La salud es, en primer lugar, responsabilidad de cada trabajador, que tiene en la legislación cubana el respaldo para exigir a las administraciones o empleadores que se cumplan las normas establecidas en cada puesto y le dé facilidades para consultar al médico y hacerse los chequeos periódicos establecidos.
En el accionar sindical también deberá haber una prédica: no claudicar con aquellos que se escudan en lo imprescindible que son en su puesto laboral, ni en las insuficiencias del sistema de salud ni en la falta de tiempo para dedicarlo a atenderse.
Los médicos de la familia tienen establecido el llamado horario deslizante, el cual les permite programar (e informar debidamente a la población residente), una sesión para la atención a los trabajadores, la cual de preferencia podrá ser después de las cinco de la tarde; las administraciones deberán ser flexibles cuando el subordinado le pide tiempo para atender su salud.
El Código de Trabajo, que atemperado a las transformaciones del modelo económico y social cubano, convierte en ley los postulados que se relacionan con la salud recoge un listado de las 35 enfermedades profesionales que mayor incidencia reportan en la masa de trabajadores.
También especifica por qué y cómo se manifiestan, se tratan y sobre todo, cómo evitarlas, en ese empeño por preservar la salud de los trabajadores y lograr que estos desempeñen su jornada laboral en mejores condiciones y puedan rendir su potencialidad intelectual y física.
El pasado 24 de abril dio inicio la jornada de salud y seguridad del trabajo, que concluye el último día de noviembre; durante esa etapa y de acuerdo a variadas fechas, habrá acciones específicas para la capacitación, el adiestramiento e información, pero lo más importante será siempre el autocuidado de su propia salud en cada puesto laboral.
Este año, el trabajo de esta jornada se enfocará a fomentar e incrementar la cultura preventiva, que se forja desde que los niños están en la enseñanza primaria (en los círculos de interés o en la formación vocacional), y adquiere su máxima dimensión cuando la persona entra en su etapa laboral.
Se requiere un esfuerzo intersectorial para el logro de estos objetivos, por eso varios organismos, desde Salud Pública, la CTC, el Inder, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y otros, ya están “conectados” en el interés de lograr mayor seguridad y mejor salud de los trabajadores.
Las acciones preventivas, contenidas en el Código de Trabajo, no pueden adoptarse de manera inmediata; se incorporan a un programa anual en cuya elaboración el empleador tiene en cuenta los equipos de protección personal por puestos de trabajo que son de uso obligatorio, y orden de prioridad de las acciones en correspondencia con la magnitud del riesgo y las posibilidades de la entidad.
Con las nuevas formas de empleo, conocido en Cuba como trabajo por cuenta propia, se crea una preocupación por el cómo hacer cumplir esto que está legislado, pero que en términos legales aún no funciona en las entidades de ese tipo.
Justamente allí es donde los trabajadores deben estar más alertas: cuidarse ellos mismos y exigir a los empleadores por medios de protección y medidas de seguridad; una ventaja tienen quienes se han afiliados a algún sindicato, pues estos se convierten en su representante a la hora de reclamar por esas cuestiones.