentes lidereadas por China y Rusia.
El subdirector del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de la Universidad Qinghua,de China, Liu Jiangyong, dijo recientemente a Xinjua que durante el proceso de globalización e informatización, hubo grandes cambios en el sistema internacional: «La transformación del G-8 en G-7 es el inevitable resultado de las tensiones entre Estados Unidos y Rusia, lo que ha debilitado la influencia del grupo».
Después del estallido de la crisis en Ucrania en febrero del 2014, Rusia fue excluida del grupo élite, por eso el G-8 devino en G-7, pero tal como reconoció Frank-Walter Steinmeier, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, el bloque necesita a Rusia “para solucionar los conflictos congelados en Europa, Siria, Irak, Libia y para abordar el asunto del programa nuclear iraní».
No obstante, el regreso del gigante euroasiático no aparece entre las predicciones a breve plazo, como tampoco una solución al problema financiero de Grecia, a la que no quieren dejar escapar de la zona euro, pero al que tampoco le permiten gobernar con plenas facultades.
Esos fueron los temas de este domingo en la Cumbre del G-7. Para hoy lunes quedan en agenda el terrorismo, el clima y la energía, asuntos en los que los países miembros son más culpables que víctimas, aunque aún no lo quieran reconocer.