El Archivo Nacional de la República, como depositario de la memoria documental del país, tiene también en sus manos importantes escrituras para la vida de muchos cubanos, necesitados en los últimos años de realizar trámites de transferencia de propiedad u optar por procesos de naturalización ante embajadas extranjeras.
“La entrega de certificaciones de documentos legales es un servicio tradicional y creemos que este año hemos disminuido las insatisfacciones de la población con la entrega de copias de escrituras notariales (…)”, afirmó Martha Ferriol Marchena, directora de la institución, en una reciente conferencia de prensa.
Los datos ofrecidos respaldan la idea: en 2013 fueron solicitadas 438 escrituras y confeccionadas 361 (para un 82%), mientras que en 2014 fueron solicitadas 409 y terminadas 449. En poder de la institución (ubicada en Compostela #906 esquina a San Isidro, Habana Vieja) se encuentran los protocolos notariales elaborados desde 1576 hasta 1986 en el territorio de las actuales provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque.
“Las personas tienen que venir martes y jueves, en el horario de la mañana, y los miércoles en la tarde. El servicio de búsqueda de información tiene un precio de 5 pesos, y cuando aparece el acta se cobra la copia a razón de 7 pesos por hoja y 50 centavos por años de antigüedad”, explicó Yorlis Delgado López, asesor jurídico del Archivo Nacional.
Otro servicio con notable demanda, pero respuesta diferente desde el Archivo, ha sido la confección de listas de pasajeros arribados al país en los siglos XIX y XX, documento requerido por diversas embajadas (como la de España) para realizar trámites de nacionalidad a los descendientes de aquellos emigrantes.
Entre 2011 y 2014 le fueron solicitadas a la institución 10 460 listas, de las que ha entregado apenas 3642.
“Hemos realizado la búsqueda de casi todas las solicitudes (10 364) pero nos encontramos con muchas personas que vienen y no saben exactamente cuándo entró su familiar. El rastreo tenemos que hacerlo manual, lista por lista en libros muy deteriorados, y hemos dado un margen de hasta 3 años para responder la solicitud”, argumentó la directora Ferriol Marchena ante esa diferencia.
“A ello debe unirse que la técnica registral de la colonia y la primera república no era tan exacta como la que tenemos ahora y los nombres en muchas oportunidades no se registraban con exactitud; todo lo cual complejiza el trabajo o no permite hallar a la persona”, agregó el asesor legal.
Con voluntad de ser rentables
Tras 175 años de historia (por conmemorar el 28 de enero de 2015) el Archivo Nacional trata de insertarse en las lógicas de rentabilidad económica que exigen los nuevos tiempos de actualización en Cuba.
Según la directora “(…) en 2014 hemos implementado una nueva cartera de servicios pagados, entre ellos la capacitación a entidades que necesiten establecer su sistema de gestión documental, la restauración de documentos, consultorías, alquiler de locales, análisis de laboratorios y otros”.
Entre esos “otros” renglones figura la colaboración internacional. El Ministerio de Asuntos Públicos de Guinea Ecuatorial fue el primer socio en recibir especialistas del archivo cubano, pero en estos momentos se negocian cartas de intención también con Angola.
Todo ese trabajo permitió que recaudaran 129 mil pesos en el año, el 201 % del plan previsto. Sin embargo, esa cifra apenas representa el 10 % del presupuesto anual otorgado a la organización a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
“Esto nos lleva a ver que todavía quedan muchas aristas que no hemos explotado y que debemos seguir buscando para mantener nuestra función de preservación de la memoria histórica”, aseguró Ferriol Marchena.
“A este lugar donde radicamos se le conoció en sus inicios como El Palenque, porque era el sitio donde se concentraban los esclavos huidos recapturados por las autoridades coloniales. Luego fue una Armería y hasta laboratorio de animales rabiosos. Todo eso quiere decir que además de los documentos valiosos que atesoramos, el edificio tiene su historia, y pensamos que podríamos incorporarlo a las Rutas y Andares, de la Oficina del Historiador, para obtener así nuevos ingresos”, avizoró.