El tabaco constituye la principal causa de muerte prevenible. En Cuba, anualmente ocurren 13 mil 301 fallecimientos atribuibles al hábito de fumar. Un fumador que consume una cajetilla diaria, utiliza el 44,5 % del salario promedio para ese fin; a ello se unen los costos relativos al sufrimiento familiar y la carga emocional de vivir con una persona con problemas de salud.
Esta adicción impone una enorme carga a la sociedad en gastos que se relacionan con la atención médica a los pacientes que contraen enfermedades provocadas por el tabaco, el pago de pensiones, pérdida de productividad.
Estudios realizados por especialistas de Salud Pública indican que los fumadores hacen mayor uso de los servicios de salud, ingresaron cuatro veces más que quienes no fuman, y provocan significativamente más gastos a las instituciones de salud.
Una experiencia laboral
No hay carteles por ninguna parte del recinto que lo prohíban, pero no se fuma, incluso ví cuando muy bajito, la jefa del negocio llamó la atención de una clienta que había encendido un cigarrillo.
La experiencia del taller Decoram, en el capitalino municipio de Boyeros, es válida en todos los centros laborales, solo hay que tener autoridad y constancia. Un reglamento, que se discutió con todos y cada uno de los trabajadores, niega la posibilidad de fumar dentro de las áreas de trabajo. De ello, con el decursar de varios meses hasta los fumadores empedernidos tuvieron que eliminar o reducir ese hábito.
“La mayoría de los muchachos llegaron fumando al taller. En los primeros tiempos salían a la calle en los horarios de las meriendas y encendían su cigarro, pero ya no, poco a poco y con mucho empeño hemos logrado que dejen, o al menos reduzcan ese vicio”. Así lo asegura Nerta María Betancourt, la maestra jubilada que junto a su esposo, creó Decoram, una pequeña empresa familiar dedicada a hacer elementos decorativos de construcción, en el reparto Río Verde, de Boyeros.
“No fue una decisión impuesta. Somos como una gran familia; la mayoría de nuestros trabajadores son jóvenes y conversamos con ellos, les explicamos los daños que para su salud provoca el tabaco, los perjuicios económicos. Los que lograron dejar el vicio, se sumaron a nuestro `discurso` y ese ejemplo imprime más fuerza al legado que les estamos inculcando.
Víctor Cortina, el maestro jubilado que comenzó haciendo los adornos para su propio hogar, contó: “Cuando yo sorprendía a alguno fumando mientras trabajaba, le decía: `ves que tienes un brazo menos, que tu productividad baja porque estas labores requieren de tener activa las dos manos. Cuando hay resistencia la vencemos con la constancia”.
Se puede
Cuando se juntan las voluntades, las presiones, los vicios ceden. Yiorbis Delis Sarmiento nunca ha fumado y se convirtió en un activista contra ese peligroso hábito, porque “quienes estamos cerca de ellos nos convertimos en fumadores pasivos y dicen que ese humo perjudica tanto o más que el consumo directo.
Adrián Almarales Vega, quien adquirió el vicio desde los 13 años, no ha podido desprenderse totalmente de él: “Llevo tres años trabajando aquí; me molestó aquella decisión de que no podíamos fumar, pero me quedé con la opción del taller, poco a poco lo he ido dejando; enciendo uno por la mañana y otro por la noche.
Sin embargo, Luis Orlando Batista Sánchez sigue fumando, dicen que era como una chimenea y se pasa la vida peleando por la medida administrativa, pero “yo quisiera dejarlo, es difícil y hay que tener mucha voluntad; ya me ha ayudado en algo reducir la cantidad, voy a seguir esforzándome para dejarlo, porque tengo en contra a mi jefa, a mi mamá y a mi novia; ellas tienen razón y es un dinero que se pierde”.