Quizás el influjo de la bahía de Manzanillo, su ciudad natal, fue ascendente decisivo en el derrotero y los éxitos continuos del arquitecto Mario Girona Fernández (1924 ─ 2008).
Lamentablemente ya no se encuentra entre nosotros para responder esta duda, pero quedan y perdurarán las innumerables obras en las que se desempeñó como proyectista y asesor, y volcó lo bien aprendido en los años 40 cuando realizó sus estudios de nivel superior.
No en balde los entendidos aseguran que su impronta refleja los principales rasgos de la arquitectura cubana realizada en las primeras cuatro décadas de la etapa revolucionaria y fueron entre otros, los méritos que le valieron ser el primer arquitecto de este archipiélago en recibir el Premio Nacional de Arquitectura (1996) y tres años después, la Distinción por la Cultura Nacional.
Girona resultó de los pocos profesionales que no desertó al triunfo de la Revolución cubana, y se sumó a la vanguardia que simultaneó su quehacer con la impartición de clases en las aulas universitarias, por lo cual desde 1960 ostentó la categoría de profesor titular de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la Habana.
Por ello a este manzanillero nacido el 14 de enero de 1924 siempre se le reconoció su contribución con vistas a llevar adelante la arquitectura cubana de los años 60, para algunos la etapa más rica del movimiento modernista en Cuba, debido a su alta responsabilidad social, y el alcance técnico-constructivo logrado, a pesar de las grandes restricciones de recursos.
Autor de significativas edificaciones a partir de la segunda mitad del siglo XX, es recordado por su participación en los proyectos del edificio del Tribunal de Cuentas, hoy Ministerio del Interior, del Zoológico Nacional, de aeropuertos y de hoteles como el Capri.
También de obras relacionadas con el desarrollo de los polos turísticos de Varadero, Santa María del Mar, Cienfuegos, Trinidad, Camagüey. En estas últimas instalaciones se haría evidente la búsqueda de una expresividad asociada al empleo de la estructura con fines plásticos.
Sin embargo, puede que entre los diseños más admirados porque conjugaron relevancia y popularidad están el Centro Turístico Guamá, en la Laguna del Tesoro, Matanzas (1964), y la heladería Coppelia, en el corazón de la barriada del Vedado (1966).
El primero, ubicado en el humedal Ciénaga de Zapata, declarado Parque Nacional, se imbricaba en el plan que propendía la recuperación integral de la zona, una de las más atrasadas del país.
Girona proyectó un centro turístico en el mismo refugio de numerosas especies de la flora y la fauna, muchas endémicas y a la vez, un complejo que recrea las comunidades aborígenes cubanas, incluida una aldea taína, devenido museo al aire libre, en el cual se remedan las viviendas indígenas y esculturas figurativas de tamaño natural, realizadas por la artista cubana Rita Longa.
Los arquitectos Rita María Grau y Candelario Ajuria, y los ingenieros Maximiliano Isoba y Gonzalo Paz lo acompañaron en el empeño de Coppelia, un conjunto formado por un edificio central con forma de platillo volante y amplias terrazas con servicios y jardines.
Se dice que aquí son innegables las influencias de la arquitectura brasileña de vanguardia, y la obra reiteradamente ha sido comparada con la Catedral de Brasilia, de Oscar Niemeyer, por ello el sobrenombre de Catedral del Helado. No obstante, Girona expuso en varias ocasiones que se inspiró en los poblados aborígenes cubanos.
Igualmente, formó parte del equipo que, dirigido por el arquitecto Antonio Quintana, intervino en el proyecto del Parque Lenin, al sur de La Habana, compuesto por diversas instalaciones y servicios en total armonía con la naturaleza, una iniciativa de la Heroína Celia Sánchez Manduley.
Girona también incursionó en la escultura monumentaria, al obtener el primer premio en el concurso para el bloque escultórico Memorial al Comandante Andrés Cuevas, en la Sierra Maestra, y trabajó en la rehabilitación de la casa donde nació el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz.
Angola, Granada, Yemen del Sur están entre los países que atesoran algunos de los proyectos de Mario Girona, prolijos como toda su vida, pues estuvo activo hasta su deceso, el 26 de agosto del 2008, cuando desapareció físicamente este multilaureado profesional, incluido en la sección Arquitectos de América de la Enciclopedia de Arquitectura elaborada en la URSS.