La Revolución Ciudadana es una expresión que se empezó a utilizar en Ecuador a partir del 15 de enero del 2007, cuando Rafael Correa asumió la presidencia del país. Ocho años después, más que una terminología, constituye un hecho renovador de realidades sociales en la nación andina.
¿Pero qué significa la Revolución Ciudadana? Para el historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño se trata de un nuevo ciclo en la historia de un país que retornó a la democracia en 1979 y solo a partir del 2006 “superó la economía empresarial, la falta de institucionalidad del Estado, la acumulación de riqueza y la ingobernabilidad”.
El nuevo Gobierno, antecedido por siete presidentes en los últimos 10 años, heredó una sociedad que desde el derrocamiento de Abdalá Bucaram, en 1997, no completó ningún período constitucional. La Revolución Ciudadana fue entonces una reacción espontánea a tantos años de desgobierno; “fue el producto del hartazgo de la ciudadanía ante tanta corruptela política, ante tanto entreguismo”, como aseguró Correa.
A diferencia de los procesos venezolano, argentino o boliviano, el Presidente ecuatoriano llegó al poder sin un movimiento político consolidado. Alianza País se estrenó en las elecciones del 2006 y ni siquiera presentó candidatos para el ya desaparecido Congreso Nacional. Hoy, sin embargo, este movimiento tiene 100 de los 137 escaños de la actual Asamblea Nacional y continúa siendo la primera fuerza política a pesar de haber perdido las alcaldías de las tres ciudades más importantes del país: Quito, Guayaquil y Cuenca.
El proyecto lidereado por Correa incluía elaborar una nueva Constitución, que fue refrendada en el 2008. Un año después se convocó a elecciones generales en las que nuevamente se impuso y a partir de entonces ganó además la consulta popular del 2011 y las elecciones generales del 2013, en las que consiguió el 57 % de los votos.
La estabilidad política de estos años ha posibilitado la expansión de la economía ecuatoriana cuyo PIB creció el 4,2 % entre el 2007 y el 2013. La cifra supera el promedio regional del 3,4 % en el mismo lapso.
Especialistas de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo afirman que durante estos ocho años de gobierno se ha reducido la brecha entre ricos y pobres. Antes el 10 % de la población más rica ganaba 37 veces más que el 10 % de la población más pobre. Hoy esa distancia se ha reducido a 24.
El índice de desempleo también es motivo de orgullo. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos estas solo llegan al 4,15 por ciento. El salario básico creció de 160 dólares a 370, monto que hoy cubre el 100 % de la canasta básica. Actualmente se invierte el triple en proyectos sociales, de salud y educacionales.
El surgimiento de cuatro centros universitarios corrobora la importancia que el Gobierno ecuatoriano ha concedido a la formación: la Universidad de Yachay, Ciudad del Conocimiento, ubicada en Urcuquí provincia de Imbabura, donde se fomenta la investigación tecnológica y científica; la Universidad de las Artes, en Guayaquil, que promoverá la música, la pintura, el cine, y otras manifestaciones; la Universidad Pedagógica, que se encargará de formar a los nuevos docentes; y la Universidad Amazónica, en la región oriental.
En materia de salud, Correa enfrentó con éxito la campaña mediática que intentó desprestigiar el programa de cooperación médica cubana que actualmente tiene unos mil profesionales en inhóspitas zonas rurales donde ejercen la medicina familiar y preventiva.
El plan previsto para el período presidencial 2013-2017 pretende hacer sostenible la Revolución Ciudadana y alcanzar una sociedad equitativa. Este proyecto es posible gracias a la ruptura con el modelo neoliberal realizado en el anterior mandato, etapa en la que además se consolidó la nueva Constitución. Ahora se trata del Buen Vivir, concepto que busca sentar las bases de la justicia social y la equidad, habla del afianzamiento del Estado y de un Gobierno para esa ciudadanía empoderada gracias a las conquistas sociales de los últimos años.