De los sueños nunca me separo (+ Fotos)

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Vista de la bella y acogedora ciudad primada de Cuba.
Vista de la bella y acogedora ciudad primada de Cuba.

Por Ramón Barreras Ferrán y Rodny Alcolea

La entrevista a Alejandro Hartman Matos, historiador de la oriental ciudad de Baracoa y reconocida personalidad vinculada a la historia, la espeleología y la literatura, estaba pendiente desde que se celebró el aniversario 500 de la fundación de esa villa, en agosto de 2011. Por aquellos días, debido a las múltiples actividades que organizó y dirigió, preferimos no interrumpir su ajetreo constante.

Pero insistimos en reflejar sus consideraciones sobre diferentes aspectos y llegó el momento en buena hora. Accedió gentilmente a responder nuestras preguntas, aunque no deja de estar ocupado, máxime ahora por la preparación del programa de conmemoración por cumplirse 120 años de los desembarcos de Antonio Maceo y Flor Crombet por Playa de Duaba (1º de abril) y el de José Martí y Máximo Gómez por Playitas de Cajobabo (día 11 del mismo mes), para incorporarse a la denominada históricamente “Guerra necesaria”, iniciada el 24 de febrero de 1895.

¿Valora aún su adiós a la capital del país, después de finalizar los estudios universitarios, para asentarse en su natal Baracoa como “una feliz locura”?

Pienso que no fue una feliz locura, sino una necesidad espiritual e impostergable con mis raíces baracoanas. En mis años —también felices— en La Habana siempre fue una obsesión constante regresar a mi ciudad y entregarle mi corazón. De la capital conservo hermosos recuerdos y magníficos amigos y hermanos.

Alejandro Hartman, historiador de Baracoa
Alejandro Hartman, historiador de Baracoa

Usted fue miembro de la expedición En canoa del Amazonas al Caribe. ¿Qué recuerda más de ella?

Participé en la segunda parte en el Caribe. El privilegio de ser conducido por el querido Antonio Núñez Jiménez, el Cuarto Descubridor de Cuba —aunque en el orden personal siempre lo he considerado el segundo— es un recuerdo imborrable. En la trayectoria nos pronosticó la integración caribeña y americana. Con su preclara sabiduría demostró cómo se pobló el Caribe por los indios aruacos, en distintas oleadas, navegando en canoas. Remar como lo hicieron nuestros antecesores aborígenes de isla en isla fue también una experiencia indeleble para mí.

 

En el año 2009 afirmó que es “una persona que distingue cualidades como el patriotismo, la persistencia, el optimismo, el  amor, la amistad y la sinceridad”. ¿Sigue viéndose de la misma forma?

Sí, porque en el tránsito de la vida el hombre aprende y madura. Entonces el amor a la Patria se hace más grande. Comprende que la persistencia es camino invariable en el bregar diario y en los proyectos. Fortalece uno el criterio de que el optimismo es lanza certera contra los desánimos y los muros que aparecen. Siempre ando de mano con las energías positivas. De los sueños nunca me separo. Recuerdo que hace 61 años unos jóvenes valientes se arriesgaron por ver a nuestra Cuba llena de escuelas por doquier y niños felices. Allá en mi rio Toa, en lo más apartado, hoy es una realidad. Ellos soñaron.

La amistad es muy importante para mí. Creer en ella es saber que podemos contar en los momentos difíciles con el apoyo necesario, es recibir el aliento cuando se precisa, es oír los consejos adecuados. Ella es sostén del sentimiento transparente.

Las travesías en las distintas circunstancias de mi vida cotidiana han estado perennemente ligadas a las verdades. Nunca he simpatizado con las dos caras, las sombras y la hipocresía.

Amor es una palabra de tamaño mayor. No hay obra realizada sin él. Cualquier proyecto, por inteligente que sea, se desvanece sin su presencia. El amor hay que llevarlo muy adentro del corazón porque con él todo se puede; sin él todo se esfuma. Es mi compañero constante. Él va conmigo a todas las partes. Es mi inseparable.

 

También ha afirmado que Baracoa es la ciudad de sus amores, la esencia de su vida. ¿Por qué?

Desde niño sentí un apego mágico por ella. Hace unos días mi hermana Vilma me contaba que apenas con cuatro años yo pedía que me llevaran a ver el Yunque, la Bella Durmiente, el Río Macaguanigua, la bahía y las goletas. Aquí empezaron mis primeros pasos de sentirme orgulloso de la especial naturaleza de  mi región.

En mi casa, mi mamá me enseñó a comer bacán1 con café claro. Ella cocinaba el tetí2 de manera exquisita. Recuerdo que yo lo degustaba como el mejor de los platos. Siempre ha sido alimento preferido en nuestra mesa, como el chorote3 diariamente en el desayuno y en la merienda. De ahí mi amor por los platos típicos.

Por otra parte, mi maestra de barrio, Cándida Carranza, me enseñó a amar los símbolos de la Patria. Por ella conocí los desembarcos de Antonio Maceo y Flor Crombet por Playa de Duaba y el de José Martí y Máximo Gómez por Playitas; la historia de nuestros próceres locales, como Félix Ruenes, Tomas Cardoza y los hermanos Galano, y las de tantos mambises que participaron en las guerras por la independencia. De ella aprendí que Baracoa fue la primera ciudad fundada en Cuba y que Colón estuvo varios días en nuestro puerto, donde plantó la famosa Cruz. Nos inculcó a sentirnos orgullosos de nuestro terruño.

Estos antecedentes fueron el cimiento para que yo sienta a Baracoa como parte de mi propia existencia. Por eso es uno de mis grandes amores.

Fuerte Matachín
Fuerte Matachín

De los muchos premios y reconocimientos otorgados a usted, ¿cuál aprecia más y por qué?

A todos por igual, porque todos son el homenaje a mi Baracoa. Si mi ciudad no existiera, no hubiera galardones.

En algún momento aseveró: “Aquí estaré hasta que mis fuerzas físicas y mentales lo permitan; no pienso jubilarme”. ¿Sigue pensando de esa forma?

Lo reitero. El hombre mientras sea útil y pueda aportar a la sociedad, si no tiene impedimentos que lo limiten, debe seguir en sus andanzas laborales porque sus experiencias y sabidurías aprendidas merecen ser transmitidas a las nuevas generaciones.

Cuando uno ama con pasión lo que hace, salen por todas partes las fuerzas del corazón, que son más importantes que las fuerzas físicas.

1 Alimento parecido al tamal, hecho con masas de cerdo u otras carnes o mariscos y envuelto en hojas de plátano.

2 Minúsculo y exclusivo pececillo de la zona de Baracoa.

3 Mezcla de cacao con leche de coco, agua y arina.

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