Con la expectativa que siempre despierta la presencia del expresidente cubano Fidel Castro Ruz, los vecinos más próximos a la sede del colegio electoral No. 1, de la circunscripción 13, de Plaza de la Revolución; las autoridades electorales del lugar y los periodistas esperamos su llegada.
Muchas anécdotas de encuentros anteriores con el líder histórico de la Revolución cubana se escuchaban por doquier; unos coincidieron con él en las anteriores votaciones; otros en congresos, recorridos, en campamentos agrícolas, y hasta en la sede de este o aquel periódico. La impaciencia aumentaba con los minutos.
Poco antes de la una de la tarde, para ser más exacta, a las 12:35 p.m., uno de los miembros suplentes de la mesa electoral llegó al colegio con un sobre amarillo lacrado, el cual entregó a la máxima autoridad a ese nivel. Dentro, estaba la boleta del elector No. 18, que ejercía así el derecho de nominar a su candidato a delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular, en Plaza de la Revolución, mediante el voto secreto y directo.
Un derecho cívico y patriótico que confiere la Ley Electoral cubana a aquellos electores que por razones justificadas no pueden hacer acto presencial en el lugar que les corresponde, y que previamente han expresado su voluntad de ejercer el sufragio.
La presidenta del colegio electoral explicó a los presentes que como está establecido, le llevaron la boleta a su domicilio, y una vez recibida, lo marcaron en la lista de electores; seguidamente depositó en la urna el voto del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Al instante, escuchamos la voz de los pioneros ¡votó!
¡Este COMANDANTE nuestro, sigue tan firme como un caguairán!