Por Caridad Carrobello*
El título de este comentario no es un juego de palabras, sino la esencia de dos conceptos claves para la economía cubana.
Está claro que liberar, abrir senderos, desatar amarras, constituye el principio de las transformaciones emprendidas en el país. Y por otra parte, el encadenamiento productivo es una de las opciones básicas para el desarrollo nacional, plasmadas en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, de ahí que se integre a las propuestas de negocios con inversión extranjera.
Pero, ¿saben los trabajadores en qué consisten las cadenas productivas y cuánto les atañen?
Quizás no muchos conozcan que la evolución de estas ha transitado por las de tipo productivo, cuyo fin es elevar ganancias sin alterar mucho la estructura administrativa de una entidad; luego por las de suministro, asumiendo un diseño organizativo y de funcionamiento más amplio y que involucre a distintas organizaciones; hasta llegar a las redes de valor, las cuales constituyen el escalón superior, pues basan su desarrollo en la innovación, la generación de nuevos productos y tecnologías para satisfacer integralmente a sus clientes, capacitándolos incluso en el empleo de lo ofertado.
Dicho de modo más sencillo, un encadenamiento consiste en el conjunto de operaciones necesarias para la obtención de un bien o servicio, llevándolas a cabo de manera planificada. Consta de etapas consecutivas donde los insumos son transformados hasta lograr un producto final y su comercialización en el mercado interno o externo. Por lo tanto, la sucesión de acciones conlleva diseño, producción y distribución, e involucra una serie de recursos físicos, tecnológicos, financieras y humanos.
En muchos países constituye una estrategia de desarrollo de los gobiernos regionales y locales. Para Cuba su importancia asciende al nivel macroeconómico, pues mediante ellas se persigue dinamizar la competitividad empresarial, incrementar la productividad y la eficiencia económica.
Todas las personas de una entidad productora o de servicios que asumen un encadenamiento son elementos primordiales. Si bien una parte del accionar corresponde a los directivos, responsables de crear los vínculos a nivel de empresas y entre sectores para obtener los distintos recursos, la asesoría o colaboración científicotécnica necesaria y negociar un mercado, no menos importantes resultan los individuos que laboran en la granja, el taller, el almacén o manejan un transporte.
Sin la motivación y compromiso de estos trabajadores sería imposible avanzar, pues de ellos depende el éxito en las fases de provisión de insumos, elaboración, conservación, transformación, almacenamiento, distribución y comercialización.
En Cuba hay varios ejemplos de cuán importante es cada integrante de la cadena. Con la perspectiva de negocios con capital foráneo, y posibles encadenamientos, el Ministerio de Industrias estableció una cartera de oportunidades para el reciclaje de materias primas, la producción de máquinas herramientas y equipos, así como la obtención de envases y embalajes.
Una red de valor exitosa es la Unión Latinoamericana de Explosivos (Ulaex), suministradora de dicho renglón a la Empresa de Materiales de la Construcción y a obras de envergadura como los túneles para trasvases, redes hidráulicas y canteras de extracción de minerales. Esta entidad de capital mixto recibe capacitación tecnológica del socio australiano y traslada ese conocimiento a transportistas, suministradores y clientes nacionales, para que las voladuras y la extracción de materiales ganen eficacia.
Con tales resultados y perspectivas no quedan dudas de que los encadenamientos contribuirán a desencadenar nuestra economía.
*Doctora en Ciencias de la Comunicación