Mucho han investigado los especialistas de la teoría de género acerca del rol creciente de las mujeres en la toma de decisiones políticas y de gobierno. Lo que ha sucedido este jueves en La Habana dará mucho de qué hablar entonces: dos naciones históricamente enfrentadas, con varias décadas sin relaciones diplomáticas, han puesto en mano de dos mujeres las riendas de un dialogo cuya meta quedó establecida el 17D.
Ambas tienen mirada de mujer inteligente y lo son, de otra forma nunca habrían llegado a estas conversaciones, pero difieren en simpatía, detalle que no ha pasado inadvertido para los periodistas que han dado cobertura a las conversaciones.
La cubana, Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, sonríe con facilidad y su verbo es mucho más distendido que el de la estadounidense Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental.
Podría ser esto una apreciación superficial, pero lo cierto es que la vasta experiencia de ambas en el ámbito diplomático y el compromiso con sus naciones, marcarán el devenir de un hecho hacia el que una parte del mundo ha vuelto los ojos esta semana.
Desde hace algún tiempo los medios de comunicación, sobre todo algunos estadounidenses, han revelado detalles de la carrera de Josefina Vidal. La identifican como una profesional bien preparada, inteligente y certera en el uso de las palabras. Domina el francés, el ruso y también el inglés, idioma en el que se ha expresado fluidamente durante estos días sin necesidad de recurrir, al menos en briefings y entrevistas, a la traducción simultánea.
Vidal, quien realizó un doctorado en Relaciones Internacionales en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, actualmente es miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
«Es una estudiosa perceptiva y sofisticada de los políticos y la política estadounidense», declaró a la prensa en el 2013 John Coatsworth, director de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Columbia.
Entre el 1999 y el 2003 estuvo como funcionaria de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos, cargo desde el que participó en las conversaciones migratorias y el restablecimiento de los servicios de correo tradicional realizados entonces.
En el 2003 regresó a La Habana luego que el gobierno de George W. Bush expulsara a 14 diplomáticos cubanos declarándolos “personas non grata” debido a presuntas «actividades hostiles a la seguridad nacional» de aquel país. Ella no figuraba en la lista, pero la experiencia seguramente le fue muy útil para calar la esencia de la política exterior del gobierno estadounidense.
Roberta Jacobson, por su parte, lleva más de 25 años de carrera en el Departamento de Estado. Ha ocupado diversos cargos vinculados a la política exterior que la han acercado a Perú, México, Canadá y Cuba. También trabajó de cerca en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), y en los temas como los derechos humanos.
Latinoamérica es un laboratorio de democracia comentó en una entrevista con la revista Brown Alumni Magazine y muy ocupada en probarlo estará ahora que debe supervisar la labor de unas 10.000 personas que laboran para el Departamento de Estado en unos 30 países, según estimaciones que en torno a su cargo realizara la prensa.
Jacobson, quien tiene una Maestría en Artes en Derecho y Diplomacia de la Escuela Fletcher y una Licenciatura en Artes de la Universidad de Brown, visitó Cuba en el 2011 para participar en la cuarta ronda de diálogo migratorio entre Cuba y Estados Unidos, en aquella ocasión como subsecretaria adjunta para el Hemisferio Occidental.
Hace unos dos años, la Jacobson fue noticia en las páginas sociales cuando se divulgaron imágenes en las que aparecía junto a Hillary Clinton en un restaurante colombiano llamado Café Havana.
Mucho se ha avanzado desde que la escritora y dramaturga francesa Olympe de Gouges (Marie Gouze, 1748-1793) fuera guillotinada por pedir para las mujeres, en su Declaración de los Derechos de la Mujer y Ciudadana (1791), un reconocimiento similar al que habían obtenido los hombres en la Revolución Francesa. Cada vez son menos los que creen en el mito del sexo débil y en aquello de que la naturaleza diseñó a las féminas para obedecer y no para mandar.
El paso dado por los presidentes Raúl Castro Ruz y Barack Obama el 17D trascenderá a la historia por muchas razones, entre ellas por la oportunidad de que las mujeres también dejen su huella en las normas, usos y costumbres de hacer política.